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En el silencio tenso de la habitación, el timbre sonó, interrumpiendo el juego de Bruno en la televisión. El chico se puso de pie con una mueca de fastidio al reconocer el fuerte aroma del perfume de Antonella que precedía su presencia. Decidido a deshacerse de esa fragancia invasiva, Bruno se apartó y dejó que Antonella entrara sin decir palabra alguna.

— ¿Y bien? ¿Qué pasa? — preguntó Antonella, girándose con los brazos cruzados, observando con curiosidad a Bruno. — ¿Me llamaste para disculparte por dejarme y decirme que quieres volver?

Bruno rodó los ojos y, sin prestarle mucha atención, caminó hacia el sofá, donde retomó su juego. Antonella, confundida, se sentó a su lado y le arrebató el control de las manos. La pantalla mostraba un "Game over", indicando la pérdida de Bruno en el juego.

— Te llamé por otra razón, Antonella. No tengo interés en volver contigo —respondió Bruno con molestia.

— Si no quieres volver conmigo, ¿entonces por qué me llamas? Seguro es alguna excusa para verme. No te hagas el desentendido, Brunito... aún me quieres —ronroneó Antonella.

Bruno negó con la cabeza y se levantó, dirigiéndose hacia la chica. La atmósfera estaba cargada con el juego de miradas y palabras que ambos conocían demasiado bien. Bruno, decidido a no caer de nuevo en ese juego, habló con franqueza.

— Quiero contarte algo que vi este fin de semana. Creí que deberías saberlo. Es tu novio a quien vi.

Antonella dejó a un lado el control, su expresión cambió, volviéndose seria. Su tono de voz se volvió más frío y directo.

— Habla.

Bruno se volteó hacia ella, apoyando su brazo en el respaldo del sofá. Ambos se miraron fijamente, continuando el juego que solo ellos entendían. Con molestia, recordando la escena, Bruno habló directamente.

— Matías tuvo una cita con Patito en el cine.

Antonella abrió los ojos y la boca, sorprendida por la revelación de su exnovio. La rabia se acumuló en sus puños y se levantó de un salto.

— ¡¿Qué?!

Bruno suspiró profundamente y volvió a mirar la pantalla que aún anunciaba el "Game over".

— Lo que escuchaste, nena. — Murmuró entre dientes. — Matías tuvo una cita con Patito, ambos estaban muy acaramelados y sonrientes.

La sangre le hervía a Antonella al recordar cómo esos dos parecían disfrutar de su tiempo juntos.

— ¡Imposible! ¡Matías jamás se fijaría en alguien como Patito! ¿Estás bromeando, verdad?

— Ay, Antonella. No seas tan lenta, pensé que eras más inteligente. — Respondió Bruno, dejando al descubierto sus cartas.

Bruno lo había reflexionado una y otra vez. No permitiría que Matías le arrebatara a Patito, especialmente cuando la necesitaba para vengarse de Antonella.

— ¡Habla claro de una vez! — Bruno sonrió de costado y se acercó a Antonella.

Ella permaneció quieta, sintiendo el roce de Bruno contra sus brazos. Subió la mano hasta tomar su mentón, alzando la vista para encontrarse con la mirada intensa de Bruno. Entonces, Bruno rozó sus labios en un juego frío, separándose bruscamente.

— Josefina Beltrán está detrás de todo esto —dijo finalmente Bruno. Antonella no sabía cómo reaccionar; la revelación de su conexión con Josefina la tomó por sorpresa.

— ¿Qué? ¿Y por qué ella haría algo así?

— Porque quiere que Patito y Matías sean novios, Antonella. Estás siendo lenta —le reprochó Bruno.

— Esto es una locura. Matías me adora, más que a su hermana incluso. Él haría cualquier cosa por mí, incluso perdonarme una infidelidad...

— Pues parece que Matías encontró a alguien a quien adorar más: Patricia Castro, ¿no? Recuerdo que peleaste más con él por Patito que por nuestra antigua relación, ¿verdad?

