Capítulo 21

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29/03/2020
17:20

Quiero que te quedes aquí un momento sentado con los ojos cerrados.

Conduje a Quackity hacia una silla de mi habitación de forma meticulosa puesto que estaba vendado con una tira negra que yo misma le había puesto.

Puta madre, ¿pero cómo chingados voy a ver algo que me quieres enseñar si no puedo ver?

Antes de verlo, deberás apreciarlo mediante el tacto.

Fui hacia mi armario, hacia las prendas que más escondidas se encontraban. Entre las vestimentas prohibidas que tanto amaba, se encontraba algo que había ocultado durante bastante tiempo y que nunca había enseñado a nadie. Era el cosplay de colegiala que Michelle me regaló por el amigo invisible hace tiempo, cuando aún estaba con Spreen. Que guarra es.

Pero ella sabía que me gustaba llevar faldas, de hecho amaba llevarlas cuando estaba sola. Esa justamente, al ser bastante más provocativa, sería incapaz de ponérmela para salir por la calle. Me puse enfrente de Quackity y le susurré al oído provocándole escalofrío que pude notar.

Ya puedes comenzar.

¿No me puedo quitar la pinche venda?

Le negué. Se le notaba algo nervioso y excitado por el momento. Me acerqué a él para que tuviera acceso a donde quisiera. Llevó primero su mano a mi cintura y se mordió el labio. La subió hacia mis pechos, los cuales comenzó a acariciar por encima del fino top del uniforme.

Oye pero esta ropa no es como la que te pones, ¿qué llevas puest...

Sus palabras cesaron de golpe cuando al bajar notó aquella falda tan provocativa que llevaba. Observé su expresión de excitación y desesperación por quitarse aquella venda pero no se lo permití.

No puedes quitártela hasta que te diga, tienes que conformarte con el tacto.

Chingue su madre, necesito ver cómo te sienta lo que llevas puesto.

Su mano se infiltró por debajo de mi falda, causándome un cosquilleo con el que no pude evitar estremecerme. La otra, se dirigió hacia mis muslos, donde notó aquellos encajes de lencería que provocó más a su curiosidad.

Necesito verlo, no puedes hacerme esta putada wey.

Trató de subirse la venda, pero fui más rápida que él quitando las luces de la habitación y al no ver nada me caí encima suyo. Aprovechando la posición en la que estaba, traté de sentarme en sus rodillas a ciegas, evitando que se levantara para volver a encender la luz.

Te recuerdo que la que más desventajas tiene aquí eres tú, soy tu niñero, te puedo someter a lo que quiera.

Aquellas palabras las susurró en un tono amenazante, mientras sus manos ya estaban adentrándose debajo de mi falda de nuevo.

Sométeme. Quiero que me folles por todas las habitaciones de esta casa hasta que no pueda más.

Lo besé controlando mi respiración actuar de forma difícil al notar su dedo llegar a mi intimidad y no llevar ropa interior. Aquello se sintió muy directo y sensible, tanto que acallé un gemido en nuestro beso.

A poco sí y voy a hacer algo peor por no dejarme verte ¿qué te parece?

Sin apenas saber que estaba pasando, ya que volví a atacar sus labios, me encontré de repente tumbada en la cama con las luces encendidas enfrente de él, observándome detenidamente en la posición en la que estaba. Su expresión daba a entender lo que ya me imaginaba y lo que expuso en cuestión de segundos.

Su erección.

Ay cabrón, no sabes como me la estoy saboreando ahorita. —Dijo en forma de gruñido.

Me mordí el labio mientras él continuó desnudándose delante de mí. Yo traté de levantarme e ir a chupar su miembro descubierto, pero él lo evitó.

No pienso hacer nada hasta que te haga esto y no me lo vas a impedir.

Me tomó de la cintura para ponerme a cuatro, alzando mi trasero, dejando medio cubiertas mis partes por la falda; acto seguido me dio una almohada.

Aguarda, la necesitarás. Y trata de no gemir, ando bien prendido.

Aquella sonrisa tan perversa que tanto conseguía estremecerme volvió a dibujarse en su rostro. Se notaba la malicia en sus ojos y comprobé lo malvado que quería ser conmigo cuando se coló debajo de la falda y lamió mi feminidad ya húmeda.
Agarré con fuerza aquella almohada mientras mi respiración rápidamente se volvía irregular, al igual que mis latidos. Me movía ligeramente por aquella sensación placentera que él me estaba otorgando.

¿Qué ocurre ahora? ¿Me vas a decir que te chingue? —Me introdujo un dedo lentamente.

Por favor...

Su dedo empezó a entrar y a salir mientras depositaba besos por toda esa zona. Traté de levantarme tras su amenaza pero él me lo impidió, aquello iba en serio.

No te vas a mover de esta posición hasta que te hayas corrido 3 veces por lo menos, ¿me oíste?

C~cabrón.

¿Qué no te enseñaron a no decir palabras despectivas?

Me metió los dos siguientes dedos repentinamente mientras seguía jugando con mi cordura. Éstos dentro de mí comenzaron a moverse en un vaivén con el que todavía aguantaba mis gemidos gracias a la almohada. Pero todo ello fue imposible de retener cuando noté su miembro entrar en mí y penetrarme lentamente.

Qué error cometiste al ponerte esto. Pero qué gran error.

Una embestida profunda y seca alcanzó de nuevo mi punto G. Aquel que sólo él conocía y sabía tan bien como tocar para hacerme enloquecer a su favor. Mi sensatez apenas existía en ese momento.
Sus manos agarraban con ímpetu mis caderas y de vez en cuando me proporcionaba algún golpe en mi trasero, esos que tanto me encendían. Mi vagina no paraba de contraerse por el placer, dando a entender al contrario lo que apenas podía explicar con palabras. La habitación estaba inundada de todo el deseo y placer que existía entre nosotros, los gemidos y jadeos se mezclaban en nuestros oídos motivando más aquella escena. Podía notar como levantaba mi falda, viendo lo que yo no podía ver pero sí sentir. Jugaba con mis encajes tirando y apretándolos, consiguiendo perfeccionar aquel placer que recorría mi cuerpo.

Sé que estás llegando, por mucho que trates de ocultarlo. Quiero que te corras en mi verga ahora mismo porque no pienso parar hasta que lo hagas.

Aquellas palabras con su propia voz bastaron para notar unas inmensas olas de placer recorrer todo para estallar en un gemido con el que alcancé tan increíble orgasmo. 

Con mi niñero en cuarentena [Quackity y tú]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora