Esa noche, Bakugou se fue con Satomi y Natsuki a un hotel bajo la excusa de que querían llevarla a conocer más lugares antes de que nos fuéramos de la casa del rubio, por lo que Ito y yo teníamos la casa para nosotros. Preparamos la cena, aunque admito que a cada momento que pasaba, mi cabeza se hacía miles de preguntas respecto a lo que ella sentía y si estaba bien que estuviéramos juntos. Por más que me sintiera como un idiota por sobre pensar tanto, no podía evitar llegar siempre a la conclusión de que había pasado demasiado a una corta edad. Tenía veinticinco años. Si bien no había una relación tanto por la edad, podía decir que era por mi madurez emocional, lo más probable era que durante el coma de Ito, había disminuido mucho ese nivel.
-Ei- volteé a verla con tanta atención como pude, pero mi mente estaba tan dispersa que me fue imposible enfocar la vista en ella, además de que no escuché nada de lo que dijo.
-Perdón, no escuché, ¿qué habías dicho?- esta vez, me obligué a centrarme en ella. Hizo una mueca que no supe si era inconforme o preocupada, antes de acercarse a mí y tomar mi mano.
-Necesitamos hablar de lo que pasó, necesito saberlo todo- pasé saliva, sin estar seguro de poder cumplir con su petición. Es decir, ¿cómo le decía a la mujer que había hecho mi vida la mejor de todas, que me sentía como nada? Había sido reducido a escoria cuando tomaron a Natsuki como prenda, cuando mis manos no se detuvieron en el cuello de Reiko, cuando lancé a Tetsutetsu al fuego. Cuando culpé de todo a Satomi, y cuando le dije a ella que se fuera. Lo sabía bien, por eso no había tenido el valor de volver a la agencia, por eso no pude volver con ella apenas salí del hospital. Por eso estuve dispuesto a alejarme de ese lugar y permitir que me olvidara si eso quería. Porque era un cobarde y un egoísta. -Eijirou, por favor, tienes que confiar en mí- un sabor amargo me llenó la boca.
-Lo sé, y lo hago- me miraba incrédula. -Sólo...- titubeé un poco, sin saber qué decirle con exactitud. Estaba confundido, me sentía extraño, y entre más la miraba, más nítidamente se mostraban las imágenes de ella besando a Tetsutetsu en mi cabeza. -Aún no estoy listo- dije al fin, siendo aquella la excusa más estúpida que pude decir. No me sentía seguro, a pesar de que la había extrañado como jamás me creí capaz. Suspiró y desvió la mirada a los platos que tenía frente a ella.
-Llamemos a un psicólogo- la miré con atención. -Quizás puedas hablar mejor con él, es su trabajo- no entendía nada, pero lo único que podía sentir era cómo cada minuto que pasaba, nos separábamos más.
-Lo cierto es que no quiero hablarlo aún- apretó sus manos. -No porque no tenga confianza, simplemente todavía no puedo procesar del todo lo que pasó; estoy confundido, no puedo creer nada- me recargué en la encimera, observando mis manos tensas en la superficie oscura. -Era mi amigo...- solté sin querer, mi voz se escuchó más rota de lo que creí. No me había dado cuenta hasta ese momento de lo que pasaba: la ira había enmascarado la profunda tristeza que sentía desde que me había dado cuenta de quién era el responsable de todo esto. Mi amigo, a quien había considerado mi familia, mi igual. Ninguna traición me había dolido tanto como aquella, él había fingido ayudarme, cuando era su juego el que me enredaba. -No puedo asimilarlo todo tan pronto, hay muchos huecos de información, Satomi puede ayudarnos a contarte la historia completa; ella vivió la peor parte- la escuché soltar una pequeña risa sin gracia, sino sarcástica.
-¿Crees que ella se llevó la peor parte?- mordí mi lengua. -No tienes idea de lo que es ver a tu hija esperar por su padre, a sabiendas de que él no regresaría nunca por ella. No sabes lo que es tener que calmar su llanto porque te extrañó al grado de que no podía respirar correctamente. Su inteligencia se debe a eso, Eijirou; se sintió tan sola, abandonada, que desarrolló su quirk para ser el centro de atención, para poder sentir el calor que su padre no le pudo dar- el corazón me dolía. No podía decirle que lo sabía con exactitud. No quería lastimar más lo que me quedaba de matrimonio, considerando que no me pidiera el divorcio. -No tienes idea de quién se llevó la peor parte. No estuviste ahí.- la miré con lágrimas en los ojos, aunque negándome a dejarlas salir.
ESTÁS LEYENDO
Color negro
FanfictionKirishima Eijirou, con sólo quince años encontró al amor de su vida: una estudiante de intercambio en la UA se convertiría en su motivo para vivir, y para ser un héroe inquebrantable.