Capítulo 20. Alarma inesperada.

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«Alarma inesperada»

Caelum

Hacía rato que Estrella había dejado de espiarnos por la ventana

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Hacía rato que Estrella había dejado de espiarnos por la ventana. No dudaba que hubiera alguien más con los ojos bien puestos en mí, pero tampoco me importaba. No cuando ella me había felicitado por mi avance con los niños y entregado su confianza para dejarme disfrutar a solas de ellos. Claro que después la descubrí mirándonos desde uno de los ventanales del palacio, pero ni siquiera eso hizo que dejara de sentirme como un padre orgulloso.

Tras un rato Kalon y yo nos cansamos de volar, así que nos echamos a descansar en una de las nubes más altas y mis niños estaban fascinados. No obstante, había hecho un poco de trampa y utilizado mi magia para que fuera más segura y firme, tampoco iba a permitir que mis hijos jugaran en una nube inestable.

Me recosté sobre mis alas mientras los veía formar diferentes figuras con los trozos blancos que lograban desprender. A mi lado, Kalon metió su hocico debajo de mi mano en busca de caricias. Repasé su pelaje con cariño, consintiéndolo al igual que los niños.

Reímos y jugamos sobre la nube durante el resto de la tarde, pero odié al sol cuando por fin comenzó a esconderse detrás de las colinas lejanas. Estrella aún no me llamaba ni me apresuraba a devolverle a los mellizos, pero después de lo que sucedió ayer con su novio yo tampoco quería meterla en más problemas.

Habíamos hecho un trato y yo tenía que cumplirlo. Además, Cassida y Malik me esperaban en Paradwyse.

Así que me senté con las piernas cruzadas y tomé el rostro de Cielo entre mis manos, sus cachetes se inflaron y sus labios sobresalieron en un puchero.

—No quiero que te vayas.

Todos los días me lo suplicaban y cada vez era más difícil apartarme de ellos.

—Ya casi es hora de cenar. Y de dormir. —Deposité mi beso de despedida en su frente y luego hice lo mismo con Evan—. Vamos, mamá debe estarlos esperando.

Evan quiso ir sobre mis hombros, en cambio, Cielo fue feliz acurrucándose en mis brazos. Me aseguré de que ambos estuvieran bien sujetos antes de saltar de la nube y descender con un vuelo sumamente tranquilo.

Estrella debía estar al pendiente de nuevo, porque la vi salir del palacio hacia nuestro encuentro incluso antes de que aterrizáramos. Al percatarse de ella, Kalon se dejó caer en picada y trotó hasta alcanzarla, para poder saludarla con entusiasmo.

Se me cortó el aliento cuando caímos sobre el césped y Estrella dejó de concentrarse en el pegaso para mirarnos. Una gran y bonita sonrisa se formó en su rostro, llena de felicidad pura solo por ver a nuestros pequeños. Sus sonrisas eran las más hermosas que yo jamás había visto en mi vida inmortal, seguida muy de cerca por la de Cielo.

—Mami, mami —coreó la pequeña una vez que la dejé sobre tierra firme. Nuestra hija dio saltos hasta alcanzar a su madre y Estrella aprovechó el impulso para alzarla y que se abrazara a su cuello—. La próxima vez quiero que vengas con nosotros, ¡estuvimos jugando sobre las nubes!

Féryco 3. Caella. +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora