Capítulo 12 - ADN

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Habían pasado casi dos meses desde que lo tenía secuestrado pero él no parecía querer cambiar de idea con respecto a ella.

Aún debía continuar inyectandolo, ya que él se negaba a tener relaciones sexuales con ella de otra manera. Así que había tenido una idea.

Ese día había estado tranquilo, no había entrado ella prácticamente. Había hecho ejercicio, había visto un par de películas viejas...hasta que finalmente ella lo hizo engrillarse y entró.

A diferencia de otras ocasiones tenía un short de jean y un top de jersey, estaba descalza y sin maquillaje, parecía joven...y menos loca que lo habitual.

Entró agitando unos papeles feliz. Y los pasó por delante de sus narices.

—Tengo algo que puede interesarte — dijo sonriendo, y no era una sonrisa maliciosa sino una sincera.

—Aquí dice que hay un 0,0001% de posibilidades de que seas mí padre, ¿ves? — le puso el papel delante de su nariz y señaló el resultado.

—¿Y cómo sé si ese examen es real y no es un fraude?

Ella bufó y se sentó junto a él en la cama.

—¿Porqué eres así Dante??? No puedes simplemente dejarlo ser, relajarte y disfrutar...

—¿Se supone que disfrute de estar atado y ser tu esclavo sexual??? — le dijo con gracia en la voz.

—SI, MALEDIZIONE SIIIII...SOY LA MUJER QUE MÁS PLACER TE HA DADO ¿NO PUEDES SIQUIERA SER UN POCO MAS AGRADECIDO ACASO????

—¿Y quién te dijo que eres eso???

—¡YOOOO YO LO DIGO YO LO SÉ MALDITA SEA!

—No importa lo que diga ese papel que bien podría ser falso, y aunque no lo fuera para mí seguirás siendo una niña...la pequeña de León y Catalina...

Adriana sintió como le subían las pulsaciones y su cara enrojecía de rabia...

—Estoy HARTA de ti, esto no se suponía que fuera así...— ella esperaba que él claudicara, que terminara admitiendo que sentía otras cosas por Adriana pero por lo visto eso no iba ocurrir.

Ella se acercó al armario donde tenía bajo una cerradura eléctrica con contraseña los juguetes sexuales. Y lo abrió.

Primero lo amordazó con una tira de cuero con una bola en el medio.

—Así no escucharé más por hoy tu puta voz — le dijo mientras él protestaba cuando se lo colocaba.

Luego, fue por detrás de él y se cambió...y cuando volvió.

—Nnnn..nnooo...— él negaba con la cabeza mientras la miraba horrorizado. Ella se había puesto un cinturón con un pequeño dildo.

—Vamos es apenas más grande que mí dedo, y mí dedito lo has aceptado de buen agrado...te gustará, pero primero...— lo inyectó —Esta vez tiene algo especial, un poco de Viagra...espero que no tengas problemas de corazón "papá" sería una pena que me dejaras en medio de un orgasmo...— murmuró ella. En realidad sabía que él no tenía ningún problema del corazón, lo había chequeado.

—Ah, y vamos a necesitar esto, por supuesto...— tomó el pomo con lubricante de una mesa cercana, se lo puso en el dildo y luego embadurnó el culo de Dante.

Una vez que dejó el pote, primero empezó a masturbarlo. Luego lo chupó y lamió, se metió sus bolas en la boca y jugó con ellas un rato largo y cuando estaba entregado abrió los cachetes de su culo y metió el pequeño dildo.

Él ya no tenía fuerzas para protestar.

—Ves que te gusta, así muy bien...— dijo ella y comenzó a bombear dentro y fuera de su culo mientras lo seguía masturbando.

Ese día Dante odió a Adriana como no había odiado nunca a nadie en su vida. Odió las sensaciones placenteras que le hizo sentir, tal y como le dijo, como nunca sintió en su vida.

Quería estrangularla con sus propias manos pero no podía, estaba amarrado... aparte ella le metía y sacaba cosas, lo lamía por aquí y por allá, se lo cogió mientras tenía un plugin en su culo. Le hizo cosas que no le había hecho nadie antes. Y cuando terminó, Dante no sabía cuántos orgasmos había tenido ni cuántas horas habían pasado pero sentía el cuerpo tan sensible que le parecía que no podía ni siquiera tolerar que alguien le soplara encima.

Evidentemente para Adriana también había sido agotador, pues fue ella la que había hecho todo el trabajo. Cuando después de varias horas decidió que era suficiente, apenas se pudo bajar de la cama y se cayó al suelo. Sus piernas temblaban y no podía sostenerse en pie.

Como pudo recogió sus cosas y salió de allí, poco después los grilletes de Dante se abrieron.

LOCA POR MI PADRASTRO Donde viven las historias. Descúbrelo ahora