Capítulo 4 - Recibimiento

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Dante estaba observando la ceremonia dónde daban el título a Adriana. Estaba sentado a la interperie en unas sillas con el resto de los padres.

La joven seguía siendo físicamente pequeña pero se la veía mejor plantada, con más seguridad y él esperaba ya no estuviera confundida con respecto al rol de Dante en su vida.

Él siempre la había visto y la vería, como una niña.

Dante era un adulto, no era idiota. Se había dado cuenta de la forma en que la adolescente lo miraba cuando aún vivían juntos pero nunca se imaginó ni en sus sueños más alocados que pasaría lo que aconteció luego de la muerte de Catalina.

Cuando la niña llorosa le había pedido lugar en su cama, pensó que sería para darle consuelo.

Nunca imaginó que se despertaría con ella entre sus piernas y cuando la vió lamiendo su leche, el horror de lo ocurrido lo invadió.

Para él siempre sería la hija de León y Catalina. La niña flacucha y pequeña con piernas de tero y ojos enormes bajo sus lentes. Casi como una hija. Aunque ella no se comportara como tal ni evidentemente lo mirara como si de su padre se tratase. Él no esperaba ocupar el lugar de León en su vida, pero si esperaba ser su tutor y guía...

Actualmente ella tenía lentillas. Si bien no la había visto en esos últimos dos años la había provisto de todo lo que necesitaba.

Tenían contacto exclusivamente por mail aunque también le había regalado un teléfono celular y de vez en cuando la llamaba para ver cómo estaba.

Sus conversaciones eran escuetas. Él le preguntaba cómo estaba, y ella respondía casi con monosílabos.

Dante no tenía idea de que ella grababa las conversaciones... a veces las escuchaba con auriculares mientras Ludmilla se la chupaba, su voz la calentaba tanto... ella no veía la hora de ver su gran pene atravesando su vagina y rompiendo la barrera que la convertiría de niña en mujer. Se había contenido por dos años, siendo la mejor alumna, comportándose como la mejor chica. Todo para que él creyera que se 'había encaminado', que su interés por él había pasado. Lo que no sabía ni imaginaba era que fue lo contrario, su interés por el macerandose por años.

Dante vio a Adriana muy apegada a una chica con un físico imponente que luego supo era su compañera de cuarto y una gran amiga de Adriana, su hijastra.

Parecían demasiado afectuosas para ser únicamente amigas, pero bueno...eso era un tema de la intimidad de Adriana, aunque no dejó de llamarle un poco la atención considerando su experiencia con ella anterior.

Esa noche la llevaría a cenar, necesitaba saber que haría con su vida ya que no habían tenido oportunidad de hablar. Y se alojaría provisionalmente en su casa de Milán.

Ludmilla y Adriana se despidieron en su habitación con un profundo beso y un abrazo.

Adriana iría para lo de Dante. Ludmilla, se enrolaría lo antes posible en el ejército ya que no se fiaba de estar bajo el mismo techo con sus padres sin matar a su violento progenitor en un corto periodo de tiempo.

Ludmilla volvió a agarrar el rostro de la pequeña Adriana y le dió un beso dulce en la boca cuando se abrió la puerta. Era Dante, que ante la escena carraspeó incómodo.

— Perdón Adriana, vine a ayudarte con tus maletas — dijo rehuyendo la vista. Parecía una ironía de la vida, un soldado, hombre de combate con una empresa se seguridad que muchos temían se sentía cohibido ante dos niñas...pero así era. Nunca se había sentido tan incómodo en su vida.

— Si aquí están — dijo la joven y señaló el equipaje.

Ludmilla lo miró alzando una ceja...Una sutil advertencia. Volvió a abrazarla y le dijo al oído solo para que Adriana la oyera.

— Mucha suerte, y ya sabes, tú eres hermosa, inteligente y valiosa. No importa lo que pase...y recuerda la promesa que me hiciste...

Adriana asintió en su hombro mientras unas lágrimas escapaban de sus ojos.

— Cuídate mucho, estaremos en contacto — le dijo Ludmilla fuerte como para que Dante la oyera y que supiera que aparte de él, Adriana tenía a alguien más, no estaba sola en su vida.

Luego, en el vehículo de Dante una Ferrari roja, éste le dijo,

— Estemmmm...que 'cariñosa' tu amiga...

Adriana lo miró con sorpresa, ¿ Acaso estaba celoso? Sintió un aleteo en su corazón y se puso más nerviosa de lo que ya estaba.

— Ludmilla ha sido lo mejor que me pasó en el internado — dijo misteriosamente mientras miraba a través de la ventana.

— ¿ Ahora te gustan las mujeres?

— ¿ Qué clase de pregunta es esa? — le dijo ella mirándolo de repente.

El se encogió de hombros.

— Nada, simple curiosidad...

Adriana se lo quedó mirando un rato. En ese espacio reducido tenía que hacer un esfuerzo sobrehumano para no tirarsele encima como realmente quería...

— Yo no te pregunto por tus novias...

— Esto es diferente...yo soy tu tutor...¿no tengo derecho a saber con quién te relacionas o a preguntar???

— ¿ Qué es exactamente lo que estás preguntando, si soy lesbiana??? ¿ Y porqué eso sería para ti de relevancia?

Dante abrió la ventana con fastidio. Maldita niña ¿No podía simplemente contestarle?

— Es de relevancia porque quiero que estés bien, no me interesa si es con un hombre o una mujer...

— Entonces ¿ Cuál es el sentido de la pregunta si como dices, no te interesa ???

El golpeó el manubrio del vehículo.

—¡ Maldita sea Adriana, no puedes contestar y ya!

— ¿ Porqué tendría que limitarme a elegir algo??? Ludmilla ha sido, A DIFERENCIA DE OTROS, una de las personas más gentiles y buenas que he tenido el placer de conocer en mi vida. Así que sí, la amo...

— ¿ Y hace mucho que salen???

Adriana rió y el sonido maniático de su risa invadió el auto.

Lo miró fijo...pero él no la miraba.

— ¿ Tanto te interesa saber a quién me cojo? — le dijo de golpe con mirada y tono serio.

— No es esa clase de interés y lo sabes...— le respondió él con voz como el acero.

— ¿ Y qué clase de interés es? — murmuró ella ronca.

Él la miró con la mandíbula dura, estaba muy molesto con la pequeña.

— No me trates como si fuera un idiota, tengo el doble de tu edad y podría ser tu padre...de hecho no te olvides que soy tu padrastro...

Adriana lo miró de arriba a abajo y contestó con su voz en un murmullo,

— Cómo olvidarlo...

LOCA POR MI PADRASTRO Donde viven las historias. Descúbrelo ahora