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-¿Tienes la información?- preguntó con evidente molestia el cantinero que, hacía dos días me había enterado se llamaba Hamada Kibutsa. Asentí con la cabeza. -Dámela- ordenó, con un documento entre sus manos.

-Lo que nos atacó fue una especie sin completar de nomu, su nombre era Yako Kazuhiko. Fue sometido a pruebas en humanos, combinaron distintos ADN, pero mutó y lo convirtió en una máquina asesina- parecía complacido con la información.

-Así que por eso cerró su estúpido establecimiento de porquería- habló con cierta burla. -De acuerdo, ¿qué más tienes acerca del hombre que alguna vez fue?- me miró con determinación, su mirada fue una lanza cayendo justo en el objetivo.

-Estaba en la mafia, Kai Chisaki era su líder; cuando fue derrotado e imposibilitado a usar su quirk, Kazuhiko trató de escapar, pero la policía logró capturarlo. Salió limpio por falta de pruebas que lo relacionaran con el caso de Eri, así que continuó experimentando por su cuenta, sin ADN de humano esta vez, sino de animales. Quería convertirse en el más poderoso de todos, consiguió que All for One pusiera la mira en él- sus ojos se iluminaban a cada palabra que soltaba, y a mí se me revolvía más el estómago. El lugar, más lúgubre que de costumbre, estaba lleno, por lo que pasamos a su oficina. La decoración era nula, salvo por un cuadro de un árbol sobre su escritorio. Asintió para que continuara. -Así que comenzó a invertir todo lo que tenía en su causa; durante la guerra jamás hubieron indicios de su presencia, pero reportaron casos de personas desaparecidas que no dejaron ningún rastro. Al mismo tiempo, Kazuhiko experimentaba en los nomus que quedaron sin vigilancia, pero todos fracasaron; encontró una fórmula para convertirlos en verdaderas bestias asesinas, pero no le quedaban más conejillos de indias, así que lo probó en sí mismo, eso lo convirtió en el monstruo que es ahora- finalicé, entregándole la placa que llevaba lo que alguna vez fue un hombre en los pedazos de tela que llevaba puestos.

-De acuerdo, entonces está fuera de la competencia- sonrió cínico. -Excelente, ahora te daré la información que quieres. Toga está merodeando, hay un hombre que la vigila, aunque usa un seudónimo, Akashi Dai. Según los rumores, están en contacto e idean un plan para poder obtener más poder- pasé saliva, aunque su voz sonaba tranquila. -El sujeto jamás se aparece por aquí, pero siempre llegan paquetes para la chica; la última vez que ocurrió fue el mismo día del incidente con ese nomu estúpido- dio un trago a un vaso que no había notado antes. -El paquete era inusualmente pequeño, del tamaño de una cajita para collares, no pude ver el contenido del todo, pero parecía una USB- se encogió de hombros. Pensé en las posibilidades antes de asentir.

-De acuerdo, gracias por la información- me levanté de la silla y caminé hacia la puerta.

-Una cosa más- lo miré a los ojos. -Estás metiéndote en muchos problemas, héroe.- se levantó y caminó hasta mí, demasiado cerca para mi gusto. -Tu esposa estaría decepcionada de ti- con enojo, lo tomé del cuello de la camisa con brusquedad, azotándolo contra la puerta. Se rio con burla.

-No vuelvas a hablar de mi esposa, nunca- amenacé sin dudarlo.

-No creo que puedas amenazarme, después de todo, eres tan vil como yo- sus ojos se tornaron desafiantes, aunque sin tener miedo.

-No somos iguales- aclaré con molestia. Había dado en el clavo, sabía que Ito estaría decepcionada, pero razoné demasiado tarde; me había delatado.

-No, no lo somos- aseguró burlándose de mí. -Yo soy un criminal, buscado por las autoridades. Tú eres un traidor, al heroísmo y a la justicia.- Fruncí más el ceño, lo solté con brusquedad y salí del lugar. Caminé con velocidad hasta mi auto, estacionado a unas cuantas cuadras de ahí. En el camino, sentía una presencia cerca de mí, me sentía más pesado que de costumbre, observado a cada paso y movimiento que daba; parecía que todos sabían lo que estaba haciendo, la ansiedad era tal, que los últimos metros que me separaban del auto me obligué a correr y sacar las llaves en tiempo récord. Cuando entré y cerré la puerta, todo el ruido se silenció. Cerré los ojos y traté de respirar con normalidad, en un pobre intento por calmar mis pensamientos y latidos, que estaban desbocados desde la mención de Ito.

Color negroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora