Capítulo 8 - Yo podría ser tu padre

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—¿ Adriana?? ¿Pe..pero cómo???

Adriana rió y su risa parecía un poco maniática. Se puso en su campo visual y él se dió cuenta de que estaba distinta.

Tenía los labios más carnosos y más tetas.

Estaba en ropa interior de encaje y tacos,  un conjunto de ropa interior negra. El cabello lo llevaba más largo, renegrido, lacio.

Unas pestañas increíblemente largas y sus labios pintados de rojo.

—¿Y, pasé tu inspección??? — le dijo ella aún sonriendo y dió una vuelta.

—No sé a qué te refieres...¿que hago aquí?

—¿Qué clase de pregunta es esa? Te contraté por supuesto.

Dijo acercándose y acariciando su pecho y abdomen con sus uñas largas y rojas también.

Dante tiró de sus cadenas.

—Ni lo intentes padre querido — dijo susurrando en su oído —Es un sistema electrónico...y solo yo tengo la clave UPS — dijo y rió nuevamente.

—Qué quieres de mí Adriana, suéltame por amor de Dios, hablemos de esto

Ella pellizcó una de sus tetillas.

—Tu perdiste la oportunidad de hablar hace mucho tiempo, la última vez que me echaste de tu cuarto... lo siento...bueno para ser francos, no lo siento en realidad— dijo ella y sonrió diabólicamente.

—Yo no se lo que pretendes, pero debes saber que podría ser tu padre...

—Uff siempre con lo mismo, que fastidio...

Él había tenido una aventura con Catalina, antes de León. Él no había sabido que ellos estaban juntos hasta que León se la presentó como su mujer. Ella estaba cambiada y no la había reconocido por las fotos ni asoció a la joven que se cogió en unas breves vacaciones con esa mujer.

—Yo...estemmm...tuve una aventura con Catalina antes de tu padre, tienes que entender yo no era amigo de tu padre en ese momento, no lo supe hasta que la ví de nuevo...

—Dirias cualquier cosa para que te suelte...

—Es cierto, te lo juro...nunca me atreví a hacer un examen de ADN — había tenido miedo del resultado y cuando ella desapareció, junto con su obsesión por él un alivio enorme lo había invadido.

—Mmmm pobre Dante, sería terrible que terminarás cogiendote a tu propia hija ¿no? — Adriana hizo un mohin.

—Te acabo de decir que puedes ser mí hija de sangre y parece no importarte.

—Jajajajajaja porque no me importa. Mí padre es fue y será León. Y si compartimos ADN — ella se encogió de hombros —Para mí no hace diferencia...aunque tendría sentido el porqué siempre me sentí atraída por ti ahora que lo pienso.— dijo llevando una mano a su barbilla pensativa.

Adriana acercó su mano a su pene y lo empezó a acariciar.

Dante necesito de toda su fuerza para no responder.

—NUNCA LO CONSEGUIRÁS— espetó él.

—Pues si no piensas cooperar, hay un afrodisíaco muy potente...es del Amazonas, se consigue por el mercado negro por supuesto...

Ella se acercó y besó sus labios, él cerró fuerte su boca.

—Bueno, si no vas a cooperar...

Adriana fue y preparó las inyecciones. Él no podía ver mucho.

Él siguió intentando de soltarse de las varas de hierro que atenazaban sus muñecas y sus tobillos.

—DEJAME IR MALDITA PERRA LOCA

Ella se acercó con enojo y le dió una inyección en el cuello.

—Ahora solo vas a sentir calor, mucho calor "papito querido"

—Puedes ser mí hija, por favor no lo hagas...

Adriana se subió encima, no se lo iba a coger, había usado durante años dilatadores, había hecho ejercicios Kegel para preparar su vagina pero sobre todo,  había aprendido de la última vez. Iría poco a poco. Pero primero había algo que siempre quiso hacer.

—Hoy no vamos a coger...¿sientes como la droga hace efecto? — dijo acariciando su pene que ahora respondía. —Oh si, padre así...

—No...no lo hagas...— murmuró él.

Ella se puso en posición de 69, su vagina a la altura de la boca de Dante.

—Abre la boca, y lame — casi contra su voluntad la obedeció y comenzó a chupar. Adriana tenía un sabor dulce, y se sentía tan caliente. La droga estaba haciendo efecto. No sentía fuerza de voluntad para negarse, su calentura más fuerte que cualquier otra cosa que había sentido jamás.

—Si, así o si Dante, lame chupame toda...— exclamó ella con deseo y comenzó a masturbarlo y chupársela mientras se movía sobre él.

Movió sus caderas sobre la boca y lengua de Dante hasta mojar su cara con sus jugos mientras seguía succionando su pene.

—Oh si, que delicia...— cuando la leche empezó a brotar tomó hasta la última gota.

Luego de un rato, se giró y le dió un beso de lengua probando su sabor en su boca. Y haciéndole probar el gusto de su semen.

—Esto...esto no está bien...— susurró él tembloroso.

—Pero no puedes negar que se siente bien ¿eh padre? — sonrió ella con ironía.

Ella se sacó el brassier y puso sus senos en su cara.

—AHORA LAME

LOCA POR MI PADRASTRO Donde viven las historias. Descúbrelo ahora