C a p í t u l o 1 6

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C A P Í T U L O 1 6

Afterlife- Hailee Steinfeld

Tal y como había previsto, el campo tenía una extensión enorme. Estaba situado en una parte de la ciudad bastante alejado, sin nadie alrededor.

Esta era la segunda vez que se transportaban, ya que Isaac, la primera vez no se había percatado de que todavía llevaban la ropa de dormir. Ahora, ambos portaban ropa deportiva.

—Bien, ya estamos aquí, ¿Qué sigue?

—Empezamos por el calentamiento.

—¿Y qué hago?

Isaac entreabrió los labios, después formó una sonrisa perezosa.

—¿Nunca haz hecho deporte?

Blair dudó un segundo antes de responder.

—No.

Así que las siguientes dos horas, Blair hizo todo el calentamiento y entrenamiento que jamás había hecho en toda su vida. Media hora antes de terminar Isaac le enseñó las técnicas básicas de combate, que consistían en atacar, protegerse y bloquear.

Le ayudó a mantener la postura correcta, controlar la respiración y alertar a su cuerpo a reacción. También le explicó que era importante saber cuándo atacar, así que tenía que ser observadora, y que, si llegaba el momento en el que su vida corriera riesgo, lo mejor sería retirarse y huir.

—Pensé que íbamos a pelar —dijo Blair, jadeando.

Isaac le sonrió.

—¿Crees que puedas llevas mi ritmo? Mírate, las piernas te están temblando.

La mirada de Blair hizo que Isaac dejará de sonreír.

—Tal vez mañana.

—Al menos ya sé cómo darte un puñetazo.

—¿Por qué sigues insistiendo en golpearme? —Isaac se plantó delante de Blair con los brazos cruzados.

—Quiero saber como se siente —se excusó.

El ángel se encogió de hombros.

—Golpéame entonces —él ángel se plantó delante, con los músculos del pecho flexionados, los enormes brazos descansando a sus lados y se irguió en toda su altura. 

Ella lo miró con desconfianza.

—¿Me vas a regresar el golpe?

—¿Cómo se te ocurre decir algo así? Jamás te tocaría de esa manera.

—¿Y de qué manera sí lo harías? —ladeó la cabeza.

Isaac tosió.

—Blair.

—¿Sí?

—Déjate de excusas, golpéame.

—Pensándolo bien... creo que será después.

Y sin que Blair lo esperara, Isaac soltó una risa desde el fondo de su garganta que provocó escalofríos en el interior de la mujer.

—Ven aquí, vamos a casa.

Está vez, ella no rechistó y con el cansancio acumulado se dejó caer en los brazos de Isaac, quién desplegó las alas y los llevó por los cielos.

Hacer una transportación más podría dejarlo debilitado, y en estos momentos Isaac se negaba a consumir toda su energía.

Las alas de un ángelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora