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Por órdenes de Satomi, el nomu sacó los restos de lo que alguna vez fue Reiko; yo había enviado un mensaje a Tetsutetsu desde el teléfono de Reiko, diciendo que se ausentaba por negocios en otro sitio. Pareció no importarle. Satomi estaba tan apagada, me daba miedo dejarla sola por mucho tiempo, hablaba casi nada, comía menos que poco y lloraba casi todo el tiempo. Admito que a veces no sabía que hacer y sólo la abrazaba; sabía que hablar de lo que había pasado aún no era prudente, por haber sido algo reciente. Habían pasado dos semanas.

El nomu no se movía, no hacía ruido, estaba esperando a que Satomi diera alguna orden, pero nunca llegaba. Intenté enviar un mensaje de auxilio por el teléfono de Reiko, pero sólo podía enviar mensajes a dos números: Toga y Tetsutetsu. No había forma de contactar a más.

-¿Eijirou?- volteé a verla inmediatamente. -Me duele mucho la cabeza- trató de levantarse, cosa que yo le impedí hacer.

-Tranquila, cierra los ojos, será más soportable- sin hacer ninguna objeción, lo hizo. -¿Quieres comer algo ya?- pregunté con suavidad, acariciando su cabello. Ella asintió con la cabeza. -Espera aquí, te traeré algo- comimos en silencio.

Fueron pasando algunos días, ella empezaba a comer más, a dormir mejor, e incluso a reír a veces. Después de un mes, pese a su tristeza, habíamos continuado con nuestros planes para arreglar todo y hacer frente a Tetsutetsu. Sabíamos que el quirk de Satomi no ayudaría mucho, y sin mi quirk era prácticamente imposible vencerlo, pero habíamos pensado ir a ver a Eri, que podría ayudarme con eso.

La noche previa a nuestra salida, ocurrió algo que me dolería a un nivel indescriptible. Tanto que acabó en tragedia.

Satomi dormía, yo estaba pensando en el plan que seguiríamos, observando la compuerta como si fuera lo más interesante del mundo, cuando una pequeña risa salió de la pantalla encendida. Volteé rápidamente, atento a todo. Ito se acercó rápidamente a la ventana abriéndola por completo; Natsuki ya dormía en la habitación contigua a la suya.

-¿Qué estás haciendo aquí?- preguntó alejándose un poco, dando espacio para que Tetsutetsu entrara por completo.

-Bueno, ya que hoy tuviste un día ocupado, decidí venir a distraerte un rato- sonrió genuino. Ella le devolvió la sonrisa, sentándose en la cama; ya estaba vestida con la pijama, él iba aún con pantalón de mezclilla y una chaqueta negra. -Te traje esto- sacó de su bolsa una cajita de bombones cubiertos de chocolate. A Ito se le iluminó el rostro.

-¡Mis favoritos!- los miró como si fuera lo mejor del mundo, aunque sabía bien que para ella había sido así.  -¡Muchas gracias! Lo apreciaré por siempre- ella lo abrazó con emoción, antes de dejar la cajita sobre la cama.

-Me alegra que te gustaran, bonita- ardí en celos. Estaba furioso, no quería que la tocara, era mi esposa. -Apuesto a que fue un día complicado- ella asintió, señalando la cama, a lo que él se sentó a su lado.

-Hoy pude soltar el peso que tenía- dijo, entre aliviada y triste. -Pero, no se siente del todo así- lo miró y él asintió. -Lamento hablar de esto contigo, sé que no debería, después de todo, estamos saliendo- miró apenada a otro sitio, sin embargo, Tetsutetsu tomó su mano con gentileza.

-Tranquila, sé que lo amaste mucho- apreté la mandíbula y pasé saliva. Ella suspiró.

-Así fue- acarició tiernamente sus dedos. -Pero, no tiene caso seguir sufriendo; quizás no pueda olvidarlo del todo, pero al menos puedo intentarlo- se miraron a los ojos, como quien piensa en hacer una travesura.

-Quizás... Podría ayudarte a intentarlo- sonrieron de forma coqueta. Él se acercó a su rostro, acarició su mejilla y ella cedió: sus labios se unieron en un beso suave y lento. La tomó de la cintura, ella de los hombros, apegándolo más a su cuerpo, volviendo el beso poco a poco más intenso. Un suspiro escapó de los labios de Tetsutetsu a la par que apretó la cintura de Ito con fuerza, frunciendo su ropa.

Color negroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora