Capitulo 3: Cohibido

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Hubiera dado cualquier cosa por ir a meditar aunque fueran dos horas, solo dos horas, o quizás una, pues le hacía una fatal enorme, pero debido a su nuevo estado tenía otras cosas que hacer... Un ejemplo sería lavar todos los baberos, pañales y mantas que Shivane había ensuciado, así como conseguir más leche de cabra para alimentarla, un poco de almidón para evitar que se irritara en sus partecitas y comprar más pañales que durarán más que los que esas mujeres le habían dado.

Si no fuera por qué era su propia bebé y llevaba su sangre, ya la hubiera dejado en la entrada de un orfanato, de verdad que le era algo increíble el aceptar que la vida de padre soltero no era cosa fácil, tan solo en ese día había lavado más de veinte pañales de tela, quince baberos y diez mantas, y eso que solo llevaba un día en el Santuario, aunque no todo era de ese día puesto que también tenía la ropa y cosas que uso en el barco, las manos le dolían un poco y sentía cansada la espalda debido al peso extra que cargaba.

Shivane se había quedado dormida en su espalda y era sostenida por esa pieza de tela que tanta ayuda le daba, había tenido que recoger su cabello de tal forma que no la molestará y se mantenía escondido en las sombras de su casa para que nadie lo viera.

Todavía no había ido a hablar con el Patriarca y eso le molestaba un poco, sabía que no debía esconder su paternidad del sumo Pontífice, pero tenía ciertas dudas de si su Ilustrísima lo dejaría tener a su niña, después de todo él era una persona ciega que no sabía nada de niños y era bastante antisocial, no confiaba en sus compañeros para que cuidarán de su hija, para cualquier otra cosa si pero no para esa tarea, en especial por el loco caballero de Cáncer, el frívolo y arrogante caballero de Géminis, el raro y paranoico caballero de Piscis, los fríos e indiferentes caballeros de Capricornio y Acuario, los inexpertos caballeros de Aries y Libra y, ante todo, el idiota del caballero de Escorpión.

Aunque los juzgará tan duramente esa era la verdad que él veía en ellos, eran personas cuya mentalidad era diferente pero cada uno tenía cierto grado de locura, de Shion a Albafica y pasando por todos los demás... No los consideraba buenas personas para hacerse cargo de un bebé tan delicado como lo era su Shivane, no es que pensara en legar la responsabilidad a alguno de ellos, pero si creía que el Patriarca sería capaz de poner a uno como su guía y ayuda, también sabía que, así como él los juzgaba en silencio ellos hacían lo mismo con él.

Después de todo era el más antisocial del grupo de dorados, incluso más que Albafica y del mismo modo que Kardia, también tenía una especie de enfermedad incurable, aunque en su caso era más una condición, ya que su ceguera no le provocada dolores o fiebres que podrían llegar a matarlo, no como el guardián de Escorpión que en cualquier momento podría caer muerto.

No quería exponer a su hija ante sus compañeros por varias razones, entre ellas están el hecho de tener que darles respuesta a la inesquibable pregunta de, quién era la madre de Shivane y porqué no estaba con él ?, Podía decir una mentira, claro está, pero eso iba en contra de sus principios morales.

Además, aún no estaba listo para llegar a esa parte, aún para él era difícil afrontar su verdad, las cosas que le sucedieron y el lugar de donde había sacado a su hija, todavía no era el momento de decirles algo tan privado y esperaba que el Patriarca no le hiciera preguntas al respecto.

Aunque sabía que muy seguramente le esperaba un castigo muy fuerte por haberse ido así, sería difícil conseguir el perdón de Su Santidad ya que, literalmente, había desertado del Santuario y se había llevado su armadura dorada consigo, desapareció durante seis meses y dos semanas, su situación era muy difícil y seguiría poniéndose mas difícil mientras aplazará más su visita.

- Necesito un té - Después de colgar la ropa que él mismo lavo, pues se negó a que una doncella lo ayudará por la obvia razón que ahora colgaba de su espalda, fue a la cocina a hacerse un té.

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