Mientras Kioto no estaba al mando de los rehenes todo se salía de control. Con Kioto al mando de ellos se sentían más seguros y confiados, pero ahora estaba Berlín, causando miedo al ver que iban lento sin molestar en si eran adolescentes o mayores de edad.
Alison, en especial, sentía desprecio hacía todos ellos y sin Kioto su plan de escape se hacía más sencillo. Alison y Arturo planificaron escaparse en menos de cuatro segundos en los que se podía abrir la puerta y sin Kioto, quien podía predecir ese escape, tenían la oportunidad perfecta para escapar.
La verdad era que la mayoría de los rehenes se estaba rebelando en contra de Berlín al no tener a Kioto a su cuidado. La joven cuidaba muy bien a todos los rehenes, tanto que incluso su castigo de no comer lo quitó en pocas horas al verlos sufrir. Confiaban en que ella les daría el millón, pero no sabían si llegaría sin ella allí dentro.
Fuera de la fábrica Raquel había vuelto a la carpa para ver si había colaborado al final su rehén, pero Prieto le dijo que no tenían intención de volver a interrogarla después de no leerle sus derechos o de darle un abogado que ella misma había exigido. Pero Raquel no era de las que se rinden y volvió a sentarse en frente de ella con una foto que podía cambiar la perspectiva de Laia para siempre.
—Hola de nuevo Laia.
—Inspectora. — saludó ella con una sonrisa amable. — Si me seguís interrogando sin abogado empeorará vuestra situación.
—Oh, no vengo para interrogarte.— Laia alzó una ceja. — Vengo para darte una información que tal vez no sabías.
Con ello, le extendió una foto a Laia y la dejó en su regazo al ver que sus manos estaban esposadas detrás de su espalda. Pero Kioto, hace más de una hora que se había librado de las esposas, por ello sorprendió a todos cuando se escuchó el metal cayéndose al suelo y las manos de Laia agarrando la foto.
En la foto se podía ver a dos niños pequeños, uno tenía al menos cinco años y la otra niña tendría tres. Los dos estaban en un jardín muy conocido para Laia, y estaban haciendo una especie de collares con hilos sueltos. Se tocó el cuello y pudo apreciar que seguía teniendo el collar hecho de hilos que nunca se había quitado, pudo ver en la foto que eran del mismo color que los hilos que tenía el niño en la mano.
—¿De donde has sacado esto?— preguntó Laia.
Ella no se podía creer lo que veía. Sabía que la niña pequeña era ella, ya que había visto su cara de niña por todas las fotos que tenía su padre en la mansión, pero nunca había visto a ese niño, al menos no lo recordaba, pero tenía que admitir que los dos niños de la foto se parecían demasiado.
—¿No lo sabes? — Raquel habló viendo por primera vez en los ojos de Laia algo más que diversión. Vio confusión, ira y miedo. —Eres tú, con Aníbal Cortés.
—¿Quién?
—Oh, supongo que no sabes su nombre real. — Raquel mostró una sonrisa al poder sentir que por fin tenía el poder sobre Laia. — Creo que se llama Río allí dentro. Lo investigamos al saber su identidad y dimos con esta foto.
Laia no podía estar más confundida, no entendía nada de lo que decía la inspectora. ¿Río y ella ya se conocían de pequeños? Pero sabía que sus padres eran de Madrid, y ella nunca salió de Euskadi hasta los catorce.
—Sacamos la foto de esta página web. No fue fácil encontrar esto.
Le pasó a Laia un papel en donde se podía ver que era una captura de pantalla sacada de internet. La web era chismesdemafiosos.com, Laia no pudo reprimir su sonrisa al ver lo ridículo que era el nombre pero se le borró al ver el titular.

ESTÁS LEYENDO
𝐊𝐈𝐎𝐓𝐎 | ᴬⁿᵈéˢ ᵈᵉ ᶠᵒⁿᵒˡˡᵒˢᵃ
ФанфикLaia a sufrido mucho por su culpa, por ello está decidida a que no vuelva a pasar nada entre ellos, pero Andrés lo único que desea es volver a encontrarse con sus labios para volver a estar unidos. Él piensa que reencontrarse con ella es parte del...