Prólogo

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Después de su discusión con Kara en Año Nuevo, las cosas se habían tornado fantásticas para ambos.

Mon-el había notado los cambios en Kara. Su relación empezó como la del chico guapo, popular y gran deportista con la capitana del equipo de porristas, rubia y hermosa. Se sentía afortunado, Kara era increíble en muchos aspectos, muchos aspectos. Sin mencionar lo divertida y simpática que era. ¡Dios, como amaba cuando se ponía esos conjuntos sexys y femeninos! Faldas cortas, vestidos escotados y blusas que dejaban a la vista su deleitoso abdomen.

Lo mejor de todo, era cuando Kara le coqueteaba frente a sus amigos. Presumirla y hacerles saber que él había conquistado a tan hermosa chica lo volvía loco. Kara lo tenía en la punta de su dedo.

Sin embargo, su época del primer amor duró unos seis meses. Las fiestas se volvieron reuniones con la familia de Kara o la suya; las citas en L-Exquisite, el famoso restaurante, se transformaron en cenas en casa con sopas instantáneas y emparedados; las noches de bebidas pasaron a películas con café o chocolate, una cerveza con suerte; y las noches apasionadas se dejaron atrás, muy atrás.

Durante la noche de Año Nuevo —Luego de un debate sobre dónde pasarían el día— estuvieron con la familia de Mon-el en su pueblo natal.

Rhea terminó el puré de patatas con satisfacción, posicionándolo en la mesa junto a la salsa de arándanos. El olor era delicioso, y Febe, una de las hermanas de Rhea, había llegado de la mano de su prometido. Febe estaba a nada de casarse por tercera vez, luego de que sus primeros dos matrimonios fracasaran —Dejándola con dos hijos del primero y uno del segundo—, Rhea esperaba que éste fuera el definitivo.

La mujer había pensado en que tenía suerte de haber sido bendecida con un hombre como Lar y un sólo hijo. Ante el pensamiento de Mon-el, Rhea retrocedió hacia la ventana donde su hijo estaba cómodo sobre el columpio del pórtico con su novia rubia recostada en su pecho. Rhea adoraba a Kara, podría decirse que era la chica que anhelaba para su hijo.

Minutos después de que Temis, la hermana más joven de Rhea, se presentara con su familia, llegó la persona favorita de Rhea. Las facciones de la mujer no podían dejar de destellar felicidad.

—¡Lena! —chilló, saliendo a toda velocidad de la casa hacia la chica que bajaba del Audi S3 azul para abrazarla— ¡Cariño, qué hermosa te ves!

—Gracias, Rhea —agradeció Lena, devolviendo la sonrisa a la mujer que había sido como su segunda madre.

Lena era la segunda hija de Lionel Luthor, el famoso empresario, y primera de Elizabeth Walsh, amante de su padre. Lena no creció con los estándares de una familia feliz. Elizabeth murió ahogada cuando su hija tenía tan sólo cuatro años y Lena fue enviada con su padre y la familia de él poco después.

Lillian, la esposa de Lionel, fue una mujer que la aborreció en el momento que llegó. Si bien, aunque tardó años, la aceptó como parte de su familia, fue demasiado tarde y la mujer murió a causa de un absceso en la cabeza.

Lex, su medio hermano, se volvió un psicópata obsesionado con mejorar al ser humano. Para Lena, fue más bien el deseo retorcido de su hermano por tener el control.

Sumado a eso, Lionel fue asesinado por Lex años antes de que se mostrara como el desquiciado que era. Lionel no fue perfecto, pero fue un padre gentil, ausente, pero dulce y noble.

Ante todo eso, lo poco que Lena había obtenido sobre relaciones sociales, fue Rhea y su familia. Una mujer que la trató como una genio, que vio el gran valor que había en ella y la motivo a usarlo para cambiar su vida. Desde ese momento, eran familia.

—Entra. Tenemos mucho que hablar. —Rhea la guió hacia la entrada.

Antes entrar, Lena se dirigió a Mon-el y Kara.

Serás MíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora