Capítulo XV: Una mujer solterona.

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Mientras desayunaba alguien tocó la puerta

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Mientras desayunaba alguien tocó la puerta.

—¡Amelia, es Daisy! —gritó mi madre después de abrir la puerta—, pasa querida, Amelia está desayunando.

Mientras me levantaba Daisy llegó al comedor con una sonrisa peculiar en el rostro.

—Buenos días Daisy —le dije dándole un abrazo que fue gratamente aceptado.

—Buenos días.

—¿Y Thomas? —le pregunté cuando no lo ví, era un evento extraño, ellos siempre iban juntos a todos lados.

—Está con Joshua —respondió rodando los ojos y se sentó en la mesa.

Joshua era su nuevo amigo, se encontró con él por casualidad en el pueblo y de algún modo se volvieron amigos inseparables.

—Bueno, al menos él lo hace feliz ¿Verdad? —Tomé una cucharada de mi avena y la metí en mi boca.

—Em, no. Nos reemplazó, encontró a un chico y dejó al grupo chicas, eso es traición en contra de sus almas afines —exclamó dramáticamente y a mi me dio risa.

—Estoy segura de que seguimos siendo almas afines, seguimos siendo solo los tres en contra del mundo, pero ahora Joshua es parte de él. Imagínate el día en el que consiga esposa ¿Cómo reaccionarías? —razoné y Daisy comenzó a reír.

—Lo siento, pero mi hermano no es del tipo de chico que algún día tendrá esposa.

—Bueno, supongo que si él quiere ser soltero lo podrá hacer.

—Mamá y papá quieren que se case con nuestra vecina, pero él no quiere.

—Entonces que no se case.

—No lo entiendes Amelia —Daisy suspiró—, no es solo el querer, es la necesidad.

—No comprendo ¿La necesidad de que? —realmente no entendía a qué se refería.

—Venimos de una familia grande y pobre, Thomas debe casarse y conseguir empleo para poder sustentar a su esposa y futuros hijos, y de paso liberar a mi padre de sus gastos, así es la vida. Nos toca a todos, supongo que yo también me casaré, espero que sea alguien rico, eso solucionaría muchos problemas.

—Apenas tenemos diecisiete años, no podemos pensar en hijos y esposos —exclamé asustada, deje de desayunar, el comentario de Daisy me atemorizaba. No estaba lista para formar una familia.

—Exactamente, tenemos diecisiete años, debemos pensar en el futuro o al menos eso dice mi madre, ella se casó con mi padre cuando tenía dieciséis.

—¿Qué? ¿Pero ella lo amaba?

—Por supuesto que sí Amelia, pero fue afortunada, hay muchos que se casan sin amor.

—Yo no quiero esa vida —comenté con temor, creo que ahora tengo un nuevo miedo: verme obligada a casarme con alguien a quien no ame. Pensé en Stephen, él se casaría con alguien a quien no amaba, creo que ahora puedo comprenderlo un poco más.

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