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DÍA DEL ATRACO, VIERNES 8:35AM.

Estábamos todos en una furgoneta con los monos rojos y la careta de Dalí puesta. No podía evitar que los nervios me carcomieran, por ello mi pierna subía y bajaba todo el tiempo. Andrés colocó su mano en ella parando el movimiento y quitó la mano con rapidez, como si tocarme le quemara. 

—¿Quién eligió la careta?— preguntó Río luego de quitársela, suspiré con cansancio, el silencio era muy bueno para ser eterno.

—¿Qué le pasa ahora a la careta?— preguntó ahora Berlín a mi lado, molesto de las quejas que siempre tenía el menor.

—Pues que no da miedo, tu ves las películas de atracadores y las caretas dan miedo. Modo zombies, esqueletos...— reí por lo bajo y saqué mi arma apuntándole a la cabeza. Ellos no veían mi cara por la careta, pero estaba sonriendo.

—Yo creo que con un arma en la mano si que lo da.— hablé para que se me escuchará para luego bajar el arma y ponerla donde estaba anteriormente. Estuvieron todos en silencio un rato por lo que acababa de hacer, pero siempre cortan el silencio. Siempre.

—¿Quién era el payo este con bigote?— preguntó Denver mirando a su padre.

—Dalí, hijo, un pintor español. Era muy bueno— respondió.

—Un pintor— habló Denver y su padre asintió— Osea un pintor de pintar.

—Si, mi amor, un pintor de pintar ¿De que más, si no?— dije mirándole ahora sin la máscara para que viera mi gesto divertido. 

—¿Tú sabes lo que da miedo de cojones? Los muñecos de los críos.— Berlín se quitó la mascara resoplando, no podía aguantarlos. 

—¿Qué muñecos?— preguntó el mencionado.

—Pues el Goofy, el Mikey Mouse, todos esos.

Dejé el tema aparte y apoyé mi cabeza en la pared del camión, estaba prestando atención a todo lo que pasaba a mi alrededor, pero estaba demasiado cansada como para hablar. Las chicas empezaron a reírse en voz baja, Nairobi estaba con un arma en mano y Tokio se estaba pintando los labios. 

Estaba más que claro que faltaban mujeres en el equipo. Una mujer podría estar una hora eligiendo zapatos para una boda, pero no se gastaría ni un segundo para elegir las caretas para un atraco. 

La furgoneta dio un frenazo, me tambaleé hacia delante provocando que Berlín pusiera su brazo delante mio como si fuera un cinturón. Él no me miraba, pero sabía que aquellos gestos insignificantes daban la vuelta a todo lo que me había dicho ese día. 

Moscú salió entonces a la carretera para cortar el paso, era el único que llevaba un traje reflector encima. Más adelante fuimos nosotros los que nos bajamos de la furgoneta, Berlín y yo fuimos los que empezamos a tirar las mantas que cubrían las armas, para después ponernos la careta y el gorro que traían los monos rojos. 

Mientras preparaba mi arma y me ponía el gorro, pensé en todos los años que han pasado hasta llegar aquí. Pensar que hace años Sergio me explicó el atraco y ahora estar a punto de empezar a ponerlo en marcha, me ponía demasiado alegre. Todos esas personas inocentes en las que íbamos a influenciar de ahora en adelante, no me daban ninguna pena.


CARRETERA COMARCAL E-80 9:30AM

El profesor sabía que solo había una manera de entrar en la Fábrica de Moneda y Timbre con tres toneladas de artefactos de arsenal. Iba a hacerlo dentro del camión que entraba cada semana en el edificio con las nuevas bobinas de papel moneda listas para imprimir.

𝐊𝐈𝐎𝐓𝐎 | ᴬⁿᵈéˢ ᵈᵉ ᶠᵒⁿᵒˡˡᵒˢᵃDonde viven las historias. Descúbrelo ahora