Capítulo XIII: Huir.

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Tuve el deseo de estar sola, bajo un árbol, un sauce llorón específicamente, cubierta por sus hojas

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Tuve el deseo de estar sola, bajo un árbol, un sauce llorón específicamente, cubierta por sus hojas. Sin embargo, estaba rodeada de gente.

—No entiendo ¿Qué estamos viendo? —preguntó Daisy pero yo no le contesté.

—No lo sé —susurró Thomas.

—A él —dije en un susurro, estaba ahí con su mejor traje, peinado con sus rizos aplastados. Agarrada de su brazo estaba ella, la dueña de su corazón. Y, Dios, era hermosa, con un hermoso vestido celeste, tenía encaje y mangas abombadas. Me sentí mal, por alguna razón, pensé que yo me veía ridícula en mi vestido de flores.

—¿Stephen Andrews? —preguntó Daisy, me sentí culpable, nunca les había contado nada de él, lo había guardado como un secreto.

De repente nuestras miradas se conectaron, pude ver como se quedaba blanco.

—Vamos —dije y dirigí a mis amigos a otro lado.

Una vez que estábamos detrás de una de las tiendas me senté en el suelo y me hice bolita abrazando mis piernas.

—¿Estás bien? —preguntó Thomas mientras se agachaba.

—Sabes qué nos puedes contar lo que sea, somos almas afines o algo así.

—Stephen y yo éramos amigos cuando éramos niños —comencé a contarles— después dejamos de hablar, cuando me mudé. Nos volvimos a encontrar hace poco y siento algo extraño cada vez que estoy con él y no sé que es. Y luego caigo en la realidad de que está cortejando a otra chica y que nunca podré ser su amiga —expliqué desesperadamente.

—Estás enamorada de él —comentó Daisy como si fuera lo más sencillo del mundo.

—¿Qué? Por supuesto que no, él era mi mejor amigo.

—¿No dicen que de la amistad al amor hay una línea delgada? —dijo Thomas un poco avergonzado.

—No, no me enamoraría de ustedes —expuse mirándolos.

—Por supuesto que no.

—Chicos, nunca entienden nada. Tenemos una situación de enamoramiento. Desde mi inexperiencia total opino que deberías confesarle lo que sientes —dijo Daisy francamente.

—Pero ni siquiera yo sé lo que siento.

—Bueno, hay que admitir que en los libros es mucho más fácil.

—Pero si está cortejando a otra no deberías estar con él.

—Thomas tiene razón, soy una tonta ¿Por qué me enamoré de alguien que se está por comprometer?

—¡Admitiste que estás enamorada! —gritó Daisy.

—¡No sé qué es estar enamorada! Nunca me sucedió.

—En los libros las chicas sienten mariposas en el estómago, pero creo que eso sería desagradable. Se ruborizan cuando ven a ese chico, dicen cosas tontas enfrente de ellos, cosas así. ¿Haces algo de eso?

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