CAPÍTULO 24

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¡Atención a todas las unidades! ¡Esto está prendido fuego!

Disfruten de la lectura, pequeños traviesos.

Gracias por estar acá y acompañar a estos dos. 

Nos vemos a la próxima.

Zoe P.

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Chase

Es la primera vez que soy tan sincero con ella y conmigo mismo. Y me siento como un idiota, pero no me importa. Solo quiero que deje de ignorarme. No puedo soportar su indiferencia. Necesito saber que ella piensa en mí tanto como yo en ella.

Y quiero besarla. Necesito esa boca para respirar. Pasaron solo dos días pero se ha sentido como toda una vida sin tocarla.

¿Cuándo me volví tan adicto a sus besos? ¿Cuándo me acostumbré tanto?

Aprieto mis manos en un puño a los costados de mi cuerpo mientras la observo.

¿Por qué tiene que gustarme tanto?

—No es que no confíe en ti... —dijo de repente. Hice todo lo que estuvo a mi alcance para concentrarme en la situación... pero me resulta imposible cuando en lo único que puedo pensar es en hacerla gritar mi nombre. Dos días. Dos jodidos días de no tocar. Es demasiado—. Es que todo esto... parece un error. Y no me gusta creer eso —dijo bajito, evitando mi mirada.

Di tres pasos hacia ella hasta que tuve su respiración soplándome en la cara. Su aroma me invadió y respiré profundo.

—¿Esto te parece un error? —le pregunté pasando mi mano por su cintura. Abrió la boca para soltar un suspiro y recargar su cuerpo contra el mío. Mis dedos se pasearon por su espina dorsal, haciendo que se le erice la piel y que el tono rojizo llegue a sus mejillas.

Su mirada me enfrentó. Ese azul tan mágico y único para mí me estaba pidiendo a gritos que siga.

Me acerqué a su piel sensible para susurrarle al oído.

—No me contestaste, cariño... —acaricié su cuello, Summer se acomodó para darme más libertad y espacio. La tomé con fuerza de la parte baja de la espalda y la apreté contra mí—. ¿Crees que esto que ocurre cuando estamos cerca es un error? —echó la cabeza hacia atrás cuando la tomé del cabello y aproveché para dejar tres besos en su cuello. Su respiración se convirtió en un verdadero desastre. Sonreí contra su piel—. ¿Crees que estas ganas incontrolables que tengo de tenerte son un error?

—Ummm... —cerró los ojos durante unos instantes para luego encontrarse con mis ojos fijos en su expresión.

—Háblame, pequeña —pronuncié en su boca, haciendo que nos arda la piel—. Porque si crees que esto está mal... puedo detenerme.

Me tomó del cuello y juntó nuestras frentes.

Rogándome en silencio.

Se aferró a mi chaqueta con ambas manos y la tiró al suelo.

Me reí.

—Estás muy callada hoy, corredora. No puedo hacer nada si no me hablas.

—Eres un narcisista de mierda —dijo entre dientes y sus ojos brillaron a más no poder, provocando que yo suelte una carcajada.

—Bien que te mueres porque este narcisista de mierda te tome como se le plazca.

Su boca pretenciosa se curvó hacia arriba y tiró de mi cabello.

End game [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora