20 de agosto, 2017

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Hoy, de camino a la universidad, el eco de tu canción resonó en mis oídos, como un susurro familiar que se negaba a desaparecer. Su melodía se enredó en los recovecos de mi mente, y durante todo el día, la tarareé inconscientemente. En medio de las clases, caminando por los pasillos abarrotados, incluso mientras compartía conversaciones triviales con mis compañeros, esa canción persistía, como un mantra que se repetía sin cesar.

Es impresionante la fuerza con la que te he metido en mi cabeza. Me he cuestionado si esta obsesión es solo el reflejo de una mente desequilibrada o si existe una razón más profunda detrás de esta conexión intensa. ¿Cómo puedo explicarte que cada acorde, cada palabra de esa canción, parece resonar con los latidos de mi corazón? Me siento como si estuviera perdiendo la cordura, como si estuviera en el borde mismo de la razón, y no encuentro salida. La pregunta persiste, ¿qué está sucediendo conmigo?

En las últimas noches, finalmente he logrado conciliar el sueño gracias a las pastillas que me recetaron. Descansar adecuadamente se ha convertido en mi ancla, una pausa necesaria que me permite recuperar el control sobre mis emociones y pensamientos tumultuosos. Estas pastillas han sido como un salvavidas en medio de la tormenta, frenando la avalancha de pensamientos que amenazaban con arrastrarme y ahogarme. Por primera vez en mucho tiempo, siento que puedo respirar, incluso si es solo por unas horas cada noche.

Creo que se le llama resiliencia, curiosamente lo aprendí esta semana en clases de psicología. Es aprender a tomar bien situaciones adversas o dramáticas, es decir, con calma. Es cierto, que no lo tomé bien, pero ahora estoy aprendiendo a hacerlo; estoy viéndolo desde otra perspectiva.

Me reuní nuevamente con mi grupo de la universidad, aunque todavía no son realmente mis amigos, compartimos intereses similares, y tal vez con el tiempo podamos convertirnos en amigos de verdad. Nos hemos organizado para salir mañana por la tarde al centro comercial, y existe la posibilidad de que veamos una película.

He de decirte que pensar en ti es casi cada vez menos frecuente. No sé si esto era lo que querías, pero si era así, parece que estoy avanzando en la dirección correcta porque puedo afirmar que estoy empezando a dejarte atrás, paso a paso, día a día.

Antes de llegar a casa, una compañera me ha invitado a un evento religioso, sabes de sobra que no soy un tipo que asista a eso ni soy alguien de fe, pero le he dicho que me lo iba a pensar. Puede que en otros momentos eso significara un no rotundo, pero ahora en verdad me planteo la idea de ir. Quizás me ayude.

Estoy buscando los medios para salir de aquel agujero en que me he metido, no diré que tú lo hiciste, he reflexionado y sé que fui yo. Yo me lancé de lleno a esa oscuridad desde hace muchos años. Y es hora de que salga de allí y vaya a buscar luz. Puede que te parezca absurdo, y puede que lo sea, pero ¿si no lo es?

Decidí escribir porque aún albergó esperanzas que no quiero sepultar, en algún momento lo haré, pero mientras tanto, sigo esperando que respondas.

Iré a dormir, leí que tener un horario de sueño ayuda a tener equilibrio en la cabeza. Te dejo lo que escribí hoy antes de entrar a mi primera clase...

¿Has escuchado aquella canción?
Esa que suena en la radio.
Presta atención, por favor,
porque aquella es nuestra canción.

Mi alma vuela al recordarte,
se aleja al pasado intentando quedarse.
Se aferra con uñas a tu cuerpo,
llorando con clamor tu regreso.

Oye el canto de mi voz apagada,
necesito oírte de nuevo.
Oye el desespero de mis palabras,
necesito verte de nuevo.


Postdata: puedo dejar de escribirte cuando me pidas hacerlo.

Con amor,
Gustavo

Soy TuyoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora