Capítulo 25 - Extra

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Dante entró en la habitación de su casa con cuidado, tratando de no despertar a su pequeña hija Catalina que dormía junto a su madre, Adriana. Su pequeña esposa. Una sensación de ternura lo invadió al ver esa escena, recordando lo afortunado que se sentía de tener a esas dos mujeres en su vida, aparte del pequeño León.

Decidió llevar a Catalina a su habitación para que descansara adecuadamente, asegurándose de que estuviera cómoda y abrigada en su cuna. Después, volvió a la habitación donde Adriana dormía plácidamente y se acostó a su lado, abrazándola suavemente y dándole besos tiernos en las mejillas.

Ella, aún adormilada, sonrió cuando sintió los labios de su marido sobre su piel. Poco a poco fue despertando y respondiendo a sus caricias, lo que avivó el deseo en Dante que, cediendo a la pasión que los consumía, empezó a besarla más apasionadamente, metiendo la lengua dentro de sus labios y jugueteando dentro de esa humedad.

Adriana abrió los ojos lentamente, encontrándose con el rostro de su marido muy cerca del suyo. Sonrió y suspiró de placer, disfrutando de sus suaves caricias en la parte superior de su cuerpo.

—Buenos días, cariño. ¿Cómo ha sido tu día? — le preguntó ellacon voz dulce y seductora.

Dante, aún abrazándola con intensidad, le habló emocionado sobre el nuevo proyecto en Londres.

—Cara, he tenido una buena noticia de esa sociedad en Londres.¿Te acuerdas que te había contado? — le preguntó y ella asintió con su pequeña cabeza —. No sé, estaba pensando ¿Crees que deberíamos considerar la posibilidad de comprar una casa allí también? — preguntó frunciendo el ceño y ella sonrió, es que lo amaba tanto tanto…

Ellos tenían casa en Milán y en Roma.

Ella, lo miró profundamente a los ojos,y respondió con voz seductora.

— Dante, amore mio, cualquier lugar en donde estemos juntos será nuestro hogar. No importa si aquí o allá, siempre seré feliz mientras te tenga a mi lado…—- susurró y pasó sus brazos por sobre el cuello musculoso de su marido atrayendo su cuerpo hacia ella.

Feliz por su respuesta y la entrega total de Adriana, Dante la abrazó con más fuerza y la besó apasionadamente, dejándose llevar por la pasión que los consumía como llamas ardientes. En ese momento, el resto del mundo desapareció y solo existían ellos dos, envueltos en su amor y deseo mutuo, como siempre.

Los cuerpos de ambos se entrelazaron con pasión, mientras sus manos se tocaban y sus lenguas danzaban juntas a la par. Sus gemidos y suspiros llenaban la habitación, demostrando el amor y la conexión profunda que compartían. No había lugar para el cansancio ni las responsabilidades diarias en ese momento y lugar, solo existía esa explosión de pasión y amor. De un mutuo deseo, que no se había apagado a través de los años.

Él colocó el pequeño cuerpo de su piccola sobre él, y agarró su perfecto culo mientras ella se frotaba con su entrepierna.

—Cómo me gustas…— susurró con esa voz profunda y ronca que la llenaba de excitación.

— Mi culo te gusta…— dijo ella sonriendo.

—Si, eso también… — admitió sonriendo a su vez él, y le quitó las bragas por debajo de la falda de su vestido mientras ella le abría la bragueta del pantalón.

Como experta, Adriana tomó con su mano rodeando la gran verga, y la colocó en la entrada de su vagina para bajar despacio sobre ella.

—Oh si, así… me encanta tu vagina, sigue tan apretada…— murmuró con satisfacción él que puso las manos alrededor de su pequeña cintura para ayudarla a subir y bajar con más rapidez mientras ella se sostenía de su pecho , reposando allí sus manos y dejaba caer su cabeza hacia atrás…hacía unos días que no cogían y mierda que lo había necesitado.

Dante aún no podía creer lo que era la vagina apretada de su mujer que parecía succionarlo con su vagina, aún después de todos esos años…

Ella se movió hacia atrás y adelante, hizo giros con su pelvis y subió y bajó hasta sentir que esa verga grande que la llenaba por completo, le daba el tan ansiado placer así que unos instantes después acabó con una gran cantidad de líquido, temblando sobre él.

Dante gimió pues sintió su orgasmo y ya no se pudo contener más, así que con un gruñido se liberó dentro de ella, temblando también.

Ella se recostó sobre él que la agarró fuerte y después de un rato, agotados pero llenos de felicidad, abrazados, sus cuerpos perfectamente encajados como si fueran uno solo, se miraron a los ojos cómplices y Dante acarició el rostro de Adriana con ternura, agradecido hacia sus adentros por haberse dejado seducir por esa loca mujer y así poder tenerla a su lado para siempre. Poco después ambos cerraron los ojos y se dejaron llevar por un breve descanso.

Adriana y Dante continuaron abrazados y adormilados por un rato, disfrutando de la intimidad y el calor que solamente ellos podían compartir. Hasta que ella rompió el silencio y le contó lo de la prospecto de niñera, Solana, que la tenía confusa e inquieta.

— Hoy estuve haciendo las entrevistas para niñera…— murmuró ella.

— Es cierto ¿Y cómo te fue?

— Mmmmm… Hubo una, que realmente me gustó, me pareció muy eficiente y tiene un currículum impecable, aparte de ser una chica evidentemente inteligente— dijo y suspiró —. El problema es que me pareció un tanto seductora y no sé si sería prudente tenerla cerca de nosotros … — completó Adriana, con un dejo de intranquilidad en su voz.

Dante, con la mirada aún llena de pasión, acarició el rostro de Adriana y le sonrió con ternura.

—Mi amor, entiendo tus preocupaciones, pero confío plenamente en ti y en tu juicio. Si consideras que es la indicada para cuidar de nuestra hija y también de León, entonces deberíamos contratarla. No tienes nada de qué preocuparte, porque soy afortunado de tenerte a ti y solo a ti y no me interesa nadie más — afirmó Dante, besando suavemente los labios de su mujer. Cuando se apartó ella puso su oreja en su corazón.

— Tienes razón. Tal vez juzgué demasiado rápido a Solana, no lo sé.... Creo que tal vez sí merece una oportunidad y, si no cumple con nuestras expectativas, quizá podamos buscar a alguien más para cuidar, especialmente, de Catalina — respondió Adriana, con una leve sonrisa de aparente alivio en sus labios.

Dante acarició el cabello de su esposa y le susurró al oído palabras llenas de amor y complicidad en italiano.

— Amore mio, somos un equipo y como te dije confío en tu buen juicio así como en tus decisiones, y estoy seguro de que harás lo correcto para nuestra familia. Aparte como te dije, yo solo tengo ojos para tí…— dijo y tomó su barbilla con suavidad obligando a la joven a clavar sus ojos en él —. Sabes que no tienes nada de qué preocuparte, solo tuyo… solo mía, ¿ok??? — murmuró él alzando una de sus cejas

Adriana asintió con la cabeza más tranquila pero aún así, interiormente se sentía insegura pues aunque Solana parecía ser la mejor opción, algo le hacía sentir no temor por su seducción hacia Dante sino, hacia ella misma…pero eso era algo que por alguna razón aún desconocida para ella, decidió no con compartir con él todavía.

LOCA POR MI PADRASTRO Donde viven las historias. Descúbrelo ahora