CAPÍTULO 31

517 58 0
                                    

Bueno, a llorar se ha dicho.

¡Los quiero mucho! ¡No se enojen conmigo! 🫠🫣🫣🫣

Gracias por seguir acompañándome... quedan poquitos capítulos para el final... y se siente raro pero todo lo que empieza termina así que disfruten mucho (si es que pueden jeje)

Ahora sí, disfruten de la lectura.

Nos vemos a la próxima pequeños demonios.

Zoe P.

.........................

Chase

Ni siquiera puedo comenzar a explicar cómo me siento.

Lo único que sé, es que el mismo sentimiento aturdidor que me azotó la noche en la que Zaya murió volvió con una intensidad tan dolorosa que me cuesta seguir respirando. 

Mi mente se encuentra en un bucle, presentándome la muerte de mi mejor amigo incansablemente, como una pesadilla viviente que no me deja en paz. Hace dos días que estoy viviendo con la escena en mi mente.

—Chase… —murmura Summer, sacándome de mis pensamientos. Arrastrándome fuera de la oscuridad como siempre lo hizo.
Me detesto también por no tener las fuerzas necesarias para contestarle.—Chase, por favor —me parte el corazón la súplica en su voz—. Mírame.

Mi cuerpo me impide realizar tal acción. Es como si estuviese bloqueado. Oigo lo que me pide, soy consciente de que la tengo frente a mí, pero no puedo moverme para hacer nada.

—Mi amor, por favor… necesito que me mires y me hables. Por favor… —se arrodilla frente a mí, puedo darme cuenta de que le tiembla la boca a causa de que está a punto de largarse a llorar. Ese simple hecho hunde mi corazón un poco más—. Estoy aquí, esta vez estoy aquí. No tienes que hacer esto solo, ¿oíste? Por favor. Dime que tengo que hacer y lo haré.

Se queda en silencio, mirándome. Paciente.

Cuando Zaya murió mi reacción fue gritar, patalear, llorar y golpear hasta que me venciera el cansancio.

Ahora que Austin murió, me quedé sin voz, sin fuerzas. Solo paralizado. Como si el mundo se hubiera detenido. Como si no me lo creyera. Como si le hubiese ocurrido a otra persona y no a mí.

Quiero decirle a Summer que me tenga paciencia. Que no se rinda conmigo. Que estoy aquí aunque no logro encontrarme.

Quiero pedirle que me abrace.

Pero no encuentro mi voz.

Trago saliva e internamente hago una mueca de dolor ante el nudo que percibo en la garganta. Una lágrima cae por mi mejilla en el instante en el que me encuentro con el azul de sus ojos. Seguida de esa lágrima solitaria, sé que hay una avalancha detrás. Summer hunde las cejas, como sorprendida al ver una reacción por mi parte y acerca su mano temblorosa para limpiarla.

El solo tacto de sus dedos contra mi mejilla, desactiva el bloqueo mental.

Suelto aire por la boca y comienzo a llorar como no he podido desde lo que sucedió.

Summer me mira con una expresión que no logro entender mientras lloro como nunca lo he hecho.

Se mueve para sentarse a horcajadas de mí y abrazarme.

Mis brazos se aferran a ella con desesperación, lloro más fuerte, liberándome cuando escondo mi rostro en su cuello. Oigo que llora conmigo, su llanto es más tenue, no es desesperado, sino angustiado, vidrioso. Pasa sus dedos por las hebras de mi cabello, acariciándome con dulzura.

—Ya pasará Chase, te lo prometo. Estoy aquí —susurra con suavidad, bajito contra mi oído. Su voz se oye quebrada. Esas palabras: estoy aquí, lograron hacerme sentir cuidado y refugiado, como una sensación de que al menos no iba a estar solo esta vez, de que iba a ser distinto. En mi mente se iluminó una certeza y mi inconsciente me susurró: sé que te ha pasado algo horrible, pero que eso no haga que te olvides de lo que tienes a tu alrededor. No estás solo.
Summer sigue acariciándome, lento, despacio, dejándome mi lugar, mi tiempo.

Me aferro a ella más fuerte.

—Todo está bien, Chase —murmuró.

No tengo idea de cuánto tiempo estuvimos así, abrazados, llorando. Sentí que el tiempo se había detenido. Summer no se movió, solo me abrazaba, pasaba sus manos por mi cuerpo para reconfortarme y me repetía que todo iba a estar bien y que no estaba solo, como un mantra sanador. Funcionó. Con el paso de los minutos y luego de ese llanto liberador, me sentí mínimamente mejor, como si algo se hubiera destrabado dentro de mí.

No me moví de inmediato, aproveché para devolverle las caricias, porque también necesitaba tocarla y necesitaba que ella también se sienta acompañada. Hasta el momento mis manos habían estado inmóviles en su espalda y mis brazos aferrados a su cintura como dos cadenas. En cuanto sentí mi cuerpo un poquito más liviano, descendí mis manos por su columna con suavidad y escabullí mis dedos hasta sentir el calor de su piel, eso me reconfortó. La acaricié superficialmente allí, suave. Fue mi manera de decirle: aquí estoy. Y bastó para que Summer moviera su cabeza para mirarme a los ojos.

Nuestras miradas se fundieron entre sí.

—Te amo… —susurré, con la voz ronca. Fue lo primero que se me vino a la mente al mirarla.

Le brillaron los ojos y su expresión fue de alivio.

—Te amo, Chase.

Consiguió que sacara fuerzas de donde no tenía para dedicarle una sonrisa casi imperceptible.

Apoyé mi rostro en su cuello otra vez, respirando profundamente y me concentré en su aroma. Cerré los ojos y solté el aire.

—Perdoname cariño —dije contra su piel. 

—No tengo nada perdonar. Solo me alegro de que me mires y me hables. Vamos a buscar ayuda y a superar esto, así cómo superamos todo lo demás ¿de acuerdo? No es momento de tirar por la borda todo lo que conseguimos hasta ahora.

Supe en ese segundo que iba a hacer lo necesario para estar mejor y sanar. Supe que se lo debía a Austin y a ella, que estaba conmigo. Supe que me lo debía a mí mismo.

Y por primera vez sentí, que no me merecía vivir el resto de mi vida hundido en la miseria.

Yo me merecía conseguir curar mis heridas.

Me merecía encontrar algo que me llenara.

Me merecía seguir adelante.

Me merecía tener objetivos y cumplirlos.

Me merecía vivir junto a la mujer que tenía frente a mí, porque ella me hacía feliz.

Y me hizo entender que yo merecía eso y mucho más.

End game [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora