Leryda despertó atada en una solitaria silla en medio de una habitación vacía donde la luz del sol entraba únicamente por donde se suponía que debía estar la puerta. Pocos minutos más tarde entró Marcano con dos de sus hombres. Ella no intento demasiado escapar, no tenía suficiente fuerza en manos y brazos, además de que los nudos estaban muy firmes. Uno de los hombres se colocó detrás de ella y de un tirón muy fuerte en su cabello, le levanto la cabeza para que viera a su líder.
―Oye, por favor, ¿así te enseñaron que se trataban a las mujeres? Cero agresividades. ―Sujetó su barbilla, para que lo viera a la cara después de tanto tiempo―. No somos enemigos, estamos en el mismo bando...
Mirarlo al rostro le hacía recordar muchas cosas. Recordó la academia, su juventud y sus inicios junto al resto de miembros Federativos. Parecía que la muerte no le había pesado tanto, todavía seguía siendo "la cara bonita" de la federación, como muchos se referían a él.
Él fue el último en unirse al grupo de comandantes, tres años antes de que cayera el antiguo régimen. Lo vendieron como la cara nueva de una renovada Federación, una más amigable ante el público pero que seguía cometiendo las mismas atrocidades detrás del telón.
Por su condición como "novato", nunca salía al frente de las transmisiones, sino a un costado, donde los más jóvenes relucían. Sin embargo, tenía un pensamiento crítico poderoso que los más viejos envidiaban. Él solía escribir los discursos de muchos de sus compañeros y ella le ayudó en más de una ocasión, compartían ese talento, pero terminaron explotándolo cada uno de una manera distinta.
Estaba segura que nadie se imaginaba lo que se escondía en esa mente, en ese doble fondo que representaba su personalidad. Su dotada psique estaba acompañada de un carácter volátil que para muchos resultaba un problema, pero que, para los federales de huesos negros, era un factor a ser explotado. Alguien con una personalidad así no le molestaría ni perturbaría tomar decisiones fuertes, aunque hubiese vidas en juego.
Esto lo sabía ella, pero en el momento más importante y viendo a la Federación contra las cuerdas, no se tomó en serio a un solitario Esien Marcano, quienes muchos imaginaban refugiado en su palacio de gobierno, rendido y con ánimos casi autodestructivos.
―¿Qué quieres de mí?
―Tienes mucho que ofrecerme, y todo esto se encuentra aquí. ―Tocó una parte cualquiera de su cabeza―. Lo mismo que ellos necesitan.
Ordenó a sus hombres que la desataran y la invitó a dar un paseo.
...
Al salir de la habitación, se encontraron en una sala cilíndrica, con un agujero gigante en el centro que iba desde la superficie y se adentraba en una profunda caída. Los rayos del sol entraban desde arriba. Hacía un calor infernal y el suelo estaba repleto de arena suelta que crujía mientras caminaban.
A Leryda le sorprendía la existencia de un sitio así. Intentó ver cada detalle en ese espacio, pero los matones de Marcano la empujaban para que siguiera el ritmo de este.
Girando hacia la derecha había una puerta de hierro de aspecto pesado, y al lado, un panel electrónico donde Marcano posó su mano. Entraron a una serie de pasillos con luz incandescente amarillenta y azulejos desgastados. En su camino se toparon con un montón de personas, la mayoría mercenarios de Marcano, identificables por el uniforme que compartían, el resto parecían civiles comunes y corrientes, trabajando en muchas computadoras. Muchos de ellos hicieron el amago de voltear a ver qué pasaba, pero eran obligados inmediatamente a seguir tecleando, no era de su incumbencia quién era y por qué se encontraba allí.
Al final la lanzaron en una habitación oscura y cerraron la puerta, dejándola sola con Marcano.
―Esos brutos no tienen modales. ―Le extendió la mano en señal de ayuda. Ella, como un animal en peligro, se separó lo más que las paredes le permitieron―. No estés asustada, Leryda, nadie te hará daño aquí, todos somos parte de esto.
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Olvidada: La Nación Sin Nombre
General FictionEn una Nación sin nombre, cualquiera puede ser un héroe. La Teniente, una heroína de guerra perdida en la historia y olvidada por la mayoría se hallará entre la espada y la pared para defender a la jóven República de quienes la gobernaron con mano d...