Candy llegó puntual a su cita con la señora Flower, apenas llamó a la puerta una de las mucamas le abrió y le hizo pasar. La empleada le indicó que podía esperar en el salón de té, y la llevó hasta allí.
Vestía su uniforme de enfermera, fue más evidente para ella cuando Elaisa Flower entró a su salón y la vio de arriba abajo, y le dio los buenos días con trato formal.
—Insisto en que me llame Candice o Candy, como usted lo prefiera estará bien, no me gustan las formalidades, además seremos familia —Candy desplegó su mejor sonrisa.
—Mientras esté en mi casa usted recibirá el trato que se merece Lady Granchester.
Candy suspiró, aquella no sería una batalla fácil de ganar. La mujer ni siquiera consultó si gustaba de un té, la mucama llegó minutos después con un servicio para las dos damas, y sirvió una taza humeante a cada una.
—¿Se dirige a la clínica?
—Sí, tengo turno hasta el final de la tarde.
—¿Cómo lo hace? Tantos niños y poca ayuda, yo no podría vivir sin mis mucamas.
—Tengo ayuda suficiente, además ya sólo nos quedan dos niños pequeños, y he criado a mis hijos con suficiente independencia, mi esposo lo llama el "método Pony", todos colaboramos en casa.
—¿El método Pony?
—Sí, es que verá, soy huérfana, me crie en un orfanato llamado el Hogar de Pony, en un hermoso campo de Estados Unidos. Fui criada con sentido colaborativo por mis dos madres, las dos mujeres que dirigen el orfanato. Todos debíamos cooperar con las tareas del hogar, niños, niñas, todos sin distinción teníamos quehaceres para mantener el orden, la limpieza, poner la mesa, nos ayudábamos unos con otros. Así he criado a mis hijos, Lady Flower, con ese mismo sentido cooperativo y también con mucho amor, justo como fui criada. Soy una Arlday porque mi buen padre, el señor William Ardlay tuvo la generosidad de adoptarme cuando yo era una niña de doce años. Antes era una sirvienta en la casa de una familia rica, dormía en el establo, no me trataban muy bien. Y el señor Ardlay, Albert que es como lo llamo, fue tan bueno que quiso darme una mejor vida y me adoptó. Además, soy divorciada, el señor Granchester es mi segundo esposo, fui prácticamente orillada a casarme con un hombre al que nunca amé, un matrimonio arreglado, y que a mí me pareció conveniente en ese momento de mi vida, porque era casarme con él o con cualquier otro que escogiera mi tía adoptiva, así que acepté a este hombre, que al menos conocía, a cambio, él lograba una mejor posición en la familia Ardlay. Sé en carne propia lo que es la infelicidad de un matrimonio sólo por conveniencia.
Candy tuvo que contener su propia risa al ver como la cara de Elaisa se transfiguraba, pensó que a la pobre mujer le daría un desmayo, pero en el fondo ella hablaba seriamente.
—Son temas de los que no me avergüenzo en lo absoluto, tampoco mi esposo. Todos mis hijos conocen mi historia. Saben que tengo dos madres, las dos buenas mujeres que dirigen el hogar, ahora una de ella muy anciana. Y a mi padre adoptivo siempre lo he visto más como un hermano mayor, que como a un padre, siendo que es sólo once años mayor que yo. Creo que por eso fue natural para mí, y para mi esposo ser padres adoptivos de un niño que aún me hace cuestionarme si en verdad lo merezco como hijo.
Elaisa seguía sin pronunciar palabra alguna sólo escuchaba. Aquello era mucho más de lo que ella jamás pensó escuchar, y apenas Candy comenzaba a hablar.
—Sé que no debe ser fácil para usted aceptar que su única hija se case con un joven del que se desconocen sus orígenes. Yo sé todo sobre los padres biológicos de Oliver. Pero si me lo permite, le contare todo desde el principio. Oliver llegó a nuestras vidas porque fue llevado al Hogar de Pony, se encontraba muy débil y enfermo, con problemas de nutrición. Su madre lo llevó allí para salvarlo, ambos se morían de hambre, ella era muy pobre no tenía dinero para mantenerse y mantenerlo. Cuando mi madre me habló de este pequeño niño me convertí en su benefactora, hice todo lo que estaba a mi alcance para que recibiera buena atención médica, y fuera bien alimentado, y de forma anónima también ayudé a su madre, pero ella murió sin que se pudiera hacer nada más por ella. Antes de partir con el Señor, ella fue a despedirse de su hijo, fue poco antes de que mi esposo y yo fuéramos por él a Estados Unidos para adoptarlo oficialmente, ella renunció a él para salvarle la vida. Al momento de morir dejó dos cartas, una para mí, y una que debo entregarle a Oliver el día de su boda, esa fue su voluntad. No sé qué dice esa carta, pero en la mía me contó todo sobre el nacimiento de Oliver y quien era su padre. Ella fue una buena mujer que sólo cometió el error de enamorarse de un mal hombre, un hombre muy rico, proveniente de una familia muy notable de Chicago, pero que fue incapaz de reconocerlo como hijo y abandonó a su madre. Conozco a esa clase de personas, lamentablemente. No puedo revelarle a Oliver ni a nadie la identidad de su padre de sangre, pero si de algo le sirve, sepa que proviene de una muy buena familia, si al hecho de tener mucho dinero los convierte en personas buenas y decentes. Sabe algo, Lady Flower, siempre estaré agradecida con esa mujer, ella lo trajo al mundo y en un acto de puro amor me lo entregó para que fuera mi hijo, para que le diera una oportunidad en este mundo, y ahora siento que fue él el que me dio la oportunidad de ser su madre.
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Dear Terry: Nosotros en la tempestad
FanfictionTras el estallido de la guerra los Granchester se han asentado en una hermosa Cotswold Cottage en la ribera del río Avon en Stratford. Un sitio ideal para llevar una vida tranquila, pero es mayo de 1941, nadie en Inglaterra podía llevar una vida tra...