Capítulo 16 (parte I)

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Oliver despertó temprano, fue el primero de la casa en hacerlo, o al menos eso pensó cuando bajó las escaleras en medio del silencio de la mañana de un sábado. No fue una sorpresa para él encontrar en la cocina a Martha preparando pan para el desayuno, a quien le pidió le ayudase con lo que tenía en mente. Había planeado llevar a Madelaine a las Colinas de Malvern, buscando con ello tener a la chica toda para él en un lugar apartado donde poder hablar. El trayecto hasta allí le tomaría más de una hora, así que deseaba salir a tiempo, de modo que pudiera regresar también a tiempo para partir con Evelyn rumbo a Oxford, reunirse con William y continuar el viaje a Londres.

—Nana, ¿qué puedo llevar para hacer un picnic? Quiero llevar a Maddy a hacer un picnic.

—Qué te parece té, algo de scones, tarta, unos sándwiches... puedes llevar todo en una canasta, necesitarás un mantel o una manta de picnic, hay una en el armario de los manteles.

—¿Y puedo llevar toda esa comida?

—Sí, es únicamente para ustedes dos, tienes suerte, hay suficiente. Te ayudaré a organizarlo todo.

—Gracias Nana.

Oliver tomó un ligero desayuno, apenas una taza de café y una tostada con mantequilla y mermelada. Todo lo hizo con prisa esa mañana. Apenas terminó de comer, fue hasta la habitación de Evelyn, debía hablar con ella antes de partir. Tocó la puerta con discreción cuidando de no despertarla bruscamente, pero la puerta no estaba asegurada y se entornó con el toque. Ella estaba despierta ya, sentada en la cama, con las rodillas recogidas frente a su pecho, leía lo que supuso era una carta de Henry. Evitó bromear con ello, Ev tenía los ojos marcados por la nostalgia. Le perturbó verla así. Entró en silencio y se sentó a su lado, cuidando de no alzar la voz para no molestar el sueño de Anne. Se saludaron con afecto, y ella dobló la carta para ocultarla bajo la almohada.

—Iré por Maddy en un rato. Regresaré antes de las cuatro para buscarte e irnos a Oxford, pasaremos la noche con Will, y viajaremos mañana después del almuerzo a Londres.

—¿Y dónde pasaremos la noche?

—En el nuevo departamento de Will, dejó el dormitorio de la universidad, rentó un departamento.

—¿Cuándo hizo eso?

—No sé.

—¿Es un secreto más? porque en verdad siento que un día de estos voy a estallar como un globo de tantos secretos que les guardo a ustedes —dijo refiriéndose a sus hermanos.

—No, no es un secreto puedes mencionárselo a papá. Tengo que irme, espero que estés lista cuando regrese, planeo llegar a Oxford a la hora de la cena —le dio un beso en la frente y salió con sigilo de la habitación.

Oliver trataba de imaginar la expresión en el rostro de Madelaine mientras conducía el auto de su padre para recogerla. Y ella estaba justo como la había imaginado, con una expresión dulce y expectante que provocaba un brillo especial en sus ojos. Lucía radiante bajo los destellos del sol, con sus miradas ambos se decían cuanto habían anhelado volverse a ver. Ella subió y resuelto el estiró su mano izquierda para acariciar la de ella y llevarla a sus labios.

—Estás muy hermosa —susurró en el dorso de la mano femenina.

—Ollie ¿a dónde vamos? Me pones nerviosa.

—Ya verás.

A él le pareció que ella no podía expedir más luz y la necesitaba cerca, así que apenas abandonaron Stratford le pidió que se acercara a su lado, la quería pegada a él. Ella no necesito más que un breve ruego para hacerlo. Oliver encendió la radio y eso sirvió para que se divirtieran durante todo el trayecto en un juego en el que, el primero que adivinara la canción que comenzaba a sonar y su interprete ganaba un beso. Ambos movían la cabeza al compás de la música y él las cantaba con histrionismo hasta hacer que Madelaine en ocasiones, se doblara de la risa. Cuando atravesaron Worcester ella por fin entendió las intenciones de su novio.

Dear Terry: Nosotros en la tempestadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora