C a p í t u l o 1

258 23 5
                                    

Xanny- Billie Eilish

Blair quería abrir la boca y advertir que pronto tendría que marcharse a casa. Ella, más bien, quería irse. Conforme pasaba el tiempo, Blair había empezado a cuestionar si la idea de salir a ingerir bebidas alcohólicas con gente que apenas conocía había sido lo correcto para llamar la atención de Alfred. Tenía que serlo, estaba segura cuando esa misma mañana el hombre del que había estado enamorada desde el inicio de la universidad se acercó a ella, tocándole gentilmente el hombro y sonriéndole de esa manera que le hizo temblar las piernas, y preguntarle si quería unirse a él más tarde para ir a tomar algo. Blair pensó que era una cita y salió de su casa con una sonrisa radiante hasta que se dio cuenta de que Alfred no iba solo. Llevaba a su grupo con él. La sonrisa desapareció —humillantemente —mientras se acercaba al convertible. Horas después lo que se suponía sería un tipo de velada romántica se había convertido en su primera borrachera. Y se lamentó más cuando se excusó para ir al baño.

—Asqueroso —dijo, sosteniendo con más fuerza los costados del retrete para sacar de su sistema las grandes cantidades de alcohol que bebió. —Prometo no volver a tomar ni una gota, pero que esto termine. - Cerró los ojos recordando que había aceptado demasiado rápido la invitación de Alfred.

Después de los primeros tres tragos que le hicieron raspar la garganta, la idea de divertirse había sido maravillosa, el éxtasis de bailar con personas, de hablar vagamente con ellas, y salirse un rato de las normas le pareció potencialmente correcto, se convenció a si misma que todo quedaría como un bonito recuerdo de juventud.

Se reincorporó, con la cabeza dándole vueltas y tuvo que detenerse y abrir los brazos para mantener el equilibrio. Sus ojos empezaban a cerrarse, pero usando toda la fuerza de voluntad que quedaba en ella llegó al lavabo y se echó agua helada en el rostro. Funcionó, porque el picor del rostro la hizo jadear y deshizo un poco la neblina borrosa del alcohol.

Miró por última vez su rostro, con el maquillaje haciéndola parecer un tipo de alienígena. Con los ojos manchados de rímel y la cara pálida, en un tono amarillo verdoso. Repugnante. Ni quiera podía distinguirlo, pero continúo su camino, saliendo del sanitario para llegar en el momento justo en el que Alfred la abrazaba con una sonrisa de medio lado. Los primeros botones de su camisa estaban sueltos y los de abajo yacían mal abrochados. Se percató de reojo que el cinturón que llevaba también estaba mal acomodado, pero esos pequeños detalles fueron insignificantes en el momento en el que vio sus labios. Rosa coral. Y detrás de él estaba Kate, con el mismo rosa coral esparcido en sus propios labios y luego estaba la blusa a medio acomodar y la falda un poco arriba. El ligero rubor y la respiración errante.

Su boca se secó, al tiempo que el corazón le latía a una velocidad preocupante. Sintió el preciso momento en el que, por un segundo, su corazón se detenía y volvía a latir con fuerza.

Alfred retiró la mano del hombro de Blair, y la rodeó felizmente poniendo la palma de su mano en la cintura de Blair. Ella no se negó, no porque quisiera seguir teniéndolo cerca, más bien porque el nudo doloroso que su garganta había formado no desistía en desaparecer. El malestar siguió hasta que, media hora después salieron del bar.

Kate, una pelirroja hermosa y un tanto tímida reía de algo que Alfred le susurraba al oído.

Apretando las manos en su bolso Blair siguió caminando, mirando al frente, con sus pensamientos vagando, y sus emociones pasando de la furia a la frustración repetidas veces.

Y era molesto que ella estuviera carcomiéndose la cabeza por la impotencia, mientras el hombre que le gustaba estaba carcomiendo la cabeza de otra con bromas íntimas.

Las alas de un ángelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora