Jueves 6 de diciembre de 2018
Massimo
El distrito de Queens me da la bienvenida al bajar de la camioneta.
Ajusto mi gabardina mientras soy seguido por Johan. He venido a supervisar una de las bodegas en el barrio de mi jurisdicción. Trato de no dejar descuidadas las calles. Hay muchas personas trabajando para mí de las que siempre necesito su ayuda y ellos la mía.
―Johan, envíale un mensaje a Ethan. Avísale que Laila llega en unos días, así que necesito que me tenga el inventario de todas las bodegas de cada barrio. Los viajes que se hagan y lo que se venda en los bares ―explico con precisión ―. Que lo lleve a mi casa para el final de la semana.
―Entendido, señor.
Mientras nos encaminamos a la bodega principal que maneja la mayor parte de los movimientos del del barrio, varios soldatos dejan sus actividades de lado, y me saludan con asentimiento de cabeza. Muchos de los hombres que trabajan para mí son la cabeza de familias numerosas, jóvenes que han decidido abandonar sus estudios para tener una vida de dinero fácil, sin saber en la mierda en la que se están metiendo, e incluso algunas madres solteras que ayudan en el área de empaquetado. Es impresionante ver cómo se crea un círculo de personas que se involucran en un negocio como este. Uno que reina varios sectores de la ciudad. Del país.
El olor a asfalto y comida callejera llena mis fosas nasales. Las personas que viven por estos rumbos lo consideran su hogar, con casas casi vacías, alimentos reducidos y servicios públicos casi inexistentes. Así que les brindo mi apoyo.
Desde que tomé cargo de la mafia, sabía que tenía que brindar mi ayuda de alguna manera. Que además de quitar debía dar. Así que a las familias de los barrios bajos les proporciono comida, ropa, servicios médicos y todo lo que necesiten. Claro que nada gratis. Lo único que pido a cambio es que los hombres de familia se unan a mis tropas. Me sirvan como soldatos y hagan todo el trabajo sucio.
Ajusto los lentes sobre el puente de mi nariz. La cabeza está a punto de reventarme. Después del altercado de ayer, del que aún sigo investigando a los responsables, todavía tuve que lidiar con la confrontación con Fiorella. No paro de preguntarme cómo fui tan imbécil por haberle soltado la verdad, así como así. Pero sé que, si le mentía, todo se pondría peor, y si ella se involucraba de más sería perjudicial para su propio bienestar.
No he podido dormir bien, todo por esa piccola entrometida. Lo último que supe de ella fue que se había ido de la casa. Ahora se está quedando con su otra amiga. Y sé que está bien porque le he encargado a Hugo que pusiera a algunos de mis hombres a su cuidado, sin que ella lo sepa. Lo cual también sigo reprochándome haber hecho.
No quería estar presente después de que ella terminara de hablar con Cailin. Estaba enojado, conmigo y con ella. La había puesto en peligro, y después ella, con su maldita terquedad, se puso en riesgo también. Casi no salgo solo, pero esa vez lo único que quería era estar lo más lejos posible de Fiorella y no volver a verla nunca. Ni siquiera pensarla. El coraje estaba hundido en lo más profundo de mi ser. Por más que lo intentaba no podía, ― no puedo ―, sacarla de mi cabeza. Así que tomé mi Aston Martin, me fui al Centinela, otro bar de mi propiedad y bebí todo lo que me pusieron en frente. De nuevo, el pensamiento de intentar olvidarla estando con alguien más, llegó a mi cabeza, pero tan pronto como una pelirroja puso sus ojos en mí, mi cuerpo se quedó helado. Nada se removió, ni ningún deseo carnal salió a flote.
Cada que la veía, cada que sus ojos brillantes se posaban sobre mí, y me miraban con lujuria, la rabia aumentaba más. Porque no es ella. Jamás lo sería.
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Massimo "Secretos Y Oscuridad". (Familia Peligrosa I) // NUEVA VERSIÓN
RomanceVersión corregida del libro original ya publicado. Fiorella Brown está sumergida en el infierno. Después de un trágico accidente, se ve obligada a estar bajo las órdenes de su padre y de su hermana, quienes se aprovechan de ella, convenciéndola de...