Capítulo 75. Fracturada.

348 69 28
                                    







«Fracturada»

Desperté con un único deseo: ojalá todo hubiera sido una pesadilla

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Desperté con un único deseo: ojalá todo hubiera sido una pesadilla. Ojalá en esa cómoda cama estuviera Caelum conmigo. Ojalá, al abrir los ojos, me encontrara su sonrisa pecaminosa, esa que desaparecería con un profundo beso y tras meternos bajo las sábanas.

Los hilos de aquellos pensamientos se desvanecieron cuando abrí los ojos y me encontré en un lugar desconocido. Una diosa alta y hermosa estaba inclinada sobre mí, a la distancia suficiente como para provocarme un infarto.

Respingué con fuerza y me alejé dando patadas y manotazos, imaginando lo peor. ¿Dónde estaban mis hijos? ¿Qué hicieron con ellos? ¿A dónde me llevaron? Antes de que pudiera abrir la boca para escupir todas esas preguntas, una mano fuerte se colocó sobre mi hombro para mantenerme quieta. Lo reconocí de inmediato.

    —Papá...

    —Aquí estoy.

Un nudo en mi pecho se aflojó al encontrarlo bien. Exhausto y pálido, pero bien. Kaly aprovechó ese intercambio de miradas para sentarse a la orilla de la cama con un movimiento demasiado elegante, tal vez para darme un poco de espacio.

Papá soltó mi hombro y acarició mi cabeza.

    —¿Te duele algo?

Todo me dolía. Sentía el agotamiento presionar cada uno de mis huesos y músculos. Mi espalda y cuello estaban rígidos, pero un vistazo hacia abajo me ayudó a comprobar que ya no estaba herida ni bañada en sangre. Un camisón liviano y plateado dejaba ver la suficiente piel para mostrar que ya no tenía ni siquiera un rasguño. Alguien se había molestado en limpiarme y cambiarme, quitarme ese vestido de plumas negras que se antojaba aborrecible.

Miré a Kaly, quieta y serena en su lugar. Después a Malik, quien se separó de la pared donde estaba recargado y se acercó a la cama con pasos lentos. Después a Tadeus, a quien encontré sentado en otra cama de esa habitación. Casi parecía proteger como un fiel guardián a mamá y a mis hijos, puesto que los tres dormían profundamente en esa misma cama, abrazados los unos a otros.

Eso terminó de aflojar mi cuerpo y me recargué en el respaldo de mi propia cama, sumamente aliviada.

    —Estoy bien —respondí.

Kaly se percató de mi expresión y lo entendió todo sin necesidad de explicaciones.

    —No te preocupes, desde que te mandé a dormir tus padres no dejaron que nadie le tocara un solo cabello a esos niños.

Malik gruñó en aprobación.

    —¿Ellos están bien?

    —Solo necesitan descansar.

    —¿Y mamá?

    —Está agotada pero es muy terca, no quiso separarse de tu lado hasta comprobar que estabas fuera de peligro. Tu padre apenas la convenció de descansar, así que tardará un rato en recuperar su magia por completo.

Féryco 3. Caella. +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora