Asmita sintió a su pequeña dormir profundamente enmedio del nido de sábanas y almohadas que Aldebaran había preparado en su cama, la cual era de un tamaño muy considerable, acostada sobre la almohada que una ves fue suya, pero de la cual su hija se apropió a los pocos días de vivir juntos.
Estaba seguro de que ella estaría en buenas manos, pues él toro era alguien muy responsable, pero aún así, no podía evitar sentirse un poco mal por tener que irse.
Evaluó rapidamente la habitación del toro y se dio cuanta de que todo lo que le había dado para el cuidado de su hija, estaba perfectamente acomodado y al alcance de la cama, eso por lo menos le hizo sentir en calma, ya que todo lo que necesitaba su pequeña estaba cerca.
- Estarás bien aquí mi cielo, volveré pronto - Inclinándose levemente, choco su frente contra la de su niña en un gesto de despedida muy común en su país y luego abandono la habitación.
Aldebaran estaba apostillado enfrente de la puerta de su templo y vestía ropas de entrenamiento muy cómodas y simples, esperaba en total silencio a que Asmita terminada de acomodar a la bebé y saliera, le había concedido un momento de privacidad, ya que pensaba que el rubio necesitaba tiempo para procesar en algo la idea de estar separado de su hija por un par de días.
Aún le sorprendía un poco pensar en eso y todavía lo creía algo imposible, un bebé en manos de Asmita seguía pareciéndole una idea muy mala por diferentes razones, pero la principal sería la clase de educación y cuidado que podría darle el rubio a una niña tan pequeña, definitivamente Aldebaran no quería que esa pobre criatura terminará siendo una arrimada.
Pues para todos era bien conocida la falta de atención y la indiferencia del rubio, estaba claro que ahora sería un poco más atento, pues la infante todavía era un bebé, pero cuando creciera el toro estaba seguro de que el joven dejaría de prestarle tanta atención y volvería a sumergirse en su meditación, dejando de lado sus responsabilidades como padre y cuidador, posiblemente la niña terminará por adquirir una actitud muy decaída y arisca.
O posiblemente, y era algo que Aldebaran temía, fuera que Asmita la adiestrará en esa extraña y retorcida cultura y religión que el solía practicar.
- Oh Dios mío - De solo pensarlo el toro sentía que le daría un soponcio - Oh Athena ayúdeme por favor... Qué este tiempo sea suficiente para poder determinar si la bebé estará segura con su padre, o debería de intervenir para evitar que Shivane termine por una mala senda -
Aldebaran se sentía muy preocupado por el bienestar de la pequeña niña y aunque quería confiar en que Asmita sería una buena figura paterna para ella, habían muchos factores que se lo impedían.
No le gustaba considerarse una persona con prejuicios hacia sus compañeros, pero él caballero de Virgo era alguien por quien siempre tuvo curiosidad y a quien le guardaba muchas dudas, a pesar de estar dispuesto a cuidar de la espalda de sus camaradas con los ojos cerrados en medio de una batalla, con Asmita no se daba ese lujo, pues la arrogancia y misticismo del rubio le impedían hacerlo merecedor de toda su confianza.
- Bueno ya me voy - La voz del joven Virgo lo saco de sus pensamientos y dándose la vuelta levemente lo miro estar parado a su lado - Cuida bien de Shivane -
- Puedes estar tranquilo, yo me haré cargo de todo -
- Hablo enserio, si algo le pasa no dudes por un segundo que harás que me arrepienta de haber confiado en tí -
- Tu hija está en buenas manos, yo soy muy responsable y adoro a los niños -
- Ella no es una niña, es un bebé y su valor es más grande de lo que puedes imaginar - Esas palabras desconcertaron al toro, quien simplemente vio marchar al rubio sin decir nada más, ni siquiera se volteo una última ves.
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El Tesoro de Virgo
FanfictionEn la inmensidad del mundo terrenal los sentimientos eran aquello que comandaba las acciones de los hombres, algo tan común como eso, sentimientos de los cuales un hombre que buscaba la iluminación a través de la meditación profunda, buscando la ver...