Santiago, uno de los amigos más cercanos de Bruno Molina, es un chico de baja estatura, pero con un encanto regordete. Su pasión por la cocina y su sólida amistad con Bruno eran inquebrantables. Ambos se encontraban en el escenario, compartiendo un tazón repleto de papas fritas. A pesar de su esfuerzo por mostrar interés en la conversación de su amigo, los ojos de Bruno no dejaban de caer sobre la chica rubia que se encontraba de pie en una esquina, visiblemente incómoda.
-Oye, Santi... -Bruno interrumpió la charla de su amigo, quien alzó una ceja intrigada.
Santiago siguió la mirada de Bruno hacia donde señalaba y, al reconocer a la chica, una sonrisa boba se dibujó en su rostro.
- ¿Hablas de Patito...? -suspiró-. Es tan linda...
Bruno le dio un golpe juguetón en el hombro, haciendo que su amigo se sonrojara y comenzara a ventilar el aire con las manos.
-Parece que sí la conoces.
-Sí, algo así. Somos como amigos... Me encantaría que fuera algo más, pero ella me dijo que no estaba interesada en mantener una relación porque es muy joven aún.
Bruno dudó por un momento sobre lo que haría, pero al ver a Antonella pasar con soberbia, besando los labios de Matías, encontró la motivación necesaria para seguir adelante con la descabellada idea de Josefina.
-Se ve muy sola ahí. ¿Y si la invitamos a unirse a nosotros para conversar?
Santiago estuvo de acuerdo con entusiasmo y alzó las manos, gritando con fuerza: ¡Patito! ¡Patito!
La rubia alzó la mirada, buscando quien la llama con tanta insistencia, y encontró a ese chico regordete que es uno de sus vecinos y le había llevado un pastel gigante recién horneado cuando se mudó a la villa. Santiago le hizo señas para que se acercara, y con ciertas dudas, Patito se dirigió hacia los dos jóvenes. El regordete, Santiago, y el otro chico, cuyo nombre desconocía, la esperaban con una sonrisa amistosa.
-Patito, ¿quieres comer papitas? ¡Están buenísimas! -Santiago la animó a unirse, pero ella se negó tímidamente.
Bruno la observó detenidamente, de pies a cabeza, una acción que la hizo sentir incómoda. Ella se volteó hacia él, y Bruno le ofreció una amigable sonrisa.
-Hola -saludó Bruno, extendiendo la mano hacia ella.
-Hola -respondió Patito, devolviendo aquel gesto.
La tensión en el aire se hacía palpable. Santiago, visiblemente emocionado por estar cerca de Patito, intentó aliviar la situación y propuso traer una bebida para ella. Patito estaba a punto de rechazar la oferta, pero Santiago ya había salido corriendo, dejándola a solas con Bruno. La mirada persistente de Bruno la hizo sentir aún más incómoda, y finalmente, después de una larga pausa incómoda, Patito reunió el valor para expresar sus pensamientos.
- ¿Podrías dejar de mirarme? Por favor -le pidió Patito, con una expresión de incomodidad.
-Oh, lo siento... ¿Te molesta? -respondió Bruno, sintiéndose un poco avergonzado.
-Sí, de hecho, sí... no me gusta que me observen mucho.
El silencio se apoderó en la pequeña esquina del escenario donde Patito y Bruno compartían un momento inusual. Patito se sentía atrapada en la conversación, y sus dedos jugueteaban con las mangas de su polar rojo mientras sus ojos miraban tímidamente hacia abajo. La timidez la había envuelto como un manto, haciendo que cada palabra que pronunciaba fuera un esfuerzo monumental.
Bruno, por su parte, estaba decidido a romper ese hielo incómodo. Sabía que había algo especial en la chica rubia que tenía frente a él, algo que no se dejaba ver a simple vista. Mientras jugueteaba con la última papa frita, Bruno la observaba detenidamente, sin desviar la mirada. Su pelo rubio caía con dos trenzas sobre los hombros, y sus ojos parecían contener un mundo de emociones bajo su timidez.
ESTÁS LEYENDO
Game over
FanfictionJosefina Beltrán y Bruno Molina, impulsados por la venganza, desatan un drama retorcido en el colegio. Pero en medio de su plan, surge un amor inesperado entre Bruno y la dulce y talentosa Patito, la inocente victima de todo este caos.