C a p í t u l o 8

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C A P Í T U L O 8

Believer- Imagine Dragons

La despedida fue dolorosa, no dejó de pensar en ningún momento en sus padres mientras los ángeles caminaban delante de ella, rumbo a la azotea de un edificio muy alto. Su pecho insistió en recordarle con descargas de un dolor particular que con cada paso que daba, la idea de sus padres y Blair iba desapareciendo, que, probablemente no los vería por un largo tiempo, y vivir sin ellos, sería como estar muerta en vida.

Ella no pidió estar en ese lugar, ella quería regresar. Abrazar a sus padres, ver las miradas cómplices de sus padres durante la comida, y el calor de su hogar cada que llegaba de la universidad, en especial cuando era un mal día y tan solo pisar su casa le sacaba una sonrisa.

Sus padres no fueron perfectos, pero estuvieron siempre para Blair. Incluso, detrás de una puerta cuando ella necesitaba estar sola, sabía que no estaba con totalidad, porque, aunque no pudiera tocarlos, ni verlos, sentía su apoyo, y sobre todo, su amor. Un amor verdadero.

Así que siguió con la mirada la espalda ancha de Isaac, hasta que el viento helado le golpeó en la cara. Un poco más adelante, Josiah cargaba dos maletas pesadas sin el mínimo esfuerzo.

Isaac se postró en la esquina del edificio, y estiró su mano.

Blair enarcó una ceja. Todavía aturdida.

—¿Me quieres aventar?

—Te quiero llevar— dijo Isaac, ocultando una sonrisa.

—¿Por qué siempre tienen que salir de tus labios ese tipo de cosas? —en algún momento estaba segura que la iban a matar a causa de la sorpresa. Siempre eran cosas arriesgadas.

—Tendrás que acostumbrarte. Todas las cosas que salgan de nuestros labios son verdad.

—En ese caso, podrías sellarlos. —susurró de mala gana. Isaac la miró divertido.

—Solo ven, toma mi mano, y vámonos de aquí.

No quería admitirlo, pero la idea de transportarse le causaba escalofríos. Y tampoco era buena idea para Isaac, que al parecer lo volvía por algún tiempo vulnerable.

—¿Recuerdas la última vez que nos transportamos?

Isaac asintió. Aquella vez quedó demasiado débil, algo que no le gustaría repetir teniendo cerca a Blair, el peligro podía acechar en cualquier momento, así que no importaba tardarse más tiempo con tal de mantener su equilibrio intacto.

—No haremos tal cosa. Volaremos. Necesito enseñarte algo.

El ángel miró a Josiah, el Serafín asintió.

—La cena estará lista para cuando regresen.

Extendió las alas y en cuestión de segundos se fue perdiendo de la vista de Blair. A veces se preguntaba hasta donde llegaba la complicidad de esos dos.

—Confía en mí —insistió Isaac.

—Gánate mi confianza.

Suspiró, el aire incitaba a su cabello a moverse en direcciones contrarias, y la puesta de sol detrás de él lo bañaba con rayos de sol que lo hacían parecer más maravilloso y celestial. La analizó fijamente, Blair titubeó ante tal mirada, pero no cedió a apartar la vista.

—Hice un acto por ti que jamás había hecho.

—¿Qué acto?

—Aquella pluma, cuando te vi por primera vez y decidí obsequiarte. Eres la primera persona, humana o divina por la que lo he hecho.

Las alas de un ángelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora