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Patricia se encontraba en el colegio, su corazón latiendo con desesperación. Nunca imaginó que algo así sucedería. Al abrir su casillero, una rosa roja hermosa y delicada estaba pegada en su interior, con una nota cuidadosamente amarrada a un lazo. Era un gesto simple pero lleno de significado. Las miradas curiosas de sus compañeros se posaron en ella mientras tomaba la rosa y guardaba sus útiles.

En ese momento, Antonella, su amiga traviesa y siempre tan burlesca, se acercó con una sonrisa en su rostro.

— Vaya, vaya... Parece que alguien tuvo una cita exitosa ayer —susurró Antonella con una voz que resonaba como un frío aire de invierno. Patricia dio un salto en su lugar y se giró para enfrentarla.

— Buenos días, Antonella —respondió Patricia con una mezcla de nerviosismo y curiosidad.

— ¿Y quién te dejó esa hermosa rosa? ¿Fue Lucas acaso? —preguntó Antonella, con una mirada traviesa en sus ojos.

Patricia titubeó por un momento y negó con la cabeza.

— No lo sé, supongo...

— O quizás fue Matías. Si fue él, ya no es lindo. Tíralo —bromeó Antonella, sacudiendo su cabeza.

Patricia sonrió divertida por la ocurrencia de su amiga y tomó la nota para abrirla. Antonella se inclinó sobre ella para leer también.

"Hoy no te voy a decir 'Te quiero', te lo voy a demostrar el resto de días del año.

Atte. Bruno M."

Patricia sintió cómo su corazón empezaba a latir más rápido al leer esas dulces palabras. Un cosquilleo recorrió su cuerpo y una sonrisa se dibujó en su rostro, pero enseguida la borró.

— ¡Oh, Dios mío! —exclamó Antonella, sin poder contener su diversión al ver la reacción de Patricia—. ¡Pero qué han leído mis lindos ojitos!

— No empieces con tus juegos, Antonella. Seguro que esto es solo otra de las travesuras de Bruno. Él no entiende las palabras. Ayer le dejé claro que no quería saber nada de él y mira, lo primero que hace es...

— Confesar sus sentimientos de la manera más romántica que un chico puede hacer por la chica que le gusta —interrumpió Antonella, con una voz soñadora y una pizca de travesura en sus palabras.

— Quiero creer que se equivocó de casillero —dijo Patricia, intentando convencerse a sí misma.

— Bueno, bueno, bueno... Según mi intuición, te encontraste con Bruno —afirmó Antonella con ironia.

El corazón de Patricia latía rápidamente mientras Antonella especulaba sobre la situación. No podía evitar sentirse sorprendida y confundida por las acciones de Bruno. Después de todo lo que había pasado entre ellos, ¿cómo se atrevía a aparecer de repente y expresar sus sentimientos de una manera tan romántica?

Patricia intentó descartar la idea de que Bruno se había equivocado de casillero, pero una pequeña parte de ella esperaba que fuera cierto. No estaba lista para enfrentar las emociones que su presencia despertaba en ella.

— No puedo creer que haya sido tan atrevido —dijo Patricia, tratando de ocultar su verdad.

— Tal vez esté desesperado por reconquistarte —sugirió Antonella.

Patricia suspiró y se mordió el labio inferior, tratando de procesar todo lo que estaba sintiendo. Sabía que tenía que hablar con Bruno y aclarar las cosas de una vez por todas, pero también tenía miedo de abrir su corazón a la posibilidad de ser lastimada nuevamente.

— Creo que lo mejor sería dejar el tema de lado. Solo quiero estar bien —dijo Patricia, tratando de convencerse a sí misma.

— Ok, como digas. Pero cuéntame, ¿cómo te fue con Lucas? —preguntó Antonella, con una mirada expectante.

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