Ventitré: Malo Para Ella

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Martes 25 de diciembre de 2018

Massimo


Cierro la puerta principal detrás de mí, y sigo a mi padre hasta el despacho. Al entrar, lo descubro sentado en mi silla, detrás del escritorio. Mi ceño se frunce al verlo ahí. Nunca ha hecho eso, pero dados los últimos altercados, deduzco que las cosas también han cambiado entre nosotros. Pienso en reclamarle, y aclararle que no estoy para sus juegos, pero es mejor saber qué es lo que pretende, así que tomo asiento en una de las sillas de visitantes y dejo que hable.

—Tienes buen flujo en los almacenes —reconoce. Toma un bolígrafo del escritorio, y juega con él entre sus dedos.

Lo observo por unos segundos, tratando de leer su expresión neutra, pero por más que intento, no doy con nada. Así que decido jugar también.

—Es el resultado de un trabajo organizado —contesto —. La empresa de vinos es lo suficientemente exitosa para servir como pantalla y lavar dinero. Todos los clubes de la ciudad están bajo mi control, y más de la mitad de los estados del país están cubiertos.

— ¿Cómo haces para que no te detecten los radares de los aeropuertos?

—Tenemos vuelos cada semana, pero nunca el mismo día. A veces cargamos más mercancía si necesitamos retrasarnos con fechas. Volamos por los puntos ciegos que nos han brindado contactos en las torretas para no ser detectados.

Él asiente, sin ninguna emoción en su rostro. Es como si, por más que mi trabajo sea bueno, jamás será suficiente para él.

—Ya que hablas de contactos, ¿Hay alguno nuevo? Conexiones, aliados... Uno que no hayas dejado porque te tiraste a su hija.

Me trago el sabor amargo que corre por mi garganta cuando él tira su veneno hacia mí. Me acomodo en mi asiento, sintiéndome un imbécil por haber permitido que me denigrara de esta forma.

—Tengo una reunión con el jefe de un cartel mexicano. Vendrá en una semana —le respondo, omitiendo su broma sin chiste —. No necesito volver a unirme con Koch porque tengo relaciones más importantes y poderosas, que yo he conseguido. Augustus era socio tuyo, nunca lo quise como aliado —el tono de mi voz se vuelve más elevado, y se agrava conforme voy hablando —. Tengo autoridad en las cárceles de Brasil, porque el Primer Comando Da Capital está de mi lado. Y cada mes tengo cientos de nuevos soldados porque la M-18 envía los que están dispuestos a hacer lo que sea con tal de avanzar en este pútrido mundo.

La ferocidad de mi tono no coincide con mi expresión inescrutable. A través de los años he aprendido a mantener una máscara. Eso es lo que se debe hacer en el círculo que me rodea. Si le dejas ver a los demás qué es lo que te afecta, es ahí donde atacarán primero.

Mi padre no parece sorprendido por lo que le he dicho. Pero lo que me descoloca, es ver una sonrisa en su rostro. Deja el bolígrafo de nuevo sobre el escritorio, y cruza las manos sobre su pecho.

—Siempre supe que naciste para esto, hijo. —Sus palabras caen sobre mí como un balde de agua fría. Como una bola de demolición que me golpea con fuerza —. Me alegra mucho que sepas tomar el control. Eres un buen Capo, y estoy seguro de que lograrás cosas importantes. —Sacude su camisa y me mira atento —. Pero también necesito que te centres en las distribuciones en Italia, recuerda que nuestro fuerte está allá y no podemos perderlas.

Trato de calmar mi respiración, y de no recordar todo lo que he tenido que hacer para llegar hasta donde estoy. Cierro los ojos, y vuelvo a poner la máscara sobre mí.

—Ethan se encarga mayormente del territorio. Además, los Dones de cada área de Italia tienen sus indicaciones claras. Hago revisiones seguidas, y me reúno con ellos cada cierto tiempo.

Massimo "Secretos Y Oscuridad". (Familia Peligrosa I) // NUEVA VERSIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora