Cibeles

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Cibeles es la diosa madre anatólica; pudo tener una posible precursora en neolítica en Çatalhöyük, donde se han encontrado estatuas de mujeres rechonchas, a veces sedentes. Es la única diosa conocida de Frigia, siendo probablemente una deidad estatal. Su culto frigio fue adoptado y adaptado por los colonos griegos de Asia menor y extendido a la Grecia continental y sus colonias más distantes en torno al siglo VI a.C.

En Grecia, Cibeles tuvo una acogida variada. Fue asimilada parcialmente a los aspectos de Gea, su equivalente minoico Rea y la diosa madre de la cosecha Deméter. ALgunas ciudades-estado, destacando a Atenas, la evocaban como protectora, pero era celebrada en los ritos griegos y las procesiones la muestran esencialmente como una exótica diosa misteriosa extranjera que lleva por un carro tirado por leones con el acompañamiento de música salvaje, vino y una extasiada comitiva desordenada. Exclusivo de la religión griega, tenía sacerdotes mendigantes eunucos. Muchos de sus cultos griegos incluían ritos al castrado consorte-pastor frigio Attis, que probablemente fue una invención griega. En Grecia, Cibeles se asoció con las montañas, ciudades y murallas urbanas, naturaleza fértil y los animales salvajes, especialmente los leones.

En Roma, Cibeles fue conocida como Magna Mater ("Gran Madre"). El estado romano adoptó y desarrolló una forma particular de su culto después de que el oráculo sibilino le recompendara su conscripción como componente religioso clave en la segunda guerra de Roma contra Cartago. Los mitógrafos romanos la reinventaron como una diosa troyana, y por tanto, una diosa ancestral del pueblo romano por medio del príncipe troyano Eneas. Con la hegemonía final de Roma sobre el mundo Mediterráneo, las formas romanizadas de los cultos de Cibeles se extendieron por el imperio. El significado y moralidad de sus cultos y sacerdocios fueron temas de debate y disputa en la literatura griega y romana, permaneciendo igualmente en la comunidad actual.

ORÍGENES DEL CULTO Y DESARROLLO

Anatolia

No existen textos contemporáneos o mitos que sirvan del testimonio del carácter y naturaleza original del culto frigio de Cibeles. Pudo haber evolucionado del tipo estatuario encontrado en Çatalhöyük en Anatolia, fechado en el siglo VI a.C. e identificado por algunos como una diosa madre. En el arte frigio del siglo VIII a.C., los atributos cúlticos de la diosa madre frigia incluyen leones asistentes, un ave de presa y un pequeño vaso para sus libaciones u otras ofrendas.

La inscripción Matar Kubileya/Kubeleya en un santuario frigio tallado en piedra, datada de la primera mitad del siglo VI a.C., suele leerse como "Madre de la montaña", una lectura apoyada por fuentes clásicas antiguas y consistente con Cibeles como una de varias diosas tutelares similares, cada una conocida como "madre" y asociada con montañas anatólicas específicas u otras localidades: por tanto, una diosa "nacida de la piedra". Ella es la única diosa conocida de la antigua Frigia, siendo probablemente la diosa más importante del estado frigio.

En el siglo II d.C., el geógrafo Pausanías da testimonio de un culto magnesio (Lidio) a "la madre de los dioses", cuya imagen fue tallada en un espolón de roca del monte Sípilo. Se creía que esta era la imagen más antigua de la diosa, atribuyéndose al legendario Broteas. En Pesinunte, Frigia, la diosa madre - identificada por los griegos como Cibeles - tomó el aspecto de una piedra amorfa de hierro meteórico negro, pudiendo haber sido asociada con o idéntica a Agdistis, la diosa de la montaña de Pesinunte. Esta era una piedra anicónica que fue llevada a Roma en el 204 a.C.

Las imágenes e iconografía en contextos funerarios y la ubicuidad de su nombre frigio Matar ("Madre"), sugieren que era una mediadora entre las "fronteras de lo conocido y lo desconocido": lo civilizado y lo salvaje, los mundos de los vivos y de los muertos. Su asociación con los halcones, leones y la piedra del paisaje montañoso del yermo anatólico, parecen caracterizarla como la madre de la tierra en su estado natural libre de restricciones, con el poder para gobernar, moderar y suavizar su ferocidad latente, y controlar sus amenazas potenciales a una vida civilizada asentada.. Las élites anatólicas buscaban obtener su poder protector para formas de culto gobernante; en Lidia, su culto tenía posible conexiones con el rey semi-legendario Midas, como su patrocinadora, consorte o co-divinidad. Como protectora de ciudades, o cualquier ciudad-estado, se le mostraba a veces vistiendo una corona mural, representando las murallas de la ciudad. Al mismo tiempo, su poder "transcendían cualquier uso político puro y hablaba directamente a los seguidores de la diosa de todas las condiciones sociales".

Se cree que algunos monumentos verticales fueron usados para libaciones y ofrendas de sangre a Cibeles, quizás anticipándose por varios siglos al foso usado en el Taurobolio y el criobolo durante la época imperial romana. Con el tiempo, sus cultos frigios e iconografía fueron transformados, y finalmente subsumidos, por las influencias e interpretaciones de devotos extranjeros, primero griegos y luego romanos.

 Con el tiempo, sus cultos frigios e iconografía fueron transformados, y finalmente subsumidos, por las influencias e interpretaciones de devotos extranjeros, primero griegos y luego romanos

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