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Casi cinco meses habían pasado desde que la búsqueda de Toga había iniciado. Cinco exhaustivos meses sin resultado, pero también cinco meses de que mi esposa había vuelto y estaba conmigo, apoyándome y dando siempre esa mirada cómplice, diciéndome que estaba conmigo sin importar nada. Bakugou y Hathor nos habían ayudado los primeros tres meses, pero cuando las cosas se vieron sin resultados, decidimos enviar a Hathor con Tetsutetsu, como un favor para mantenerla a salvo. Nuestro amigo había aceptado, dijo que la esperaría en el aeropuerto; estábamos en contacto más seguido desde entonces, puesto que Reiko trataba de seguirle la pista. Por nuestra parte, Toga seguía siendo un fantasma, como si se hubiera esfumado; no habían rastros, ni avistamientos. Tampoco pistas, estábamos buscando sin buscarla. Reiko hacia sus apariciones, pero cuánto más tratábamos de seguirlo, más lograba escabullirse. Bakugou había comenzado a llamarlo "salamandra de mierda".

Pero, al menos, fuera de todo el estrés que representaba estar persiguiendo fantasmas, estaba la alegría de que nuestra hija estaba cumpliendo un año. Le hicimos una fiesta en casa, en la cuál vi por primera vez a mis amigos desde hacía meses. Kaminari y Sero estuvieron distantes de mí, pero Todoroki y Midoriya se mostraron bastante amables, dándome a entender que ellos me creían. Al menos era una ventaja. Natsuki hablaba un poco más, decía pequeñas palabras como "gracias", "bien", "quiero", "tío", y "comida". Poco a poco iba uniendo y aprendiendo más palabras, lo que la hacía extraordinaria a la vista de los médicos, puesto que estaba bastante avanzada a su edad.

-¡Papá! ¡Mamá... besos..!- decía estirando sus bracitos. Tenía puesto un gorrito de fiesta; la tomé en brazos e Ito y yo le dimos besos en las mejillas, mientras los demás le cantaban "feliz cumpleaños". Abrimos sus regalos, muy variados entre ropa y  juguetes. Pasamos la mayor parte de la tarde juntos, hasta que Kaminari y Sero tuvieron que irse, llevándose consigo a Bakugou, Mina y Todoroki. Momo y Midoriya se quedaron un rato más, charlando, comiendo y jugando con Natsuki hasta que se quedó dormida.

-Sin duda Natsuki es todo un prodigio- dijo Yaomomo mirando a mi hija dormir plácidamente en mis brazos. 

-Lo es, el pediatra dice que es probable que su quirk se manifieste antes de lo normal- sonreí orgulloso de ella. Al menos algo de todo esto había resultado bien, y era la vida de Natsuki. 

-Ei, llevaré a Natsuki a su habitación- Ito tomó con cuidado a la bebé en brazos y caminó hacia las escaleras.

-Te acompaño- Yaoyorozu la siguió, dejándonos a Midoriya y a mí solos.

-Es increíble, Kirishima- habló mi amigo, que hasta ese momento había estado comiendo pastel. -¿Qué se siente?- lo miré con curiosidad. -Ya sabes, tener una familia, una vida más allá del heroísmo- su pregunta se sintió como una roca en mi estómago, pero decidí ignorarlo, ya que él no lo dijo con ninguna mala intención.

-Bueno, es una emoción sin límites- sonreí un poco. -Natsuki, Ito, ambas son geniales, jamás te acostumbras a nada- suspiré recordando la risa de mi hija y el amor reflejado en los ojos de mi esposa cuando la miraba. -Simplemente, se siente irreal, como un sueño, como si fuera un paraíso; mi familia es por mucho lo mejor que me ha pasado en la vida, no me imagino un mundo sin ellas- su mirada comprensiva era cálida.

-Suena a algo mágico- ambos sonreímos. -Había pensado, sólo por un momento en tener también una familia- sus palabras me tomaron por sorpresa, a lo que mi emoción respondió por mí.

-Amigo, ¡eso es increíble!- desvió un poco la mirada después de asentir. -¿Qué ocurre?- pregunté confundido.

-No tengo la capacidad, ¿sabes?- esperé en silencio a que continuara. -Como el sucesor de All Might, no puedo dedicarme tanto a una familia, no puedo equilibrar las cosas tan bien como tú- pasó saliva antes de mirarme de nuevo. -Además, si a mi pareja o a mi hijo les llegara a pasar algo... No podría sobrellevarlo- sonreímos un poco, dándonos apoyo silencioso. -Me refiero a que, tú eres una persona que siempre, todos los días desde que te conozco, sonríes; siempre estás alegre, tienes energía, iluminas a la gente. Verte tan destrozado por el coma fue algo que jamás creí que pasaría- esta vez, fui yo quien pasó saliva. Sabía a lo que se refería, lo sabía de sobra. Pero que me lo dijera era un sentimiento diferente; quizás más después de saber que ese coma fue planeado.

Color negroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora