Capítulo 79. Flotando.

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«Flotando»

Aún temblaba de pies a cabeza cuando llegamos a Féryco y aterrizamos al pie del palacio, en medio de una noche cálida

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Aún temblaba de pies a cabeza cuando llegamos a Féryco y aterrizamos al pie del palacio, en medio de una noche cálida. Tadeus y Malik ayudaron a los mellizos a desmontar, lo cual agradecí porque yo todavía me encontraba en un extraño estado de shock.

Papá me abrazó en cuanto puse los pies sobre el césped, aun así no me sentí protegida.

    —¿Estás bien?

Negué con la cabeza.

    —Ha sido un largo día —intervino mamá—. Necesitas dormir, Estrella.

Asentí, solo porque no sabía qué más decir. Y era cierto que estaba agotada y ya no había claridad en ninguno de mis pensamientos. Además, Evan y Cielo me miraban con curiosidad y cautela.

Traté de sonreirles.

    —Estamos en casa... —dije, aunque pareció más una frase para mí misma—. Estamos en casa.

Después de vivir la peor pesadilla.

    —Bienvenida, hermanita.

Todos nos giramos a la vez, a tiempo para ver a mis hermanos salir del palacio para recibirnos.

    —¡Tío Noah! ¡Tío Alen! —gritaron los mellizos antes de echarse a correr hacia ellos.

Esa vez mi sonrisa fue sincera, sobretodo al ver que mis hermanos los estrujaban con fuerza.

    —No tienen idea de la falta que nos hicieron, diablillos —dijo Noah, despeinándolos a ambos y haciéndolos reír—. Vinimos corriendo en cuanto sentimos su energía de vuelta.

Pese al conmovedor reencuentro, percibí que Noah y Alen nos examinaron con mucho cuidado. Tal vez fueron los atuendos negros que todos vestíamos, las ojeras profundas y los ojos hinchados por el llanto, lo que les dio una pista de lo que acababa de suceder.

    —¿Tienen hambre? —les preguntó Alen con cariño—. Nathan está en la cocina y creo que hay pastel de chocolate.

Cielo me hizo ojitos, porque nunca los dejo comer demasiado dulce por la noche.

    —¿Podemos, mami?

    —Por supuesto —accedí. Y soné exhausta al hacerlo, como si ni siquiera tuviera energía para negarles algo—. Guarden un pedazo para mí.

Malik se puso en modo guardián y me dijo que los acompañaría, mientras que Tadeus decidió regresar a Paradwyse para anunciar a los Seis que todo estaba en orden. Me dedicó una mirada llena de preocupación antes de marcharse, pero no fui capaz de decir nada para tranquilizarlo.

Una vez solos, Noah y Alen también nos abrazaron.

    —¿Lo hiciste? —quiso confirmar mi hermano mayor.

Féryco 3. Caella. +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora