Candy se llevó una mano a los labios, ahogando un gemido de dolor, y pensó como todos podemos hacerlo en algún momento de la vida, que nunca estamos preparados para la muerte de un ser amado. Mike que estaba parado cerca de ella leyó su rostro de consternación. Candy permanecía inmóvil, con el auricular en una mano temblorosa. Unos tímidos rayos de sol se filtraban a través de las ventanas, y ella pudo sentir como el frío de aquella nueva mañana se instalaba en su corazón.
Volvió a repasar las palabras de William "papá está bien, descansa en su habitación, ya sabes... ya lo conoces". Y sí que ella lo conocía muy bien y podía imaginar apenas un atisbo de la profunda tristeza que él estaría atravesando. Solo en silencio. Una lágrima rodó por su mejilla, mientras colgaba el aparato con cuidado, como si cualquier brusco movimiento pudiera romper la delgada barrera que mantenía sus emociones bajo control en ese momento. Su mirada se cruzó con la mirada de Mike, quien no necesitó mayores explicaciones para entender lo que había ocurrido en Londres aquella madrugada.
—Le pediré a Martha que te prepare una taza de té —Mike se detuvo en seco antes de abandonar la estancia, se giró hacía ella y con una expresión tímida en el rostro, volvió a mirarla —su señoría.
—Su señoría... escuchó lejano.
Candy dejó escapar un suspiro tembloroso, sus piernas, debilitadas por la noticia intentaron ponerse de pie, dio unos pasos y volvió a sentarse, miró en dirección de la escalera, la que conducía directamente al segundo piso y a las habitaciones familiares. Se quedó en silencio, le dedicó unos minutos al dolor y dejó que cada lágrima contenida en sus ojos se derramara y cayera sobre sus manos. Sus hijos, pronto estarían todos en el comedor listos para el desayuno y empezar un nuevo día, y ella tenía la dura tarea de darles la noticia.
Martha había entrado con una taza de té en las manos, se acercó a ella y la extendió con una nueva expresión en sus movimientos, casi reverencial. Le sonrió de forma balsámica, le tomó la mano para colocar la taza en ella, y le habló en tono calmo.
—Lo siento mucho, su señoría... le puse unas gotas de valeriana para sus nervios.
Su señoría...
Mike también estaba allí en actitud diligente esperando que cualquier servicio suyo fuera requerido. Candy bebió de la taza, mientras se limpiaba las lágrimas con una de sus manos. Martha se movió rápida al comedor y trajo una servilleta.
—Mike atiza el fuego, la duquesa está helada... —ordenó Martha a su marido después de sentir el contacto de la mano de Candy.
Candy volvió a beber de su té y más calmada se dirigió a ambos.
—Iré a Londres de inmediato, antes hablaré con los niños. Martha ayúdalos para que todos usen luto. Debo preparar un equipaje para Terry, y hay que avisar a la casa de los Flower —dirigió su mirada a Mike —Oliver no debe haberse marchado aún.
—¿Quiere que la lleve a Londres en el auto? ¿O tomara el tren?
—Iremos en tren, llevaré conmigo sólo a los mayores, por favor cuiden de Anne y Duncan, les avisaré para que los lleves al funeral —se dirigió a Mike. —Iré a cambiarme de ropa, Martha que los niños desayunen, después bajaré a hablar con ellos.
Candy se quedó inmóvil por un momento antes de continuar en dirección a las escaleras, sus piernas seguían temblando, todos los recuerdos que venían a su mente sobre Richard Granchester estaban asociados a sus propios hijos, con la vista puesta sobre la mesita a donde tenía las fotografías familiares una fue especialmente dolorosa para ella. Se acercó, tomó el marco, y limpió las lágrimas que seguían surcando su rostro. En ella aparecían William siendo un adolescente con su caballo Sultán II, el duque a su lado, luciendo feliz y orgulloso, sonriendo, como pocas veces lo vio. Era una lástima que no hubiera una fotografía de Terry con su padre, más que la foto de la pequeña boda privada que tuvieron en Wiltshire. Martha le acercó un pañuelo, y se miraron con resignación, Candy repitió que iría a su habitación a cambiarse, y salió en silencio de la estancia.
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Dear Terry: Nosotros en la tempestad
Fiksi PenggemarTras el estallido de la guerra los Granchester se han asentado en una hermosa Cotswold Cottage en la ribera del río Avon en Stratford. Un sitio ideal para llevar una vida tranquila, pero es mayo de 1941, nadie en Inglaterra podía llevar una vida tra...