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Los días siguientes sirvieron para pasar tiempo juntos. Bakugou y los demás me apoyaron en la agencia para tomarme unos cuantos días libres después de la boda.

Habían pasado trece días cuando tuve que volver. Todos dicen que me veía más feliz que nunca, e incluso Ito me notaba más activo. Me sentía genial, Tetsutetsu se veía más tranquilo también, pronto lo darían de alta después de que llevé a Eri-chan a que lo revisara.

-Amigo, en serio te lo agradezco mucho, cada vez tengo más movilidad en las piernas- sonreía con una energía diferente a la que tenía cuando lo había ido a ver por primera vez.

-Eso es grandioso, me alegra mucho haber podido ayudarte- puse una mano en su hombro, mientras él caminaba ayudado por un bastón, que poco a poco fue quedando en el olvido.

-No sé cómo pagarte esto, confieso que ya me había resignado a quedarme en esa silla por el resto de mi vida; había olvidado que eras amigo de Eri- su mirada plateada brillaba, y aún así, parecía algo triste cuando rio.

-¿Está todo bien?- pregunté caminando a su ritmo. Él solo asintió antes de mirar hacia el frente.

-Me iré de Japón- la noticia me sacó el aire de los pulmones. Me miró y soltó una carcajada. Apuesto a que mi rostro reflejaba mi confusión, pues prosiguió: -Aquí no encuentro algo que me haga feliz realmente, tú estás casado y estás en la cúspide del heroísmo, yo no tengo pareja ni nada parecido, ni tampoco puedo volver a ser héroe, mi quirk no se siente mío- explicaba con voz tranquila, como si habláramos del clima. -Quizá en otro sitio encuentre mi lugar, encaje bien, aquí sólo soy una persona más para el gobierno. Quiero marcar una diferencia, algo de impacto para la sociedad- solté un suspiro, sin saber qué decir. Era mi amigo, que me confesara que no sentía que pertenecía a este lugar me tomó tanto por sorpresa que no pude evitar sentirme mal.

-Woah, es una gran decisión...- sabía que sería egoísta pedirle que se quedara, pero aún no habíamos atrapado al que le había arrebatado todo, aún no sabíamos bien lo que había pasado y en todo caso él era una prueba crucial para todo el caso. ¿Era correcto sentirme molesto por su decisión de dejar todo atrás? -¿Ya sabes a dónde quieres ir?- su mirada brilló con algo de entusiasmo.

-Bueno, estuve investigando un poco- rio sin ganas -He pensado en conocer Londres, dicen que es fantástico y tienen mejor clima que aquí- me miró y soltó un suspiro. -Pero no te preocupes, estaré al tanto de noticias tuyas, después de todo, tú y tu familia son importantes para mí; cuando atrapes al bastardo que nos hizo esto vendré para testificar en su contra- parecía sincero con sus palabras, sin embargo, mi corazón cada vez daba latidos más fuertes, golpeando mi pecho como si estuviera presenciando la muerte de una amistad que, debo admitir, me importaba bastante. Aún así, sabía que era lo correcto, él merecía ser feliz. Alguien a quien le arrancaron su sueño de una manera tan atroz estaba en total derecho de querer olvidarse de todo e iniciar de nuevo. Sonreí resignado, con un pequeño nudo en el pecho.

-Te visitaremos, más te vale tener lugar para tres en tu casa- bromeé un poco, su sonrisa creció un poco.

-Justo es la idea que tenía- suspiró levemente antes de mirar de nuevo a la casa de cuidados. Antes de poder decir algo más, mi celular vibró en una llamada: era Ito. -Bueno, debo volver, envíale mis saludos a tu esposa, cuida bien de tu familia- sus palabras me hicieron sentir un poco mejor. Ito era mi esposa.

-Te lo aseguro- sonreí y me despedí de él con un abrazo, sin saber que sería el último que le daría.


[...]


Según había dicho el ginecólogo en la última cita, en un mes y dos días nacería mi bebita. Estaba ansioso, las ganas de poder tenerla en mis brazos al fin me carcomían desde dentro, mientras que en la agencia todo comenzaba a ir mejor. Hacíamos patrullajes continuamente, aunque ya no estaban tan llenos de acción como cuando recién ocurrió la fuga.

Color negroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora