Martes 16 de octubre de 2018
Massimo
—El trato está hecho, ¿Por qué no brindamos un poco? —Haggard me tiende un vaso con Whisky, el cual me encargo de no perder de vista en todo el rato. Lo acepto solo porque no quiero que mis acciones se presten a un malentendido.
El barullo de la discoteca desvía la atención del negocio que se está cerrando en el área VIP. Ninguna de las personas que bailan como posesos y beben a morir tienen idea de que, sobre sus cabezas, líderes de dos organizaciones delictivas están formando una alianza para invadir su ciudad. Es por eso que "Mundo" es el mejor lugar para llevar a cabo mis reuniones —excepto las de mi Organización—. El establecimiento es mío, pero dejo que otro pobre diablo lo administre. Si hay problemas, mi nombre no estará involucrado para nada. Y es obvio que el hombre con el que me asocié no conoce mi identidad real. Solo vio la cantidad que ganaría con el trato y firmó sin darse cuenta que Sandro Cavalli, está muerto desde hace más de cincuenta años y yo utilizo su nombre a mi beneficio.
—Massimo, ¿está todo bien? —pregunta Ethan, mi mano derecha y mejor amigo desde hace años.
En este mundo lleno de mierda no puedes confiar en nadie. Siempre debes estar alerta y esperar a que alguien te tire la primera cuchilla para atacar. Ethan es la única persona de la Organización a la que le confiaría mi vida con los ojos cerrados.
Pero por ahora, mis secretos y pensamientos internos deben quedarse en lo más profundo de mí. Porque ni siquiera yo sé si lo que mi cabeza dice es un indicio de que me he vuelto loco.
—Nada de qué preocuparse. —Espero.
Un grupo de mujeres con vestimenta reveladora y tacones extremadamente altos suben por las escaleras, dirigiéndose a nuestra mesa. Cuando empiezan a hacer sus movimientos sobre los hombres a mi alrededor, caigo en cuenta de que han sido llamadas con un solo propósito. Mi subconsciente me anima a aceptar la propuesta de una morena de piernas largas y ojos brillantes, pero termino por reclinar la oferta. No estoy de ánimos en este momento y lo último que quiero es tener que batallar mañana con sacarla de la habitación de hotel.
A diferencia de los demás a mi lado, soy capaz de negarme a la provocación femenina y no dejarme llevar por lo que sea que mi miembro me pida. Digo, por algo pienso con el cerebro.
Porque la última vez que me dejé llevar por mis instintos, las cosas no terminaron bien.
Le doy un largo trago a mi vaso, y me digo que una vez que lo termine me iré de aquí. Con el trato cerrado no tengo por qué seguir aguantando a estos imbéciles.
Brenan Haggard, líder de una mafia alemana me busca más plática, intentando convencerme de aliarnos al cien por ciento. Combinando su Organización y la mafia italiana. Pero más allá de las armas que acaba de venderme, no me interesa hacer negocios con él. Sus métodos de trabajo no se asemejan a los míos. Es un prepotente hijo de puta que se mete más droga de la que vende, pero sabe dónde conseguir las mejores armas, así que lo único que me queda es usar eso a mi favor.
Me pongo de pie, y le indico a Ethan que es hora de irnos. Johan, mi guardaespaldas de confianza se pone alerta y espera que nos movilicemos para seguirnos. Pero antes de que siquiera pueda dar un paso, mi acción se ve interrumpida cuando uno de los hombres de Haggard llega con una chica en brazos, a la que por un segundo, su perfil me pone los vellos de punta.
—Ich habe eine neue Puppe mitgebracht —. Los hombres de Haggard vitorean hacia él. Se acerca a la muchacha y le da un beso en la mejilla.
Me quedo quieto unos instantes, el tiempo suficiente para esperar a que el hombre de Haggard tome asiento y deje el rostro de la chica disponible para mí. La sangre me hierve de un momento a otro cuando veo que no me he equivocado.
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Massimo "Secretos Y Oscuridad". (Familia Peligrosa I) // NUEVA VERSIÓN
Storie d'amoreVersión corregida del libro original ya publicado. Fiorella Brown está sumergida en el infierno. Después de un trágico accidente, se ve obligada a estar bajo las órdenes de su padre y de su hermana, quienes se aprovechan de ella, convenciéndola de...