23. Winter Wonderland

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¿Qué mejor forma de despedirnos de las vacaciones que visitando Winter Wonderland? Fue la brillante idea que surgió entre Matty y yo el jueves, al regresar a Londres después de unos días encantadores en Horsham. A pesar del cielo amenazante y gris, dispuestos a disfrutar nuestras últimas horas juntos antes del ajetreo de la gira, nos abrigamos con gorros y bufandas y nos dirigimos a Hyde Park, hogar del famoso parque de atracciones navideño.

- Vamos a München Looping - exclamó Matty, señalando la imponente montaña rusa que se alzaba sobre los demás juegos, un emblema y temor para muchos.

- ¿Estás seguro? - inquirí, frunciendo el ceño. - La cola parece interminable.

Y, efectivamente, la fila era larga, pronostiqué al menos una hora de espera.

- Podemos probar otro juego si prefieres - sugirió Matty, acariciando mi mano con ternura.

Negué con la cabeza y le esbocé una sonrisa.

- No, realmente quiero compartir esta experiencia contigo. Además, tenemos tiempo de sobra. Mientras no empiece a llover torrencialmente, podemos subir a cuantos juegos queramos.

Afortunadamente, pasamos desapercibidos. Quizás por los gorros bien ajustados o porque la gente estaba inmersa en su diversión. Agradecí que nadie nos interrumpiera con fotos o autógrafos. Era una rara oportunidad de sentirnos como una pareja común, sin escondernos ni preocuparnos por los medios.

Abrazada a Matty para buscar su calor, la llovizna se intensificó. Él me envolvió con sus brazos, un escudo contra el frío y el viento. En la fila, charlamos sobre todo y nada, recordamos anécdotas infantiles, y bromeamos sobre las canciones de fondo. En ese instante, solo existíamos él y yo, y nada más importaba. Me sentía feliz y protegida en su abrazo.

- Tengo algo que confesarte - susurró en mi oído, enviando escalofríos por mi piel.

- ¿Qué es? - pregunté, intrigada.

- Que nunca me había divertido tanto como contigo. Antes, me conformaba con quedarme en casa fumando un porro o yendo a una fiesta con Ditto - al mencionar el nombre de ese tipo, no pude evitar rodar los ojos. No soportaba a ese amigo suyo que siempre lo metía en problemas. Matty se dio cuenta y soltó una carcajada-. Lo que quiero decir es que te amo y estoy muy agradecido de que me hayas sacado de mi zona de confort. La última vez que vine a este parque fue hace siete años, y lo recuerdo perfectamente porque fue el año en que mis padres se divorciaron. Desde entonces, le cogí manía a este sitio y no quise volver. Pero ahora, al estar contigo, todo cambia. Le das un nuevo sentido a mi vida. Te amo, Cherry.

- Te amo, Matty - le respondí, sonriendo y acariciando su mejilla.

Quedé pensativa por un momento, recordando algo que me sorprendió.

- Sabes, yo también estuve aquí en 2012, cuando Oli se fue de Londres. Aquí fue donde le dijimos adiós - le conté, rememorando a mi hermano mayor, que se había mudado a Nueva York.

- ¿En serio? - me preguntó, con una expresión de asombro.

- Sí, ¿no es increíble? - le devolví la sonrisa.

- Quizás, solo quizás, el destino nos hizo coincidir en el mismo lugar, el mismo día, a la misma hora, sin que nos diéramos cuenta - me dijo, mirándome con ternura y abrazándome por la cintura.

- Estábamos destinados, Matty. Te amo - le besé la nariz, alzándome sobre las puntas de los pies para alcanzarlo.

Nos separamos al escuchar la alarma que anunciaba que era nuestro turno de subir a la montaña rusa. Los asientos resultaron más cómodos de lo que esperaba, y la sensación de estar atada a la montaña rusa junto a Matty me llenaba de emoción y nerviosismo.

Oh Caroline!  (Matty Healy)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora