Kim Taehyung llega con su hija a una escuela en un localidad remota, escapando de su vida familiar tormentosa y de un matrimonio fracasado. Quiere darle a su hija una mejor calidad de vida y, ¿por qué no una familia nueva?
Todo sigue de acuerdo a su...
Jimin salió para ir a la bodega de los vinos que estaba junto al estacionamiento, cuando vio a Bogum apoyado en su vehículo mientras hablaba por teléfono. El chico hablaba tan fuerte que no pudo evitar escuchar lo que decía mientras abría el candado de la bodega:
—(...) te digo que será más fácil de lo que pensé... sí, finalmente podré hincarle el diente luego de mirarlo por semanas... el tipo es un maldito mpreg ¿puedes creerlo? Me gané la lotería, está rogando por una follada.
Jimin ingresó rápidamente a al lugar intentando no hacer mucho ruido. Se llevó una mano a la boca para evitar que sus sollozos se oyeran desde afuera.
—(...) Le dije un par de palabras bonitas y cayó redondo, ya tenemos una cita programada. Le di mi teléfono y apostaré a que me escribe esta noche, está desesperado...
Se sintió terriblemente dolido a pesar de que esas palabras no iban dirigidas a él, porque muy profundamente también sentía que ese menosprecio lo incluía. Los mpreg como Jimin o Taehyung, frecuentemente eran mirados en menos por los hombres y la sociedad en general. Él ya estaba acostumbrado, sin embargo no quería que nadie dañara a Tae, el chico ya había sufrido demasiado y no era justo que el mundo lo siguiera maltratando de esa forma. ¿Es que no había nadie normal? ¿Es que ya las personas decentes se habían acabado? Se regañó internamente al darse cuenta de que había sido él prácticamente el que lanzó a Tae a los brazos de ese cretino... debía contarte a Jungkook para que le diera su merecido y cortara lazos con ese sujeto.
Tenía que alejarlo de Taehyung antes de que fuera demasiado tarde.
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Esa noche, antes de cerrar el local, Taehyung se acercó a ambos para agradecerles por haberle dado el coraje para atreverse a salir al mundo. Se sentía feliz y lleno de energía.
—Me besó los nudillos y dijo que no podía evitarlo porque cree que soy hermoso — les contó mientras subían las sillas sobre las mesas —. Me dio su teléfono y le escribiré esta noch-
