2. Ascensos

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Después de la discusión con Thomas, el silencio se apoderó de nuestras comunicaciones. Llevaba dos semanas sin noticias de mi "prometido". Incluso después de ir a su casa y a la oficina, solo obtenía respuestas evasivas sobre su paradero.

- Mierda - bufé cuando el café se derramó sobre mi falda.

Afortunadamente, Matty, con sus Nike negros, se ofreció a ayudar.

- Te ayudo - habló con amabilidad.

Levanté el rostro y me encontré con sus ojos negros.

- Gracias - le sonreí apenada.

Mientras limpiaba el piso, me ocupé de secar mi falda. Matty señaló mi mano.

- ¿Te quemaste? - preguntó preocupado.

Al notar mi mano enrojecida por el café, respondí rápidamente.

- No, estoy bien - mojé mi mano rápidamente -. Gracias, otra vez.

- Te invito un café... si quieres - dijo Matty, rascándose la cabeza, un gesto que parecía mostrar nerviosismo.

Sonreí y asentí con la cabeza. Otro amigo en el trabajo no vendría mal; la mayoría del tiempo solo hablaba con Nicholas o Tom.

Salimos del edificio y nos dirigimos al café en la esquina de la calle. Matty parecía nervioso, volviéndose constantemente.

Decidí restarle importancia.

- ¿Qué tal tu día? - le pregunté, intentando romper el hielo.

- Bien, bien. Un poco aburrido, la verdad. No acostumbro a llegar tan temprano y Dirty Hit es bastante tranquilo en las mañanas - me confesó con una sonrisa.

— ¿Así que trabajas para Jamie? — pregunté sonriente, recordando su conexión con el sello.

Soltó una risa y antes de que respondiera, entramos al café.

Al ingresar, las miradas curiosas se posaron sobre nosotros. Aunque me sentía incómoda por la mancha de café en mi falda, intenté restarle importancia.

- Hola - saludé a la barista, que parecía más interesada en Matty que en atendernos.

- Hola, ¿qué vas a ordenar? - le preguntó a Matty.

Decidió ignorarme, y Matty se dio cuenta.

- ¿Cómo quieres tu café, Caroline? - me preguntó, mirándome directo a los ojos.

La barista, ahora algo nerviosa, finalmente me dirigió la mirada.

- Latte helado, por favor, con leche de almendras - respondí.

- ¿Y para ti? - le preguntó a Matty.

- Espresso, gracias - sonrió.

- Serían 10 libras - indicó la barista.

Me dispuse a sacar mi cartera para pagar.

- No, yo te dije que te invitaba - le entregó el dinero a la barista, tocando suavemente mi mano.

- Gracias, enserio - respondí apenada, sintiendo un cosquilleo en la palma.

Él solo sonrió, generando una conexión especial en ese pequeño instante en el café.

- ¿Te gustan mucho las flores? - cuestionó, mirando el tatuaje que tenía en mi mano.

Asentí sonriente.

- La mayoría de mis tatuajes tienen algo relacionado con eso o la naturaleza, ya sabes - sonreí.

Asintió sonrojado.

Oh Caroline!  (Matty Healy)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora