Capítulo 20 - Satisfacción

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Siguió en cautiverio. Aunque sin grilletes.

Al igual que el último tiempo de ella con él, empezó a compartir otras cosas, le llevaba comida, veían alguna película.

Y cogían, mucho y duro. Pero Adriana de alguna manera era feliz. Cerca de su fecha de parto, su apetito sexual no había disminuido.

Él tampoco parecía haber dejado de desearla aunque estaba enorme. Bueno en realidad era solo su panza lo que estaba grande.

A veces ella se apoyaba sobre él, y él agarraba con sus manos su panza y se la acariciaba.

No sabía que pensaba hacer una vez que naciera el bebé y temía preguntar.

Esperaba que él hubiera abandonado esa loca idea de arrebatarle a su hijo. Ya para loca estaba ella.

Un día llevó un frasco de aceite especial e íntimo, para prácticas sexuales y se lo comenzó a pasar, por sus pechos, por su panza que masajeó, por su vagina.

Luego la puso de costado y metió un vibrador en su orificio delantero y comenzó a masturbarla mientras con sus dedos escarbaba es su culo con el aceite, la estimuló hasta que le metió la verga en el orificio anal.

Y la sensación de la doble penetración... fue increíble.

—Por Dios Adriana, como me encanta tu culo, es tan ajustado...parece hecho para mí...

Ella sentía lo mismo. Y quizá, si era por y para él.

Ella solo disfrutaba de su atención. Por primera vez sentía de su parte verdadero cariño y ya no ocultaba sus ansias sexuales por ella. Lo cuál la hacía sentir deseada, y la sensación era muy placentera.

A veces aún jugaban con lo de padre e hija.

—Dale la leche a la nena...

—¿En tu lindo culito la quieres???

—Si, dámela toda...

Él entonces acabó con un gruñido mientras ella aún gozaba con el juguete por delante.

Luego se fue a lavar, volvió con papel para limpiarla. Sacó el juguete, puso sus tobillos en sus hombros y le hundió el pene profundamente en la vagina.

Al principio cuando lo hizo las primeras veces, se sentía estirada al máximo, pero ya se había acostumbrado.

—Por delante también te la daré mí niña, ragazza mía— le dijo y comenzó las embestidas...y luego de un rato de estar bombeando dentro y fuera,

—Adriana, puedo sentir como acabas en tu pequeña vagina, te llenaré de semen por aquí también — le dijo antes de meterse sus tetas en la boca y comenzar a succionar como a ella le gustaba, mordisqueando sus pezones y lamiendo.

Ella sintió el líquido caliente por delante cuando él acabó.

Luego sacó su pene, se incorporó sobre la cama y lo hundió en su boca hasta su garganta.

—Hasta la última gota nena — dijo y ella terminó de succionar, y exprimir toda su leche.

—Ay si así, nada como sentir tu dulce boca mi niña...— dijo mientras se la enterraba hasta las pelotas y acariciaba su cabello.

Luego la llevó a la ducha y la bañó, para sacarle todo el aceite. Se arrodilló frente a ella y comenzó a enterrar su lengua mientras tocaba su clítoris.

—Haz lo que te hice esa vez, dame de beber—

Le dijo entre sus piernas, entonces ella orinó en su boca y él bebió de ella, y chupó y se relamió mientras le metía sus dedos por detrás y delante hasta que ella alcanzó el clímax nuevamente.

Después la puso de cara a la pared, abrió sus nalgas y volvió a metersela por el culo mientras tocaba su clítoris hasta que ambos alcanzaron el orgasmo otra vez. Entonces como en esa ocasión, la secó, cambió las sábanas y la dejó durmiendo, satisfecha y relajada.

LOCA POR MI PADRASTRO Donde viven las historias. Descúbrelo ahora