El Futuro Frente a Ti
Mientras camino por las calles rústicas de tierra roja, me pregunto si todo lo que vi y sentí fue real.
Intentando aprender a usar estas muletas las dudas llegan a mi mente como abejas furiosas.
Recibí esa ayuda con tan solo pedirla, porque supuestamente soy tan fuerte como para rescatar una tierra olvidada de la desgracia. Si ese cohete hubiese estallado allí mismo, si el cañón y sus aguas subterráneas no lo hubiesen reclamado como suyo, no existiría ni recuerdo de mi existencia más que las imágenes con tono heroico que tanto quisiera arrancar cada vez que las veo en los altos anuncios.
Pronto las quitaran, estoy segura.
No les diré que no creo completamente en lo que pasó, solo que, durante toda mi vida solo creí en lo que a ciencia cierta existe. Nunca me educaron bajo ninguna creencia, ni me dijeron «cree en esto y en lo otro», solo lo que pasa frente a mi lo considero como real.
Y allí está el detalle, decir que ella no existe sería como decir que la arena del desierto está hecha de azúcar o que el país en realidad es el caparazón de una tortuga gigantesca.
No tiene sentido, en aquel lugar ella parecía saberlo todo mientras envejecía y rejuvenecía, como un reloj de arena que se volteaba una y otra vez.
Menos sentido tuvo el momento en el que desperté en su cama a mitad de la noche, luego de pensar que mi final llegaría sepultada por la arena. Viendo a mi alrededor llegué a creer que solo era un sueño, pero en las 3 semanas que dormí, mi mente fue solo oscuridad y el tiempo que pasaba volando. Fue horrenda esa noche: levantarme, caer al suelo y arrastrarme hasta la puerta mientras el dolor me recordaba lo despierta que estaba, luego ver a la madre de Erlín entrar asustada a la habitación y verme como un zombie repulsivo llenos de cicatrices y suturas mal curadas.
Los días siguientes me relató todo lo que pasó: aparentemente salí del búnker empuñando el sable dorado con la sangre de Marcano aún en él —la gente sobre todo recalca esto último—, seguida de una legión de Pieles de Hierro que no dejaron que nadie se acercara a mí; encaré a Seamann y a Felipe y ellos me felicitaron —uno más que el otro— y luego de explicar lo sucedido solo les dije: aquí está su país, ahora déjenme fuera de él.
No recuerdo haberlo dicho, pero si pensarlo en algún momento, sobre todo viéndome con tanta responsabilidad sobre mis hombros.
Luego de decir eso, pedí que me llevaran con ellos para luego desmayarme. Dependiendo quien cuente la historia dirán cosas como: que nunca dejé de agarrar el maldito sable o que la voz que utilice no era para nada la mía —como si me conociesen de muchos años atrás—
Para finalizar, la madre de Erlín —que hace un par de días me enteré que se llama Ferlín— me abrió las puertas de su casa y yo ahora descanso en la cama de su hija, que en vida fue mi esposa o algo así.
Todo es tan difícil de tragar, cosas que hice con la ayuda de una fuerza extraña, gente que dice que me deben sus vidas por lo que logré y un millón de felicitaciones y elogios por parte de personas que dicen quererme tanto.
Yo no lo hice por querer llevarme elogios de nadie. Yo seguiría en mi rancho, sucia, olvidada y más loca de no ser por los problemas que la Junta de gobierno tenia y que sigue arrastrando hasta ahora.
No era nadie en aquel entonces y vuelvo a ser nadie ahora, como lo fui antes de que Moraes me metiera en una camioneta y me llevara directamente hacia Marcano. No fue su culpa, él sólo seguía las órdenes de gente desesperada.
A los ojos de la ley soy una asesina traidora que mató a una familia entera por meterse en medio de los planes de Esien, mismo que después asesiné para evitar que millones murieran por su hambre de poder. No tiene sentido pero al menos mi prisión será esta ciudad y no una celda como en el búnker.
ESTÁS LEYENDO
Olvidada: La Nación Sin Nombre
General FictionEn una Nación sin nombre, cualquiera puede ser un héroe. La Teniente, una heroína de guerra perdida en la historia y olvidada por la mayoría se hallará entre la espada y la pared para defender a la jóven República de quienes la gobernaron con mano d...