—Marcão no contesta su radio, la última comunicación que tuve con él me informó que perseguían a un vehículo del ministerio...
Marcano casi no podía levantar su rostro de la mesa, la sensación fresca del metal contra su cara le reconfortaba. Logró entender la información que oía, la situación era adversa, pero se sentía tan bien allí, con la sensación cálida en su muñeca y los susurros en su oído; esa voz serena y algo grabe era imposible, pero allí estaba.
—¿Marcão está muerto, Clara? —preguntó la somnolienta Catlyn. Clara le susurró que si al oído, respondiendo ella únicamente con un «ay»
—Mi líder... —Jersey no se sentía escuchada por el líder —, tuvimos que retirarnos, pese a eso, el enfrentamiento logró dispersar a las fuerzas del estado. Y a su vez, se las pusimos más difícil para que se encuentren con el ejército, que apenas ha logrado sacar un porcentaje bajo de tropas de la capital.
Marcano levantó la cabeza, confundido, ajeno a la presencia de su terrateniente. No lo entendió, ¿era ella quien le hablaba?
Estaba cubierta de arena y desprendía un olor fuerte a combustible.
Le dijo que entendía su retirada y la invitó a tomar asiento. No le pesaba la situación, andaba navegando por los mares de la locura y la fatiga, con la noción de estar perdido. Pensaba que sería bueno imitar a Leryda y descansar, aceptar que no podía hacer nada hasta que el enemigo le tocara la puerta, si es que siquiera llegaban tan cerca.
Bertrand agregó, algo adulador:
—Mi Líder, volar los túneles de acceso a la Capital fue una idea acertada. Pueden tener muchas unidades aéreas, pero sin unidades en tierra son un objetivo fácil.
Se levantó de golpe, errático, su cuerpo lánguido puso en alerta a la mitad de asistentes de la reunión. No acepto ayudas. Tocó su brazalete, no sentía nada, debía recargar un poco su fe.
El de Leryda era raro, parecía hecho de hielo, era punzante al tacto, horrible de portar, sin embargo, ella se aferraba a él y se acurrucaba sobre él de manera incluso infantil. Intentó usarlo, era repugnante, gélido sobre su dermis mientras todo su cuerpo ardía en llamas.
Sus Maestros repudiaban todo elemento de ese estilo; el después de crecer y entender mejor el mundo, supuso que su rechazo provenía de no poder entender su funcionamiento, asociándolo a sugestión pura y la búsqueda impetuosa del ser humano por creer en algo y con ello lograr la salvación o lo que sea que viniese después de morir. El comandante Rabidsen sabía algo más, el secreto bien guardado de su origen lo respaldaba, un hombre tan inteligente y con creencias tan neutras no saldría con cosas tan esotéricas y extraterrenales como la fe o los dioses.
A menos que funcionasen para algo y por eso forjó el brazalete.
—¿Cuál es el reporte más actual?, tema bajas, control terrestre —se apoyó de la mesa buscando estabilidad.
Habían pasado las 4 de la tarde, habían encendido las luces del país hacía más de una hora y su más nuevo comunicado no se había emitido, el líder no estaba muy dispuesto. Quería paz, meditar sus pasos, pensar en el futuro que tanto lo reconfortaba, la fantasía de la Nueva Federación.
Lastimosamente, esa vida no era para todo el mundo y la calma solo llegaría a la par de la victoria.
En las pantallas detrás de él los canales de televisión ya habían empezado a transmitir, esperando su reacción. Mientras tanto, mostraban el caos del día con titulares diversos:
"¡La República no se rinde!", titulaba el Canal 7 mientras emitían un comunicado de la Junta de Gobierno negando cualquier rumor sobre su muerte o rendición y prometiendo que las Brujas no lograrían amedrentarlos.
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Olvidada: La Nación Sin Nombre
Fiksi UmumEn una Nación sin nombre, cualquiera puede ser un héroe. La Teniente, una heroína de guerra perdida en la historia y olvidada por la mayoría se hallará entre la espada y la pared para defender a la jóven República de quienes la gobernaron con mano d...