✩ PUNTO DE VISTA DE T/N
03/03/2020
07:10Desperté de aquel sueño que tanto estaba disfrutando, muy alejado de la odiosa realidad que me acompañaba en un curso tan difícil como el de la preparatoria o más conocido en España como 2º de bachillerato. Comenzaba un nuevo día de exámenes y solo de recordar aquello resoplé. Lo único que me animó a salir de la cama fue el hecho de que únicamente faltaban 2 por hacer, así mismo acabaría otro trimestre de ansiedad y estrés. Mucho estrés.
Agarré mi mochila y me dirigí al instituto como siempre, no sin antes observar a mi madre un poco más preocupada de lo normal. Decidí no darle importancia.
Las clases iban saltando de hora en hora y mi cabeza solo pensaba en la hora de finalizar, pero el tiempo pasaba tan lento que no podía concentrarme en las tediosas explicaciones de mis profesores. Siempre eran tan aburridas y pasivas que apenas atendía, me ponía a hacer otros deberes, aprovechaba el rato o simplemente pensaba en otras cosas. Luego siempre solía comer en la cafetería y al terminar me dirigía a la biblioteca hasta altas horas de la tarde.
Consistía en la misma rutina un día sí y otro también. Una vida monótona desde el año previo, no ocurría nada más interesante, estaba cansada de siempre lo mismo y a veces desearía mudarme a otro sitio, empezar de nuevo o quien sabe, conocer a mi alma gemela, no tenía por qué ser una pareja, con un amigo o amiga que compartiera mis gustos y mis ganas de descubrir el mundo estaría más que satisfecha. Pero la vida no es como en las películas, lo único que me llegaba a llenar eran los veranos, la única estación del año en la que salía de mi aburrida ciudad para disfrutar de fiestas y otros espacios desconocidos.
—¿Me estás atendiendo? —mi madre me llamó la atención con aquella expresión molesta siempre que no la escuchaba cuando estaba sumergida en mis pensamientos—
Hice un ademán de que repitiese lo que acababa de decir y rodó los ojos.
—¿Cuando te dan las notas?
— El lunes supongo.
De un momento a otro, ella puso una expresión nueva. Era una intranquila, con cierta incertidumbre en sus ojos, algo muy extraño en una persona tan segura como siempre había sido mi madre.
—De verás siento decírtelo de una forma tan repentina, hija. No estaré aquí cuando me las tengas que decir.
Fruncí el ceño.
—¿Por?
—Tenemos que hablar.
Tomó el vaso de su café cortado y bebió un ligero sorbo. Yo la miraba sin parpadear, no entendía muy bien qué intenciones tenían sus palabras.
—Hay oportunidades que se presentan en la vida que te pueden cambiar a bien y a pesar de ser algo diferente queremos y en parte necesitamos aceptar la oferta de trabajo que nos han propuesto.
Respiré hondo y pregunté.
—¿En que consiste exactamente la oferta? Esta vez...
No era la primera ocasión en la que nos mudábamos a otra ciudad por unas semanas. Mis padres tenían una empresa bajo nuestro apellido y trabajan juntos, lo cual me incumbía directamente en la toma de decisiones en cuanto a residencia y detestaba cada momento en el que me volvían a anunciar nuestro cambio de hogar. Puse mala cara, ya me estaba esperando otro con aquellas palabras.
—No es lo que piensas, cielo. Esta vez será diferente.
—¿Y cómo será de diferente? ¿Nos vamos a vivir a Moscú? ¿A Wuhan? ¿A la Antártida? —Espeté cansada.
—No. Sabes que nosotros estamos muy centrados en nuestra empresa y apenas estamos consiguiendo beneficios. Hemos calculado y si esto sigue así nuestra empresa de mascarillas puede llegar a quebrar dentro de unos 2 años. No queremos rechazar una oportunidad que puede lanzarnos a una victoria segura, estamos comenzando a endeudarnos.
Respiré hondo y la miré a los ojos. No me gustaba ese comienzo.
—La oferta, por si te preguntas, consiste en que hay un virus llamado Covid-19 en el este de Asia que está propagándose muy rápidamente y nos han ofrecido residir durante un tiempo en Berlín porque se cree que ese virus puede llegar antes de lo previsto a Europa.
—No hacía falta que metieras todo ese royo de introducción para decir que nos íbamos a Berlín.
Ella me miró algo más preocupada que de costumbre cuando terminé mi vaso de leche. Lo noté perfectamente, la cosa no acababa ahí.
—Iremos nosotros dos. Tú seguirás estudiando aquí lo que queda del curso.
Levanté mi mirada incrédula a lo que acababan de escuchar mis oídos. Estaba en un estado entre atónita e ilusionada.
—¿Yo sola?
Mi madre negó con la cabeza.
—Sí es verdad que te quedarás aquí, pero alguien vendrá a cuidarte.
Mi expresión se borró de mi rostro tratando de analizar aquello.
—¿Perdón? ¿Qué soy, un bebé que necesita que la revisen todo el día?
—No sabemos ni cuánto vamos a estar ni qué va a pasar. Por mucho que estés a nada de cumplir los 18 sigues siendo menor y necesitas de alguien que te controle más aún estando en un curso tan importante como en el que estás.
Me sobe la cara con mi mano izquierda y esperé a que mi madre prosiguiera.
—No vendrá un desconocido a casa, hemos escogido al hijo de un compañero de trabajo de tu padre. Nos ha hablado bien de él.
Me crucé de brazos, era una idea pésima y se lo hice saber.
—Te caerá bien, el otro día lo conocimos en persona, hablamos con él y la decisión ya está hecha, se quedará cuidándote.
—¿Cuándo os vais?
—El sábado. Nos avisaron apenas hace poco por correo.
Traté de obviar todo y le ofrecí una tímida sonrisa para zanjar el tema y me agradeció por comprenderlo. Solo quedaba esperar a que llegase el sábado.
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Con mi niñero en cuarentena [Quackity y tú]
Fanfiction¿Qué hubiese pasado si hubieses estado con tu niñero en casa sin poder salir por tanto tiempo? El niñero con el que te dejan a cargo es tan atractivo como intimidante. Tú sólo quieres recuperar esa libertad que no tienes por culpa de tus estrictos p...