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Capítulo 28 : Un fin de semana fuera, pt. 2

Cuando Harry pensaba en sus padres, normalmente era sólo en imágenes fugaces que habían sido unidas a partir de recuerdos, fotografías y palabras que le habían dado otras personas. En los días oscuros, pensaba en los gritos y las súplicas que escuchaba cada vez que un Dementor se acercaba demasiado a él. En los días mejores, pensaba en las sonrisas que veía a Lily y James esos días en primer año cuando pasaba horas mirando el Espejo de Erised.

En los días más brillantes, aunque eran pocos y espaciados, Harry pensaba en todos los momentos que podrían haber existido entre ellos. A veces se imaginaba tardes de ocio en la sala de estar de Godrics Hollow, su madre leyendo libros en una mecedora y su padre lanzando hechizos sencillos que reorganizaban cuadros en las paredes o revolvían revistas en la mesa de café. Tal vez su madre encantaría plumeros para que flotaran por la casa, tal vez su padre arrancaría las malas hierbas del jardín delantero en las cálidas tardes de verano.

No sabía cómo eran sus padres, en realidad no. Cualquier recuerdo de primera mano sobre ellos era, en el mejor de los casos, borroso, meros microsegundos de los largos minutos y horas que existieron juntos en 1981. Sin embargo, Harry hizo todo lo posible para llenar los vacíos. Tomó lo que sabía, lo que había aprendido y lo que esperaba para crear imágenes de ellos como familia, y si a veces le dolía el pecho y el estómago por lo que sabía que nunca podría tener bien, así era la vida para Harry Potter. .

Sin embargo, algo cambió durante su fin de semana con Draco. Mientras debatían y acordaban cosas fáciles como fundas de almohada y muebles modulares para las diversas ‘salas de estar’ de Grimmauld, los momentos que Harry imaginaba para su mamá y su papá lentamente se reemplazaban con él y Draco.

Comenzó en la cocina. Draco revisó los gabinetes después de que regresaron de Diagon, buscando una lata de té y dos tazas. Harry se apoyó en el mostrador y pensó en mil domingos por la mañana que podrían comenzar así . Mientras las hojas se remojaban, mezclando el aire con el sutil y dulce aroma de canela y tierra, Harry llamó al pequeño frasco de azúcar que sabía que Draco mezclaría en su taza a cucharadas.

Una nueva sensación se expandió dentro del pecho de Harry, ligera y aireada. Contentamiento .

Sucedió de nuevo una hora más tarde, cuando la cama que compraron esa mañana estaba siendo entregada y ensamblada por un pequeño equipo de elfos domésticos que vestían batas con el logo de la tienda cosido en el bolsillo del pecho. Draco condujo al pequeño equipo escaleras arriba hasta la suite principal, que había sido vaciada y limpiada en una visita anterior. Harry observó a los elfos domésticos y su Slytherin trabajar con su magia para convertir el espacio vacío en algo cálido y acogedor.

Harry había elegido un juego de sábanas suaves que eran del mismo color del moca que había visto beber a Draco esa misma mañana en el café. El marrón endulzado se combinó con almohadas de color crema y un edredón que parecía tejido a partir de una nube de verano. Para el marco, Draco había recomendado Apple Wood.

“Es una madera lírica, si la escuchas atentamente escucharás música que abarca siglos. ¿Qué mejor manera de quedarse dormido?

Harry había aceptado casi al instante, esperando que la madera le cantara con la misma voz que Draco usaba cuando el rubio le susurraba al oído.

Con la cama preparada y la mirada de triunfo en el rostro de Draco, Harry dejó que su mente vagara en deseos de rutinas nocturnas que terminaron con ambos deslizándose bajo las sábanas y escuchando los suaves zumbidos de la madera antigua.

Su vida había estado invadida durante años por las expectativas de que él asumiera el papel del ‘Elegido’ y liderara con gracia legiones de Magos de la Luz a la batalla. Harry había pasado tanto tiempo concentrado en la pelea, que nunca fue capaz de planificar el “después”. Meses atrás, el futuro parecía un vacío de incertidumbre que le costaba permitirse aceptar y prepararse.