30. Nick

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Desperté con el suave zumbido de mi móvil, una melodía familiar que marcaba las 8:00 am. Aunque el calendario insistía en que era tiempo de vacaciones, mi determinación por mantener una rutina de yoga y carreras matutinas no conocía de días libres. Sin embargo, el frío inclemente de la mañana neoyorquina se colaba sin piedad, desafiando mi resolución con su gélido abrazo. Resignada, opté por la calidez de mi clase de yoga, un refugio de paz a pocos pasos de nuestro hogar.

A mi lado, Matty se entregaba al sueño. Observé su rostro sereno, iluminado por la luz tenue que se filtraba a través de las cortinas, y no pude evitar sonreír. Mientras me recogía el cabello en una coleta algo descuidada, reflexioné sobre el crecimiento de mis mechones, un recordatorio silencioso de que había pasado un año desde mi última visita al estilista.

Con la energía de las vitaminas y el shot de jengibre, cortesía de los consejos de Camille, me preparé para enfrentar el día. La nostalgia por mi amiga rubia, cuya presencia era tan vital como el aire, se agudizaba con cada milla que nos separaba. Londres parecía ahora más distante que nunca.

Mientras caminaba hacia la clase de yoga, la figura de Nicholas emergió en mi mente. Su voz, siempre un bálsamo de alegría, había estado notablemente ausente durante las festividades. Me prometí a mí misma, con un reflejo de determinación en el espejo, que lo llamaría después de la clase.

- Caroline Wright, ¿es que ya no recuerdas a tu viejo amigo? -la voz de Nicholas irrumpió con una teatralidad cómica cuando finalmente nos pusimos al día.

- Nicholas, si la memoria no me falla, conversamos hace menos de veinticuatro horas -contesté, mi risa danzando entre las sombras de los rascacielos mientras me abría paso de regreso a casa.

- Entonces, ¿a qué debo el honor de tu llamada, estimada Caroline? -preguntó, su tono juguetón dando paso a una gravedad inesperada.

- Simplemente quería saber cómo te ha ido, especialmente porque no has compartido conmigo las crónicas de tus días en Holmes Chapel -respondí, movida por la curiosidad.

- La verdad es que mi visita fue más reveladora de lo que imaginaba, pero hay algo más... algo que necesito discutir contigo en privado. ¿Podrías encontrar un lugar tranquilo para hablar? -su voz, ahora impregnada de seriedad, sembró en mí una inquietud creciente.

¿Sola?

- Nicholas, ¿está todo bien? -pregunté, mi preocupación apenas velada por la calma de mi voz.

- Todo está perfecto, mejor de lo que podrías suponer. Pero es esencial que estés sola para lo que tengo que decirte -insistió, su urgencia palpable incluso a través de la distancia.

Con el corazón latiendo con anticipación, me refugié en la intimidad de una cafetería cercana, preparándome para descubrir el misterio que Nicholas estaba a punto de revelar.

- Ok, ya estoy sentada. Habla, me tienes en ascuas - dije, recargándome en mi asiento con una curiosidad que me quemaba por dentro. Mis dedos se enredaban en un mechón de cabello, un tic nervioso que traicionaba la ansiedad que se agitaba en mi pecho.

- Pues me encontré con Leah en Holmes Chapel como te dije que sería, pero no fui del todo honesto contigo... Resulta que conozco a Harry - comenzó Nicholas, su voz era un hilo tenso de seriedad que vibraba a través del teléfono.

Mis ojos se abrieron desmesuradamente, una oleada de sorpresa me sacudió, enviando un zumbido eléctrico a través de mis venas.

- ¿Harry... Styles? - logré articular, mi corazón golpeando contra mi pecho con la fuerza de un tambor de guerra ante la revelación.

- Exactamente. Bueno... el ex novio de Leah era Harry - confesó Nicholas, y pude escuchar el eco de una vieja herida en su voz.

Mis dedos se crisparon alrededor del teléfono, la sorpresa me dejó sin aliento, y por un momento, el mundo pareció girar a mi alrededor.

Oh Caroline!  (Matty Healy)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora