Capitulo 2: Mi Pequeño Secreto

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La luz del sol entraba por la ventana de la habitación iluminando toda la estancia, eran unos rayos tenues ya que afuera aún estaba nublado, en el interior del cuarto, acurrucados entre los edredones y cojines, se encontraba el joven rubio durmiendo plácidamente con el pequeño bulto muy cerca de su cuerpo.

Había llovido toda la noche y entre alimentar a su pequeña bebé y atenderse él mismo, se le habían consumido las pocas energías que le quedaban y había caído dormido después de arrullar a su nena.

En esos momentos, Asmita descansaba profundamente, tratando de reponer todas las noches que tuvo que pasar en vela, desgraciadamente para él, su sueño se vio interrumpido cuando su pequeña bendición empezó a despertarse.

La pequeña Shivane, de apenas dos semanas de nacida, soltó varios balbuceos y empezó a removerse inquieta entre los brazos del caballero, por reflejó Asmita empezó moverla con un brazo tratando de arrullar la, pero la bebé no estaba dispuesta a dejar que su padre durmiera otro poco.

A Asmita no le quedo de otra que levantarse, cargar a su bebé y empezar con la rutina ya establecida entre ambos, siempre que despertaba lo primero que hacía era revisar su pañal, dependiendo de si estaba seco o mojado debía cambiarla, después era vestirla con ropa abrigadora, no quería que su pequeña pescara un resfriado, así que después de hurgar en su bolso extrajo una ropita limpia y la vistió y abrigo, para después salir con ella al hombro e ir a prepararle su mamila.

Aunque se le dificultaba un poco debido a que necesitaba usar las dos manos, pero no es como si pudiera dejar a la niña sola, por suerte, para esos casos tenía su sustentor, el cual al ponérselo le permitía usar ambas manos mientras que su pequeña guindaba de su pecho o espalda.

Por fortuna Shivane era una bebe muy tranquila y al tener solo dos semanas de nacida, era algo floja, se pasaba casi todo el día durmiendo y las pocas veces que estaba despierta no hacía mucho, el único momento en que se alteraba era cuando tenía hambre o estaba sucio su pañal, pero del resto era muy callada, y eso era algo bueno y del agrado de Asmita.

Al terminar de preparar la mamila, procedió a pasar a la bebé de su espalda a su pecho y ponerle la boquilla al alcance, alimentarla era algo que encontraba muy vigorizante, completamente relajante y muy satisfactorio, una sensación tan bonita que aveces se quedaba absorto en eso y se le olvidaba retirarsela una ves que había terminado, después de sacarle los gases procedía a realizarle algunos ejercicios corporales de rutina.

No le gustaba sentir que ella estaba limitada a una sola posición y es por eso que siempre buscaba moverle los bracitos y las piernitas pero de forma muy delicada, distraer a Shivane era algo relativamente fácil, solo tenía que ponerle un juguete de colores llamativos y que hiciera un poco de ruido colgando en frente y ella se pasaría horas viéndolo y estirando sus manos hacía él.

Una de las diferencias que habían entre ellos era que los ojos de Shivane si funcionaban, o eso le habían dicho y él creía que era verdad, ella si podía ver las cosas, distinguir las forma y los colores, para él, el saber que su bebé no era ciega fue un peso menos de encima.

Aunque debía decir que esperaba que el resto de ella tampoco presentara problemas durante su crecimiento.

El embarazo de Shivane fue algo muy estresante para él y lo fue todavía más cuando debió ocultarlo de todos en el santuario, por motivos muy personales no podía dar a conocer que tendría un descendiente propio y por eso debió de ausentarse del Santuario durante los siguientes seis meses en los que se terminaba de llevar acabo la gestación de su hija... Aunque él hubiera preferido tener un niño...

Habia retornado a la India, donde en lugar de ir al templo donde creció y se entrenó, prefirió buscar una pequeña casa apartada donde establecerse, los siguiente meses fueron bastante humillantes, ya que debió de recurrir a sus poderes de ilusión para poder pasar desapercibido, si había algo que detestaba era que lo juzgarán sin conocer sus razones y es que su situación era algo que a nadie le gustaría saber... Y menos podrían llegar a comprender.

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