Antonella quedó congelada. Bruno le había lanzado dardos directos a su ego. Matías se molestó cuando descubrió la relación secreta entre ella y Bruno, pero la perdonó. Volvieron a estar juntos, pero ahora las cosas se veían diferentes, y ella ni siquiera se había dado cuenta de que Matías ya no la buscaba.

— Si esto es una de tus bromas, Bruno, juro que te mato, ¿me oíste?

— Me gustaría que fuera una broma, pero no lo es. Matías está explorando terrenos que me pertenecen, y eso me molesta.

— ¿Hablas de Patricia? ¿De verdad te gusta esa chica? —dijo Antonella con asco. — Esto es una locura. Mis dos novios se interesan por la misma chica patética.

Bruno rodó los ojos nuevamente y se sentó en el sillón.

— Solo te estoy diciendo lo que sé, Antonella. Quiero que alejes a Matías de Patito. No me gusta cómo él siempre está detrás de ella como un perro guardián.

— ¿Y si no quiero? — Bruno se volteó a verla de golpe, y Antonella se acercó a él, tomando asiento a su lado. — ¿Y si dejo que Matías se enamore de Patito para que así tú y yo podamos...

Bruno la apartó y negó con la cabeza.

— No hay un tú y yo en esta historia, Antonella. Olvídalo y ocúpate de alejar a Matías de Patito. Si no lo haces por las buenas, me veré obligado a hacerlo por las malas.

— No entiendo por qué te esfuerzas tanto —burló Antonella—. A Patito siempre le ha gustado Matías desde que llegó.

— ¿Cómo sabes eso?

Antonella cerró la boca, dejando a Bruno con la duda.

— Solo lo sé, ¿entiendes? Ahora, si realmente quieres alejar a tu novio de Patricia Castro, lo haré, pero no por ti, sino por mí. No permitiré que Josefina Beltrán se salga con la suya.

Antonella se puso de pie, irradiando determinación. Había soportado suficientes juegos y manipulaciones de Josefina. No se quedaría de brazos cruzados mientras le arrebataba a su novio.

— Voy a dejarle claro a Patito que no se meta con lo que es mío —declaró, apretando los puños.

Bruno también se levantó, interponiéndose en su camino.

— No tan rápido. No permitiré que vayas a amenazar o lastimar a Patito —advirtió con voz grave—. Si quieres recuperar a tu noviecito, tendrás que idear otro plan.

Antonella resopló con frustración. Odiaba que Bruno defendiera así a esa mosquita muerta.

— Entonces, genio, ¿tú qué propones? Estamos contra reloj antes de que la santurrona de Patito engatusé más a MI Matías —remarcó furiosa.

—Yo solo te di la información y advertencia necesarias. Ahora te toca a ti ver cómo alejas a Matías de Patito.

Antonella, a pesar de su frustración, decidió aceptar la realidad de la situación. Sabía que enfrentar a Patito directamente no era la mejor opción, y tampoco quería perder a Matías. Se mordió el labio inferior, buscando una estrategia que le permitiera recuperar lo que consideraba suyo.

— Está bien, Brunito, jugaré tu juego. Pero que quede claro, lo hago por mí, no por ti —declaró Antonella con determinación.

Bruno asintió con una sonrisa socarrona. Ambos tenían sus propias cartas bajo la manga, y la rivalidad entre ellos estaba lejos de terminar.

— Solo asegúrate de que Matías deje de lado a la tonta de Patito. Eso es todo lo que me importa —dijo Bruno.

Antonella se marchó con un asentimiento, dispuesta a trazar su propio plan. Bruno, por otro lado, se quedó en la sala, con la mente llena de pensamientos y emociones confusas. Había desatado una serie de eventos que no podía controlar por completo, y eso le inquietaba.

Game overDonde viven las historias. Descúbrelo ahora