Capítulo 68. Un segundo.

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«Un segundo»

Pensé que mi última súplica había funcionado cuando su agarre se aflojó

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Pensé que mi última súplica había funcionado cuando su agarre se aflojó. Entonces, algo caliente salpicó mi espalda y mi cuello, y todo el peso del demonio cayó sobre mí. El olor fue inconfundible: sangre.

Un segundo, Belial graznaba sonidos de ahogo en mi oído y al siguiente, su peso se había esfumado. Sin comprender todavía lo que estaba sucediendo, gateé sobre la cama para alejarme de él, solo que cuando espié por encima de mi hombro a quien encontré fue a Caelum, de pie con una mirada tan mortífera que solo sentí más miedo.

Me abracé a mí misma, muy consciente de la sangre de Belial corriendo por mi espalda. No podía parar de llorar. No podía parar de temblar. No podía respirar.

    —¿E... está muerto? —logré preguntar.

Caelum apretó los labios, sus ojos rojos estaban bañados en furia.

Puse una mano sobre mi estómago y me vomité encima. Me encogí cuando sentí que sus brazos me rodeaban.

    —No me toques —me lo sacudí de encima—. ¡No me toques!

    —Estrella...

    —¡Todo esto es tu culpa! —chillé—. Viniste al infierno para jugar a ser el rey. Me quitaste mi magia y me dejaste indefensa. Me vestiste como un premio y me presumiste frente a tus enemigos. Y los amenazaste, sabiendo que yo soy tu punto débil y que irían tras de mí. ¡No tienes derecho a tocarme!

    —Estrella.

Lo empujé cuando intentó acercarse de nuevo.

    —¡Aléjate de mí! —ordené.

Salté de la cama para que no se me acercara y tropecé con un cuerpo. Belial tenía el vidrio —el mismo con el que yo había intentado defenderme— clavado en el cuello. Y los ojos reptilianos empañados y mirando hacia la nada. Eso no era lo más escabroso de la escena, sino el tórax abierto y sus entrañas hechas una masa de sangre y órganos, como si la magia de Caelum lo hubiera hecho explotar desde dentro.

Tampoco se me escapó que el demonio estaba castrado.

Sollocé con fuerza y me arrastré por el suelo, intentando alejarme del cadáver. Caelum ya estaba ahí para recibirme, esa vez me aferré a él y lloré sobre su regazo. No supe durante cuánto tiempo.

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Féryco 3. Caella. +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora