Capítulo 9 - Papito querido

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Después de juguetear con su cuerpo hasta cansarse pero sin concretar el acto sexual, Adriana lo había dejado.

Un rato después de que ella se retiró los grilletes se abrieron.

Ella le había dejado un refrigerador con comida, tenía un baño. Tomó una ducha, comió un sándwich. Era como un pequeño búnker aprovisionado con todo lo que necesitaba.

Se dió cuenta de que no había cubiertos y lo poco que había era plástico, nada que pudiera usar como arma.

También tenía una TV con algunos canales de películas.

Hizo algunos ejercicios.

Hasta que la voz de Adriana por un parlante le anunció que entraría, que se volviera a colocar en la cama, sus tobillos y brazos extendidos, los grilletes se cerraron en automático. Él vio como había una pequeña luz verde que confirmaba que efectivamente estaba bien engrillado.

Había pensado en todo la hija de puta pensó con una mezcla de furia y admiración.

¿Cuando había aprendido ella todo eso y con qué dinero lo había hecho?

No le había dejado ropa, así que él usó la toalla como kilt, envuelto en su cintura.

Ella entró con unas botas muy altas de taco, le llegaban por arriba de la rodilla y eran como de vinilo ajustado.

Era lo único que llevaba puesto. Tenía sus tetas paradas y su pubis perfectamente depilado.

—Vi que te bañaste y comiste, espero que pases una agradable estadía aquí papito querido — le dijo sonriendo con falsedad.

—Maledizione Adriana, hablemos...todavía estamos a tiempo... — suplicó él.

—Puedes insultarme, gritarme, probar con voz suave, con psicología, con psicología inversa...todo me dará igual — dijo y se encogió de hombros —Papá — finalizó con ironía.

—NO LOGRARÁS LO QUE QUIERES, ¿ME ESCUCHAS? ME BUSCARÁN...

Ella rió misteriosa.

—No, no lo harán...

Ella rodeó la cama y le quitó la toalla.

—Cuando estés en esta cama engrillado, te quiero desnudo...— le dijo con voz firme.

Tiró la toalla y caminó hasta ponerse frente a él.

Comenzó a tocarse los pechos, luego la vagina, mientras lo miraba y se relamía.

Él al principio la miró, pero luego cerró los ojos

Ella le dió un golpe en el vientre con la mano abierta.

—Abre los ojos o te juro por Dios, que te engrampo los párpados para que los mantengas abiertos.

—No quiero ver, no me puedes obligar...

—Claro que puedo...— dijo ella y fue a buscar la droga.

—No, no hagas esto de nuevo...podríamos tener la misma sangre...

—Tu lo dijiste "papi" podríamos...es una incógnita que mantendremos por el momento— dijo y lo inyectó.

—Dejate llevar Dante, es inútil que luches...siente el calor recorrer tu cuerpo...

Le dijo y llevó una mano hacia su pene que a su tacto comenzó a ponerse erecto.

—Si así, ves como responde tu cuerpo, si papá mira tu pene ...mírame — dijo y se puso entre sus piernas y comenzó a llevar su pene dentro de su boca mientras amasaba sus pelotas.

Lo llevó profundo hasta su garganta y lamió y chupó...

—Por favor Adriana no...ohh siiii— no podía evitarlo, con la droga su cuerpo se llenaba de sensaciones que no podía controlar.

La lengua de Adriana lamía todo lo que podía incluso abrió sus cachetes y lamió su culo mientras lo masturbaba, él no pudo evitar mirar.

Ella se levantó sobre él e intentó meterlo pero solo entro su cabeza.

—Ves que igual no puedes...no podrás...— susurro él.

—Paso a pasó querido "padre"— se metió la cabeza de su pene en su vagina mientras lo seguía masturbando con su mano hasta que sintió su leche caliente dentro de ella.

Entonces llevó sus manos a su clítoris y comenzó a masturbarse, junto con sus ejercicios Kegel al terminar esperaba llevar su leche más profundo dentro de ella. Así llegó ella también al clímax.

—Si, me diste toda tu leche Dante, papito querido, muy bien...— dijo y lo besó mientras movía sus caderas. De a poco su vagina se acostumbraría, pudo llevarlo un poco más adentro y comenzó a frotarse contra él.

Besó su boca metiendo su lengua húmeda en ella y él correspondió su beso.

—Ahora no te importa si compartimos sangre ¿no?— le susurró en su oído y el volvió a alcanzar el orgasmo esta vez junto con ella.

—Oh si si, así, dámela toda papá...dale toda la leche a tu nena...— gimió ella que escuchó que él también gimió. Le puso un pecho en sus labios y él comenzó a succionar desesperado.

—Si así, chupa mis tetas siiii...

Él chupó la otra, no podía evitarlo, su cuerpo estaba enfebrecido de deseo y placer. Conscientemente quería rechazarla pero su cuerpo, bajo los efectos de las drogas, parecía tener otras ideas...



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