Una Boda. 36

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Aquella mañana, Mohamed contempló a Desteny dormir. Era hermosa, y pese a que la noche fue larga, entre confidencias, y risas. No le afectó, en lo más mínimo, los rasgos de su rostro.

Decidió tomar una ducha, antes de que ella despertase. Pero no deseaba dejarla sola. Por lo que se levantó, con cuidado de no despertarla, y fue a su baño.
Tomó la ducha. Se secó el pelo, con la toalla. Colocó en su cintura, la gran toalla de cuerpo. Luego, con ropas en manos, salió del baño.

Se sentó en el borde de la cama, giro su rostro, para ver una vez más a Desteny, y luego comenzó a cambiarse.
Por su parte, Desteny le había oído ducharse. Prefirió guardar silencio, y hacerse la dormida.
Aunque le daba pena, saber que un hombre desnudo, se vestía cerca de ella. Más era la necesidad, de saciar la intriga, que ese hombre le despertaba.

No pudo evitar reír, al ver caer la toalla al suelo. Y notar, los calzones, con dibujos infantiles, que él llevaba puesto.

-No deberías de mirar - le  dijo Mohamed, al oírla reír, detrás de él. Ella se deslizó por la cama, y acercándose a él, por la espalda, abrazo su cintura. Él respiró profundo. Dejando sentir, en la palma de la mano de Desteny, su firme abdomen, marcado por el ejercicio. Aún no había terminado de vestir - . Dy no hagas eso.

-¿Qué cosa? - preguntó, sin dejar, de depositar besos pequeños, en su enorme espalda.

-Por favor - rogó Mohamed.  Ella soltó rápidamente el amarre. Al ver la hora del reloj, de su mesa de luz.

-¡Debería estar, en la habitación de mí abuelo! - él volteó para verla - . ¡No! ¡No mires! - él le dió la privacidad, que ella le pedía.

-Entonces. ¿Tu puedes mirar, y yo no? - la risa de Desteny, le hizo temblar. Sintió a la mujer, acercarse a él - . Lindo pantalones.

Ella se había colocado unos jogins, y una remera, que podrían haber cabido, tres Desteny, dentro de ella.

-Son mejores, que tus ropas de huida - Desteny, robo un beso, de la boca del Príncipe. Al verlo inclinado. Él intentó aferrarse a su cuerpo, pero ella se escabulló entre sus brazos - . Lo siento. Debo irme a dar el remedio, a mí abuelo - salió a toda prisa de la habitación.
Estaba feliz, y lista, para empezar una nueva etapa, de su vida.

Así que ¿Así era cómo se sentía, estar enamorada?

-Llegas dos minutos tarde - le  llamó la atención su madre, mientras acercaba un vaso de agua, y pastillas, a su padre.

-Dejale tranquila - habló el anciano.

Desteny, se acercó a ella, y le dio, un gran beso sonoro, en su mejilla.

-Tambien me alegra verte- le dijo, sin dejar de reír.

-¿Qué pasa contigo? - indagó Evangeline, a su hija - . Hoy no me peleas.

Desteny se encogió de hombros.

-Supongo. Porque estoy de buen humor.

-No es eso. Es otra cosa - le insistió Evangeline.

-Yo la veo muy bien - habló Alfred. Evangeline, continuaba examinando, los movimientos de su hija. Anoche le había confesado, estár enamorada.
¿Quién era ese hombre?
Iba a tener que ponerse a averiguar, ese asunto.

-Ya deja de pensar, y pásame esa tostada - su madre le cedió, lo que ella pidió. Desteny sonrió.
La llamada, en la puerta de la habitación de su abuelo, las hizo mirar hacia allí.

-Adelante - habló Eva - . ¿Si?

-Lo siento princesa Evangeline. Pero el Rey, pide por usted.

-Dile que iré en unos minutos...

El Amor De EvaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora